En pro de la seguridad alimentaría científicos finlandeses desarrollan papel bioactivo

(Segmentos extraídos de consumer.es). La interacción entre envases bioactivos y seguridad alimentaría se va consolidando con nuevas aportaciones en este ámbito. A los tradicionales usos y utilidades de los envases, como conservar los alimentos, limitar su deterioro e informar a los consumidores, se les unen ahora los nuevos hallazgos de un grupo de expertos finlandeses, que trabajan precisamente en el desarrollo de envases bioactivos, en concreto de papel que, más que disminuir el tiempo de deterioro, efectúa un cambio positivo en el alimento y, en consecuencia, incrementa el tiempo de vida útil durante el almacenamiento. En ello se concentra también un proyecto europeo sobre materiales en contacto con alimentos, que vela por garantizar factores como el sabor, el contenido, la vida útil o el color de los alimentos envasados.

Proteger de amenazas externas en forma de microorganismos y otros agentes patógenos es una de las principales funciones de los envases alimentarios, además de preservar la forma y la textura del alimento. Pero la tecnología alimentaría se ha dedicado a convertir el envase clásico «pasivo» en un objeto «activo» que, además de lo descrito, tenga capacidad de proteger a los consumidores de patógenos como Clostridium spp., Campylobacter spp. y Listeria monocytogenes

En ello trabaja un grupo de expertos finlandeses, que acaba de desarrollar un nuevo tipo de papel bioactivo para envases alimentarios que puede servir como indicador o sensor de contaminantes en alimentos y para mantener durante más tiempo su vida útil. La novedad reside también en que, tras agregar moléculas al papel se consigue retrasar el crecimiento microbiano en alimentos.
Los expertos confían en que los primeros usos de este papel bioactivo podrían llegar a comercializarse en un plazo de 10 a 20 años. La tendencia general de los nuevos envases es también ofrecer mayor información a los consumidores, como la fecha de caducidad o cómo se ha almacenado el alimento. El objetivo es usar los potenciales que ofrece el papel como material en la industria alimentaría y poder controlar los microorganismos a partir de antimicrobianos, algunos de los cuales forman parte importante de aceites esenciales de plantas.

Un nuevo desafío

Encontrar respuestas a cómo reducir, a través del envase, la presencia de patógenos en alimentos forma parte de la red Sentinel, integrada por diez universidades canadienses y 23 proyectos de investigación. Los principales avances alcanzados por este consorcio ha sido el desarrollo de un tipo de papel capaz de comprobar si existen restos de pesticidas en alimentos. La clave, aseguran sus responsables, dirigidos por George Rosenberg, de la McMaster University (Canadá), está en combinar avances en bioquímica con los procesos de producción de papel. Todo ello para evitar problemas en la calidad del agua, incidentes de contaminación cárnica y peligros biológicos.

Desde hace tiempo el uso del papel en alimentos ha desempeñado un papel importante en la detección y desactivación de patógenos, aunque este uso debe adecuarse a unas determinadas pautas. La iniciativa canadiense ha trabajado en el desarrollo de una tira de papel bioactiva que, una vez sumergida en envases pequeños de agua, elimina la posible presencia de patógenos, e indica que el agua es segura para beber. Estas tiras permiten además alertar si una superficie en la que se va a manipular un alimento está contaminada o no.