El reto de saber envejecer

(Redacción) – abc.es. – PILAR QUIJADA, MADRID – Dicen los expertos que estamos preparados para vivir 120 años. Y cada vez son más las personas que cumplen un siglo o lo sobrepasan y se aproximan a ese teórico tope, como la japonesa Yone Minagawa, que en mayo pasado entró en el libro Guinness de los Récords, por sus 114 años.

En nuestro país la esperanza de vida alcanza ya los 80 años -según datos conocidos esta misma semana-, lo que supone un incremento de más del doble respecto a 1.900, cuando estaba en los 35. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, casi 900.000 españoles superan los 85 años, y de ellos unos 6.000 han cumplido un siglo. Como el escritor granadino Francisco Ayala (1.906), que a su 101 años se mantiene activo y ha atribuido su longevidad a la curiosidad intelectual que siempre le ha caracterizado.

Y es que longevidad no es sinónimo de enfermedad o incapacidad, como señala Rafael Sánchez-Ostiz, presidente de la Sociedad Navarra de Geriatría: «Cumplir años no significa estar enfermo. Cada vez nos encontramos más con gente muy activa y con un gran potencial para aportar».

Sánchez-Ostiz ha presentado recientemente el libro «Longevidad con éxito», (ed. Herder), sobre los nonagenarios de Pamplona, como muestra de los retos que plantea el envejecimiento. Se trata del primer estudio global de este tipo que se hace en España, y contempla la salud desde dimensiones físicas, psicológicas y sociales. Sus conclusiones coinciden con las que se han obtenido con personas, que han superado los noventa en otros lugares del mundo, como Estados Unidos.

Un primer dato a destacar es, que quienes llegan a los 90 lo hacen en un relativo buen estado de salud, incluso mejor que los que tienen menos años: «Llegar a los 90 es haber sobrevivido al proceso de selección natural y alcanzan esta edad los más fuertes, que han sorteado los factores de riesgo. Yo parto de la base de que todo el que supera la esperanza de vida -77 años en los hombres, 83 en las mujeres- es un longevo de éxito», señala Sánchez-Ostiz.

A pesar de ello -matiza-: «Al hablar del paso de los años siempre se muestra la parte más negativa; pero el envejecimiento, la jubilación y cumplir años no siempre conlleva un peor estado de salud, sino un cambio al que hay que saber adaptarse».

Aunque las claves de la longevidad se basan en factores genéticos y hábitos saludables, también tienen que ver de una forma muy clara con las relaciones sociales, como muestra este estudio: «Mantener un buen trato con la familia, los amigos y el entorno más próximo, incide directamente en la calidad de vida de los mayores». Y otro dato importante es, que las personas que se sienten útiles disfrutan de una mejor calidad de vida.

Respecto a las diferencias estadísticas entre sexos en lo que a esperanza de vida se refiere, este experto precisa que «a pesar de que las mujeres viven más, no está claro que vivan mejor. Comparativamente, los hombres llegan en mejor estado físico y mental a las etapas más avanzadas de la vida».

Prevención

En el incremento de la longevidad conquistado a lo largo de un siglo, han tenido mucho que ver las mejoras en la alimentación y asistencia sanitaria. Pero, no menos importante, ha sido la mayor conciencia de que los hábitos de vida influyen decisivamente en la salud, como explica José Manuel Ribera Casado, jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid. Y es que -señala- para llegar a edades avanzadas en buenas condiciones, la palabra clave es prevención. Y para empezar a hacerla nunca es tarde: «La persona que deja de fumar a los 90 se hace un favor a sí misma y está haciendo prevención. No hay ninguna edad límite para hacerla. Y ese es un mensaje que la gente no tiene aún demasiado interiorizado».

En su opinión: «frases como «bastante bien está para los años que tiene» o «a su edad qué querrá» invitan a la discriminación y a la resignación y son inexactas». Y es que, aclara, aunque el envejecimiento es un proceso condicionado, en parte por factores genéticos poco modificables -lo que conocemos como envejecimiento fisiológico- que nos hace más vulnerables, también depende en gran medida de factores ambientales, que sí se pueden cambiar: «Fundamentalmente el tipo de vida en cuanto a actividad física, alimentación y exposición a tóxicos como tabaco, alcohol o aire contaminado».

