El TLC entre Estados Unidos y la Unión Europea

Estados Unidos y la Unión Europea han decidido iniciar negociaciones comerciales encaminadas a conformar un área de libre comercio entre ambas regiones de mundo. La suma simple del espacio económico representado hoy en día por ambas macrorregiones del planeta es igual al 47% del PIB mundial y a aproximadamente un tercio de los intercambios comerciales que se realizan en el planeta Tierra.

De concretarse ese proyecto, no se estaría en presencia de un acuerdo comercial más -de los muchos que están presentes en la geografía económica mundial contemporánea- sino de un acuerdo que cambiaría muchos y muy importantes aspectos de las relaciones económicas internacionales. No sólo Estados unidos y la Unión Europea  verían modificados sus flujos comerciales, sus volúmenes y sus regulaciones recíprocas, sino también todos aquellos países que participan o aspiran a participar en forma significativa en el comercio internacional contemporáneo.

Los aranceles promedio en materia de bienes industriales, entre ambas regiones, no es hoy en día muy elevado. Se ubica alrededor de 4%. Eliminar ese arancel y/o asimilar una reducción de ese tamaño en los precios de las mercancías importadas no sería una cuestión muy difícil de negociar. Mucho más difícil que la reducción arancelaria –que no deja de ser un elemento inescapable en toda negociación comercial- es la armonización regulatoria –tal como dice el catedrático español Federico Steinberg en reciente artículo- cuestión esta última que adquiere creciente y problemática presencia en todas las negociaciones de este tipo.  

CAMPO COMERCIAL

En el campo de la armonización regulatoria se encuentran temas tales como las políticas agrícolas de Europa y de Estados Unidos, ambas llenas de subsidios y de mecanismos proteccionistas, que hacen difícil su desmantelamiento y su reemplazo por un esquema más librecambista. Se encuentran también temas como el tratamiento de todo el amplio campo del comercio de servicios, que adquieren creciente peso en el comercio internacional. Las telecomunicaciones, la energía, las finanzas, los servicios jurídicos, las consultorías, el tráfico aéreo, incluso la educación y los servicios  de salud, son cuestiones en las cuales la negociación se centra en los aspectos normativos y regulatorios más que en los aspectos arancelarios, prácticamente inexistentes en estos campos. También hay que agregar en la lista de los temas complicados lo relativo a las compras gubernamentales.  A todo lo anterior hay que sumar lo relativo a normas técnicas, normas fito y zoo sanitarias y normas ecológicas o ambientales, para comprender que las negociones entre Estados Unidos y la Unión Europea no serán fáciles ni breves. Pero si se han iniciado, y más aún, si se han publicitado, es porque hay decisión política de llevarlas adelante y porque hay avances o negociones exploratorias que muestran que es posible llegar a acuerdos en las materias más relevantes.

En relación al impacto que un acuerdo de libre comercio de esa naturaleza tendría para nuestra región  -y para el conjunto de los países en desarrollo- es dable esperar que se incremente el volumen de comercio entre los participantes, con algún grado de reducción de comercio con los países no participantes del acuerdo. En otras palabras, es dable esperar algún grado de desviación de comercio, que perjudicaría a los países no miembros del acuerdo. Pero más importante que ello, a mi juicio, es el hecho de que los aspectos normativos y regulatorios que se establezcan entre esos dos gigantes comerciales y económicos, se tenderán a convertir -de hecho más que de derecho- en las normas y reglas que presidirían el conjunto del comercio internacional a lo largo de todo el siglo XXI. Los países que aspiren a insertarse en forma creciente en el comercio internacional no podrán sino conocer y hacer todo lo posible por asimilar las normativas y reglas que imperarán entre Estados Unidos y la Unión Europea, que serán más o menos las mismas que cada una de estas regiones impondrán al comercio con terceros.

ADAPTACIÓN

En todo caso, la adaptación será menos dolorosa para aquellos países que ya han logrado poner en vigencia tratados de libre comercio con Estados Unidos y/o con la Unión Europea, pues dichos textos mantendrán su vigencia en los términos en los que fueron originalmente firmados.

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