En la actualidad el trabajo en las oficinas abarca a una amplia gama de trabajadores, y con el paso del tiempo el porcentaje de estos trabajadores irá en aumento. Este incremento de actividades y trabajadores ha provocado que salgan a la luz una serie de factores de riesgo que anteriormente eran desconocidos, no por su inexistencia, sino por la baja cantidad de quejas que generaban, debido entre otras cosas al reducido número de profesionales dedicados a la actividad de utilizar la Ergonomía.
Pero… ¿Qué es la Ergonomía? Esta disciplina tiene muchos conceptos, pero quizás la manera más sencilla de expresarlo es, que se trata de una disciplina que tiene como objetivo adaptar el puesto de trabajo al trabajador de manera que genere confort y, con éllo aumente la productividad de la fuerza laboral. Es decir, existen en esta definición tres palabras claves de una manera secuencial: adaptación, confort y productividad.
Es lógico pensar que ante el incremento de la fuerza productiva en este sector, parece claro que, los riesgos disergonómicos (es decir, no ergonómicos) y las consecuencias que estos producen, necesitan de un análisis ergonómico que los reconozca, evalúe y controle; es decir, aporte soluciones al diseño de puestos de trabajo con las computadoras, primordialmente.
No sólo el aumento de los trabajadores del sector, ha sido la causa del desarrollo del “conocimiento” de estos factores de riesgo disergonómico, sino que las nuevas tecnologías, que se han ido incorporando a la oficina, han hecho florecer tanto viejos como nuevos riesgos en el trabajo; y por supuesto, han generado y potenciado consecuencias negativas para la salud de los trabajadores.
Ciertamente el trabajo en oficinas puede generar menos factores de riesgo que en otros ámbitos laborales, pero no por ello debe menospreciarse y dejarse a un lado la situación de estos trabajadores, teniendo en cuenta que el bienestar laboral debe procurarse sin distinción de la tarea que el trabajador desarrolle.
Finalmente podemos decir que preservar la salud de los trabajadores de oficina no quiere decir únicamente conseguir la ausencia de la enfermedad ocupacional, sino que se debe procurar conseguir el bienestar físico, mental y social de la persona, mitigando los riesgos ocupacionales (principalmente los disergonómicos) al mínimo; para que, al menos, no le hagan sentir al trabajador una sensación de disconfort, sensación que a largo plazo conduce al malestar laboral, y a la desmotivación, que inexorablemente llevará la baja productividad.