El vía crucis de las universidades

La crisis económica está conduciendo a las universidades a una situación calamitosa e insoportable.

Profesores que no consiguen efectivo para pagar un bus que los lleve a clase, alumnos que faltan porque quedan atrapados en filas para comprar alimentos: la crisis económica está paralizando las universidades públicas venezolanas.

Desde marzo, la Universidad del Zulia (LUZ), con sede en Maracaibo (noroeste), redujo la jornada a tres días semanales porque alumnos, docentes y empleados tienen dificultades para asistir.

“Trabajamos todos los días, pero nos organizamos para que cada profesor, alumno o empleado venga unas tres veces por semana”, dijo a AFP Judith Aular, rectora encargada de LUZ. Clases virtuales completan el horario.

Así se intenta detener la creciente “fuga” de maestros y estudiantes, muchos al exterior, ante el deterioro socio-económico, según Aular.

“Permitimos a los profesores buscar otra fuente de ingreso. Con lo que ganan no pueden mantener a la familia”,

Desde 2016, en la Universidad de Oriente, en Cumaná (este), se ha retirado un 25% de los profesores y 40% de los estudiantes, aseguró la rectora Milena Bravo.

Los profesores más experimentados, que trabajan a tiempo completo, ganan 3,9 millones de bolívares mensuales – menos de 10 dólares a la cotización del mercado negro- mientras que la canasta básica familiar superó los 75 millones de bolívares en el mes de marzo.

El “dólar negro” es referente de muchos productos importados ante la escasez de divisas que monopoliza el Estado.

Danilo Fuenmayor, quien recién terminó sus estudios de Economía en LUZ, se dice aliviado de que al final solo tenía que ir tres días. Debía caminar tres kilómetros porque no tenía efectivo para el autobús.

“De mi facultad se han ido 15 profesores, a mi tutora (de tesis) se le dañó el carro y no puede arreglarlo. El transporte no funciona”, expresó Fuenmayor, de 23 años, a la AFP.

– Presupuesto devorado –

Los venezolanos lidian con escasez de efectivo porque la impresión de billetes quedó rezagada frente a la hiperinflación, que según el FMI escalará a 14.000% este año según el Fondo Monetario Internacional.

En junio entrarán en circulación nuevas denominaciones con tres ceros menos, que reemplazarán las emitidas a fines de 2016.

Otra faceta de la crisis en la que escasean alimentos, medicinas y bienes básicos como autopartes, lo que según el gremio del transporte público tiene paralizado 80% de la flota.

Para acompañar a su madre a comprar comida -en filas que duran horas- Daniela García, estudiante de ingeniería en Caracas, falta a clases varias veces.

Los profesores también deben hacer milagros para abastecerse, a costa de dejar sus autos varados.

“A un profesor le resulta una odisea trasladarse (…), porque no puede reparar su automóvil o gasta el sueldo en comida”, comentó a AFP Amalio Belmonte, secretario general de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

La UCV -principal del país con casi tres siglos y 43.000 alumnos- también evalúa reducir la jornada a tres días, indicó Belmonte.

Su mayor problema es de presupuesto, pues solo recibió 33% de lo solicitado este año.

“La mayor parte es para sueldos (…). El dinero para investigaciones solo alcanza para comprar cinco cauchos (neumáticos)”, sostuvo el directivo.

Cuenta que ha firmado semanalmente hasta 3.000 certificados de notas para “egresados que se van” del país, frente a 100 de años recientes.

El presidente Nicolás Maduro destaca entre sus logros el aumento de la matrícula gratuita con la creación de unas 40 universidades.

– A oscuras –

La inseguridad también acecha a la UCV: a media tarde ya no quedan trabajadores por temor a ser asaltados.

“Los muchachos se van corriendo antes de que anochezca: no hay luces y los pueden robar”, contó a AFP la profesora Gabriela Rojas.

En estados como Táchira (oeste) la escasez de gasolina se suma al rosario de problemas, apunta Renny Cárdenas, coordinador de la Escuela de Medicina en la Universidad de Los Andes.

En ese y otros cinco estados el gobierno además raciona la energía desde marzo por un descenso en los embalses. Sin luz, no hay clase.

A la espera de su graduación, Fuenmayor quiere emigrar. “Me han robado varias veces en la universidad, gano sueldo mínimo y eso apenas alcanza para un kilo de queso”, se lamentó.

Mientras, la profesora Rojas, quien ha tenido que enseñar en un patio porque no hay quien abra el aula, seguirá impartiendo sus dos clases semanales, con cuyo pago se podrá comprar un café.

por Alex VASQUEZ/AFP

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