El Teatrillo Improductivo

Ser productivos, esa es la cuestión. Se abre el telón y nos encontramos con la primera escena: compadres instalados en sus cortijos solariegos; manejando los hilos para continuar optimizando sus beneficios, y los de sus seguidores.

Los personajillos empiezan a ponerse nerviosos, aunque hay que reconocerles que son muy fotogénicos y saben maquillar sus comportamientos improductivos para la sociedad.

El emprendedor sale a escena y no sabe a quién dirigirse, sufre una CRISIS DE IDENTIDAD. Duda de cuál es su papel en este teatro de tragicomedia. Es la primera escena y ya empieza a sufrir en un ambiente de deformación cultural, donde se castiga a quien de verdad es un emprendedor, y se premia a quien desde un puesto público, se permite predicar sobre emprendimiento, cuando en toda su vida no ha arriesgado ni un céntimo de euro.

Recordaba el emprendedor, que hace ocho años inició un proyecto sobre asesoramiento estratégico en el ámbito de los recursos humanos; siendo este proyecto dirigido por el INCYDE de las cámaras de comercio. El aspecto innovador de este emprendimiento era el tipo de herramientas que se utilizarían para mejorar el rendimiento organizacional de las empresas.

No es lo mismo ser un emprendedor que actuar como un “emprendeor”. Los “emprendeores” han ganado mucho terreno (y dinero) en estos últimos años. Con su buena estrategia, han sabido de donde venían los dineros (públicos), y cómo debían interpretar su papel de expertos en humo. Carentes de transparencia y con la máscara del momento bien puesta, han organizado una representación de: JI JI, JA JA. Sonrisas improductivas, sabedoras de quienes eran los actores principales en una sociedad con pérdida de valores, donde el “trepa” es el listo, y la buena persona, el tonto.

Nada mejor para este teatrillo improductivo que la entrada en escena del “chivato”. Lo sabe todo, y es cómplice de muchas artimañas estratégicas para cuando ha hecho falta: “matar de hambre”, a quienes les estorban en la escenificación de personas gratas, representantes de distintos puestos públicos.

Con la crisis económica, los “chivatos”, están perdiendo espacio escénico, algunos tienen que salir de la representación teatral, y deben sentarse en una butaca para ver la reprensentación desde otra perspectiva. Echan de menos los buenos momentos de: Ji Ji y Ja Ja. ¡Quién nos iba a decir, la gran labor que están realizando los “chivatos”, en el desmaquillaje, con denuncias de tantas actuciones poco éticas e improductivas para la colectividad!

¡Qué coaching-deo! Le comento a un excelente emprendedor, a un productor de buenas ideas e iniciativas para mejorar la sociedad en la que vivimos. ¡Cómo vamos a ser productivos! El emprendimiento de verdad, con el gran sacrificio y riesgo que ello supone, es amortizado (después de ser copiado), por unos pocos “emprendeores”, desde sus posiciones de poder, con la connivencia de algunas instituciones públicas improductivas.

¿Tendremos que irnos a emprender a Alemania? O, ¿ habrá que desmaquillar y denunciar a unos cuantos actores del buen vivir? Uno de los grandes y perjudiciales males que tenemos, es la idiosincrasia de SABER HACER, para NO HACER; parecer productivos, siendo improductivos.

Somos muchos, miles de ciudadanos, los que pensamos que ha llegado la hora de actuar con autenticidad, con transparencia y coherencia; la hora de llamar a las cosas y a las personas por su nombre. Es el momento de cerrar el telón de un teatrillo productivo para unos pocos, y muy improductivo para toda la sociedad.

No olviden el título de la obra “SE ACABÓ EL CACHO».

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