Estado Manqué

Este término fue acuñado por el antropólogo estadounidense Clifford Geertz (1926-2006). Con esta expresión, este distinguido intelectual, intentaba describir la coyuntura política que atravesaba Indonesia a mediados del siglo pasado. Distintas mentalidades se enfrentaban en el ámbito de lo político. Misticismo javanés, pragmatismo de Sumatra, sincretismo índico, fundamentalismo islámico se barajaban produciendo una suerte de anarquía política del significado. Esta circunstancia imposibilitaba la obtención de una cierta simetría entre cultura y política, lo que impedía la edificación de una estructura institucional aceptadas por todos los grupos en conflicto.

En clave antropológica la pregunta a formular es relativamente sencilla ¿practican los pueblos la política que imaginan? Bueno, el ejemplo indonesio, peruano, ecuatoriano, hondureño, etc., pareciera ofrecer una respuesta negativa a esta interrogante. En otras palabras, sus procedimientos políticos y sus significaciones culturales viajan por senderos paralelos. Desde luego, el escenario público ofrece, circunstancialmente, espació para proveer visibilidad a los íconos que encarnan la llamada “identidad nacional”. En ocasiones estos símbolos contradicen lo que pretenden connotar. Ejemplos, el sombrero tejano de Zelaya y el uniforme de corte cubano de presidente Chávez. Definitivamente, estos gobernantes no practican la política que imaginan sus pueblos.

Antes de continuar, permítaseme una digresión teórica para auscultar el significado de estos dos conceptos. Veamos. Por cultura debemos entender las estructuras de significación en virtud de las cuales los hombres dan forma a su experiencia y, por política, el escenario en que se desenvuelven públicamente dichas estructuras. En este contexto, una crisis asume carácter orgánico cuando ambas dimensiones se relacionan en forma asimétrica. Vale decir, el espacio público se torna refractario a los apegos de carácter primordial que proporcionan sentido a la existencia de comunidades concretas.

La Venezuela contemporánea se aproxima a esta condición de estado manqué. No cabe la menor duda. Lo público se está achicando y el ámbito de la política desconoce en forma acentuada, las diversas estructuras de significación que conforman nuestra diversidad como pueblo. La protesta del pueblo de Curiepe constituye una evidencia de la asimetría existente entre cultura y política en el país. Disociación reforzada por ese salto al vacío que promete la consigna “patria, socialismo o muerte.”

Cabe aquí una reflexión en clave orteguiana: lo que es, no se encuentra en la superficie de la conciencias ni en los usos del día, sino enterrado en las profundidades de los deseos y expectativas de los hombres. Descender a estas hondonadas es imprescindible, para ir al encuentro de las claves culturales que proporcionan sentido a la lucha democrática.

Finalmente y para concluir esta breve digresión, podríamos afirmar que las creencias (por supuesto entendemos este término en clave antropológica) suministran los contenidos sustantivos a ser defendidos por la dimensión política de la libertad. La ausencia de esta complementariedad explica la abstinencia institucional que, por un lado, profundiza nuestra crónica fragilidad democrática y, por el otro, propicia la cancelación de la política.

Apresuradamente nos acercamos a la condición de Estado Manqué

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