¿Es riesgoso prestarle a Venezuela?

El riesgo no es una cosa fácil de medir. Conceptualmente se puede decir que el riesgo es la probabilidad de ocurrencia de un determinado hecho negativo. Así, por ejemplo, se podría hablar de la posibilidad de chocar o ser chocado al circular en carro, o la posibilidad de ser asaltado, o la posibilidad de salir mal en un examen, etc. Esas posibilidades de ocurrencia de esos sucesos negativos dan lugar a las tasas de riesgo correspondientes.

Las estadísticas contemporáneas han inventado mecanismos o fórmulas para medir esos riesgos en la forma más objetiva posible, aun cuando siempre siguen habiendo porcentajes posibles de error, o subjetividades que se mezclan en el análisis.  Podría decirse, por ejemplo, que el riesgo de ser asaltado depende de la zona de Caracas por la cual un individuo se mueve, de la hora en que lo hace, de si anda solo o acompañado, de su buena o mala suerte, etc. Depende también, desde luego, de los datos históricos de ocurrencia del fenómeno que estamos estudiando.

En el campo de las finanzas internacionales un país debe movilizar periódicamente fondos para pagar u honrar deudas anteriores. La posibilidad de que no pueda movilizar esos fondos –por razones económicas, comerciales, políticas, etc. –  constituye hoy en día lo que se denomina tasa riesgo país. Se trata del riesgo que corren los que compran títulos soberanos de ese país de no recibir, al momento del vencimiento, los montos que están estipulados en las condiciones de emisión de ese título.

Si las posibilidad de chocar circulando en carro son  altas, entonces las compañías de seguros cobrarán una elevada prima por asegurar el carro. Si las posibilidades de una  persona de sufrir un ataque al corazón son altas,  tendrá que pagar mucho para poder gozar de un seguro médico. Igualmente, si la tasa riesgo país es alta , para un país determinado -es decir, si es alta la probabilidad de que éste no tenga como pagar a la hora de los vencimientos- entonces el que le preste dinero en esas condiciones exigirá una tasa de interés más elevada, que compense el riesgo que está corriendo.

Por eso la tasa de riesgo país es una cosa importante para cualquier país. No solo por una cuestión de imagen internacional,  sino porque una elevada tasa de riesgo país encarece el costo del crédito que dicho país puede eventualmente conseguir en el mercado financiero internacional.

Venezuela tiene en estos momentos la tasa riesgo país más alta de toda la región. Una tasa de 2.250 puntos, según el índice EMBI –Emerging Markets Bonds Index-  elaborado por el banco de inversión J.P. Morgan Chase. Eso significa, en buen romance, que hay que pagar un 22,5% más de tasa de interés que lo que pagan los bonos del Tesoro norteamericano para poder colocar títulos o bonos en el mercado financiero internacional. Esa es una tasa altísima, casi imposible de cumplir ´por ningún país. Es, en la práctica, una tasa de no crédito. Es una forma peculiar de decirle a Venezuela, que el sistema financiero internacional no está dispuesto  a prestarle dinero. Por ello es que, a pesar de  las  condiciones críticas en las cuales se encuentra la economía venezolana desde un año y medio a esta parte, el país no ha podido salir al mercado internacional a colocar nuevas emisiones de dudas, como hizo alegremente en períodos pasados. Por ello es que la única forma de que ha podido disponer Venezuela para conseguir algunos fondos líquidos, es empeñar una parte del oro que estaba en sus reservas internacionales. No ha vendido el oro, pero lo ha entregado en garantía. Si no paga, el acreedor se queda con el oro. Si Venezuela paga -debe pagar lo que recibió, más una determinada tasa de  interés cuyo monto exacto no se conoce– entonces recupera su oro. También Venezuela ha conseguido fondos, una vez más,  por la vía del Fondo Chino,  que es otra fuente cuyas condiciones exactas no se conocen, pero que en lo sustantivo implica que se paga regularmente con petróleo, por créditos que se destinan a compras de  bienes y servicios en la propia economía china.

Venezuela jamás ha dejado de cumplir sus compromisos de pago del capital y de  los intereses correspondientes a su deuda externa. Sin embargo, su tasa de riesgo país es alta. Más aún, es más alta hoy en día que hace un año atrás, cuando su tasa riesgo país era solo de 1.019 puntos. La tasa actual de riesgo país de Venezuela es más alta que la tasa riesgo país de Argentina, que solo está en un nivel de 608 puntos, aun cuando mantiene todavía vivo su conflicto con los “fondos buitres” y con los otros acreedores de la deuda externa. La otra tasa “alta” en América del Sur es la de Ecuador, que es un país severamente golpeado por la baja en los precios internacionales del petróleo. Pero su tasa riesgo país es solo de 704 puntos. La tasa riesgo país no juzga las políticas económicas del pasado, sino que pronostica las posibilidades de pago de la nueva deuda que se pueda emitir. Eso significa, en el caso venezolano, que aun cuando siempre haya pagado, la probabilidad de que en el futuro cercano llegue a no pagar, se visualiza como alta. Pueden influir en esa visión del sistema financiero internacional, las dificultades que ha enfrentado Venezuela para hacer crecer el precio internacional del petróleo –a pesar de las gestiones diplomáticas en ese sentido-, los bajos niveles de la reservas internacionales, las perspectivas de que el PIB caerá nuevamente en este año, las dificultades del presidente Maduro como para introducir los virajes en el sistema político y económico, etc. Incluso, puede que influya en alguna medida la prédica gubernamental, en el sentido de que se enfrenta a una guerra económica. Esa consigna no convence a nadie internamente, pero puede que alguien en el exterior piense que es cierta, lo cual se convierte en una razón adicional para encarecer el crédito a Venezuela.

(*) Profesor de la UCAB y de la UCV 

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