Para el doctor Antonio Carbonell, jefe de Geriatría del Hospital de Toledo, cada uno envejece como ha vivido. Por lo que aconseja inculcar la labor de prevención también en los más jóvenes: «Es importante tomar conciencia de que el cuerpo que en la adolescencia reacciona de forma maravillosa, con los años irá cambiando y no conviene hacer cosas que más tarde nos pasarán factura». Una factura -advierte- que según los datos actuales de sobrepeso y obesidad en los más jóvenes, puede hacernos retroceder en los 80 años de esperanza de vida recién lograda y pronosticar una peor calidad de vida varios años antes.

Los avances médicos han hecho posible que muchas de las enfermedades que, hace unos años, eran insalvables hoy se hayan convertido en crónicas y, por tanto, sean frecuentes en las etapas avanzadas de la vida. Así, el 65 por ciento de los mayores de 65 años tienen alguna patología cardiovascular -incluida la hipertensión-; más del 50 por ciento sufren problemas osteoarticulares, sobre todo osteoporosis y artrosis; alrededor del 25 por ciento diabetes y del 8 al 10 por ciento síntomas de demencia.

De ahí que, para llegar a cumplir la edad que marcan las estadísticas e, incluso sobrepasarla en las mejores condiciones posibles, saber proporcionarse los cuidados adecuados y no abandonarse, sea fundamental. Un abandono en el que se cae con mayor frecuencia, cuando se vive sólo, algo que afecta en España a un 20 o 25 por ciento de los mayores de 65 años. «Y estas cifras van a aumentar. En Francia o Italia ya se aproximan al 40 por ciento y hay ciudades europeas como Berlín en las que llegan al 70 por ciento», señala Ribera.

Uno de los aspectos que se descuidan, con más frecuencia en estas circunstancias es, la alimentación, y de forma más acusada en los hombres. Señala Ribera que en estos casos «se tiende a hacer comidas muy monótonas a base de productos prefabricados, huyendo de alimentos frescos. Y es frecuente que se coma menos de lo necesario y haya deficiencias de minerales como calcio y de vitaminas, especialmente B y D».

Mente sana

La vieja máxima: «Mente sana en cuerpo sano», que anima a mantenerse en forma físicamente para conservarse sanos mentalmente, cobra más relieve a medida que se cumplen años. Según el gerontólogo Ulman Lindenberg, del Instituto Max Planck de Berlín, quienes practican regularmente actividad física, presentan menor debilitamiento en las regiones cerebrales más propensas al envejecimiento, que los que se mantienen inactivos. Además, el cuerpo entrenado requiere menos atención en el día a día.

Precisamente, un estudio realizado en el citado instituto alemán ha permitido comprobar, que la participación en actividades fuera de casa que estimulen los aspectos comunicativo e intelectual, disminuye el deterioro de las facultades cognitivas. Las labores de voluntariado son una buena ocupación que, además, ayudan a mitigar la soledad en esta época de la vida, donde ya no hay obligaciones laborales y las cargas familiares disminuyen.

Y para entrenar la mente, es muy recomendable, aprender cosas nuevas, como un idioma, un instrumento musical, un deporte o, incluso, matricularse en la Universidad, que ahora ofrece muchos y variados programas para mayores. Porque, está demostrado que, el cerebro en función de la edad, puede superar las mismas tareas aunque de otra manera. De hecho, mediante Tomografía por Emisión de Positrones, se ha visto que las personas mayores compensan los déficits propios de los años, recurriendo con más frecuencia que los jóvenes a los dos hemisferios cerebrales. Y además la senectud da un bagaje de experiencias, que permite aprender de los fallos mejor que en la juventud.

Lo importante es -resalta Sánchez-Ostiz- descubrir que la vida tiene sentido más allá de los 70 y los 80 y que se pueden llevar a cabo actividades gratificantes, sin el apremio a que estamos sometidos en la juventud.

Direcciòn-E:[email protected]