Energía: Controversia sobre “Fracking” y el metano hidratado

Nuevas tecnologías desarrolladas por EEUU y Japón permiten explotar gas de esquistos y metano congelado, no sin controversia por sus efectos ambientales

En años recientes, EEUU  y otros países dependientes del petróleo importado han estado utilizando nuevas tecnologías asociadas con la fractura hidráulica de esquistos rocosos –conocida como ‘fracking’- para explotar numerosos yacimientos de gas natural atrapados en esquistos subterráneos o shale gas. Así, en apenas una década EEUU ha aumentado la proporción de gas natural de estos yacimientos desde menos del 1% a principios de siglo hasta un 14 % actualmente, permitiendo que muchas regiones puedan obtener localmente energía barata y poco contaminante, ya que –al quemarse- el gas produce menos CO2 que el petróleo, y mucho menos que el carbón.

La actividad en este campo ha sido tal que EEUU se ha convertido en una potencia gasífera, y su producción incluso supera actualmente a la de Rusia, el mayor proveedor de gas natural en Europa. Los  expertos pronostican que para el 2035, el gas de esquisto tendrá una proporción de al menos un 45% dentro de la producción gasífera de EEUU, mientras en Europa ya se empieza a utilizar esa tecnología para complementar sus fuentes energéticas. Una docena de países europeos esperan disminuir su dependencia gradualmente en los próximos años gracias a la explotación de sus depósitos de gas de esquisto, la cual no era rentable hasta que los precios del petróleo y del gas aumentaran considerablemente en el pasado decenio.

Sin embargo, con el uso intensivo del fracking está causando cierta controversia por las acusaciones de los grupos ambientalistas en la decenas de estados de EEUU donde se explota, los cuales aseguran que la técnica tiene un efecto negativo sobre el ambiente al inyectarse grandes volúmenes de soluciones acuosas de químicos en el subsuelo, contaminando de paso los depósitos de agua subterránea en el camino. Esto, además de otras acusaciones como la de causar terremotos o cáncer. En su defensa, las empresas gasíferas aseguran que los químicos utilizados son inofensivos, ya que se trata de detergentes y otros productos comúnmente utilizados en la industria y en viviendas. Como prueba de esto, aseguran que de los 50.000 pozos que usan ahora el ‘fracking’  en 12 estados no hay informes fidedignos de que se haya contaminado acuíferos subterráneos y, al contrario, la eficiencia de la nueva tecnología permite sustituir a unos diez pozos antiguos por cada nuevo pozo de fracking, ahorrando así bastante energía. Incluso, en algunos estados se presentan grupos que objetan las protestas ambientalistas, argumentando que la mayor producción gasífera está generando muchos empleos en estos tiempos difíciles.

Japón contraataca con el metano hidratado

Mientras el gas de fracking empieza a extraerse en cantidades industriales en muchas partes del mundo, Japón ha desarrollado una nueva tecnología para explotar sus propios yacimientos gasíferos costa afuera, la mayoría consistentes en hidratos congelados de metano. La iniciativa tomó cuerpo con el progreso de la desactivación de numerosas plantas nucleares en los próximos años, colocando al Japón en una situación crítica al no tener ni petróleo ni yacimientos gasíferos en su territorio. La nueva técnica ya se ha probado e incluso el mismo gobierno anunció hace poco que se inició una producción sustancial a unos 80 km de su costa central. Mientras tanto, algunos grupos ambientalistas objetan la técnica por ser muy contaminante  para las especies marinas, algo que puede no ser importante en tiempos en que afrontan una severa crisis energética después del desastre de Fukushima.

La nueva técnica implica perforar pozos en el lecho marino, a unos 1.300 metros de la superficie, para llegar  a los hidratos de metano congelados, liberando el gas y disolviéndolo en agua, para luego separarlo al llegar en tubería a la superficie. Dados los altos precios del combustible, la técnica se considera todavía rentable por el gobierno japonés, a pesar del alto costo de la misma. Así, esperan reducir su alta dependencia del petróleo y gas importados, esperando que el gas sea usando tanto para la generación eléctrica como para vehículos que operan con gas comprimido en lugar de gasolina o diesel.  La técnica ya había sido utilizado para explotar gas del permafrost -o terreno congelado- del norte de Canadá hace unos años, pero sólo ahora se está aprovechando en su territorio dado los actuales precios del petróleo. Por su parte, y con su tecnología de fracking ya cimentada, EEUU no tiene necesidad de producir gas de estos depósitos gasíferos congelados, que existen abundantemente tanto cerca de sus costas del golfo de México como costa afuera en el norte de Alaska, pero por ahora prefieren explotar gas en sus numerosos yacimientos de esquistos, dejando el gas de hidratos de metano como una reserva futura. Todo indica que ambas tecnologías están aquí para quedarse y seguramente afectarán las relaciones energéticas entre productores e importadores de hidrocarburos.

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