El salario mínimo más alto de Latinoamérica y la inflación más alta de todo el continente. ¿De qué sirve eso?

El presidente Hugo Chávez decretó este miércoles un aumento de 30% del salario mínimo, que lo ubica en 799 bolívares (372 dólares), y de los sueldos en la administración pública, que será válido a partir de este 1 de mayo. El salario mínimo en Venezuela pasó así de 615 bolívares (286 dólares) a 799 bolívares (US$372). Con este incremento, Venezuela tendrá el salario mínimo más alto de América Latina, aseguró Chávez al hacer el anuncio en un acto con motivo del Día Internacional del Trabajador del 1 de Mayo.

En su alocución, el Señor Presidente manifestó que si en Venezuela hubiera un gobierno capitalista el aumento salarial habría sido apenas 2%. «Ellos (los capitalistas) tienen la tesis de que hay que mantener los sueldos congelados para frenar la inflación. Nosotros lucharemos contra la inflación pero no a costa del hambre del pueblo».

Con el propósito de reflexionar en cuanto a las afirmaciones del Presidente, nos preguntamos ¿y de que vale que se diga que tenemos el salario mínimo más alto de América Latina, pero que ese salario no alcance para cubrir las necesidades básicas de la mayoría de la población, mientras que otros países, con menos salario pero con menos inflación pueden cubrir sus requerimientos en mejor forma que nosotros?

La lectura que se debería hacer, es que no hay peor impuesto o peor castigo al que se pueda someter a una población, que al de la inflación. Esta acaba con nuestra capacidad de compra, convierte el salario en sal y agua como dirían nuestros abuelos. La situación de las familias se agrava debido a las subidas de los precios de los alimentos básicos y de los no básicos. Con ello, «el poder adquisitivo de los ciudadanos empeora, sobre todo en los hogares con ingresos bajos, y cada vez son más los que tienen dificultades para llegar a fin de mes».

Además, para empeorar las cosas en cuanto a los indicadores de inflación, todos sabemos que en Venezuela los precios de algunos rubros están controlados, y ellos afectan en consecuencia la medición de la inflación; en cierto modo todos percibimos que los precios aumentan cada día más pero la medición de la inflación apenas sube un pequeño tanto por ciento. De manera que, nadie que viva en este país y sabiendo del control de precios y las restricciones al mercado que realiza el gobierno; que la inflación fue de 22,5%, ni aún la determinada por el indicador denominado Núcleo Inflacionario del BCV que la estimó en 28,3% el año pasado.

Si continuamos reflexionando al respecto, pudiéramos alegarle al Presidente Chávez, que de haber seguido las recomendaciones que los especialistas han dado, el panorama sería otro. Ya que si se siguen haciendo promesas en torno al nivel de inflación que luego el gobierno no puede cumplir, lo que le sucederá es que la gente seguirá perdiendo la fe en esta gestión. Desafortunadamente, el control de precios, la instrumentación del bolívar fuerte, el incremento de las importaciones y otras restricciones y regulaciones; no son las medidas que realmente se necesitan para controlar la inflación.

Por el contrario, lo que se debe controlar es el gasto público, es decir, no que se disminuya sino que sea gestionado mucho más eficientemente y que se invierta en fortalecer la actividad productiva de nuestros trabajadores venezolanos y de una vez por todas aceptar la invitación del sector empresarial a trabajar de forma conjunta por el país, sin que eso signifique que le abrirá las puertas al neoliberalismo. De lo contrario, cada vez tendremos más inflación y menor poder de compra y a la final seremos más pobres aún.