Excesiva concentración de poder en la distribución comercial

Ya hemos destacado en artículos anteriores que el desarrollo de grandes empresas minoristas (retail), junto con la consolidación y expansión de sus propias centrales de compra no solo están contribuyendo a hacer desaparecer múltiples pequeñas empresas de venta al detal, sino que le están arrebatando a los consumidores su propia razón de ser en el sistema económico.

La oferta de productos a la que finalmente tendrán acceso los consumidores se decide en una gran parte entre un reducido número de empresas que se convierten en decisores de la bondad y conveniencia de la oferta de productos presente en los mercados, arrebatando este papel a los consumidores, cuya elección se ve así constreñida por decisiones, no de los fabricantes, sino de los distribuidores.

Este comportamiento estaría alertándonos de la deformación de la finalidad del sistema económico, en cuanto a que el papel de árbitros de la oferta que le corresponde al ciudadano-consumidor, destinatarios finales de la producción y el incremento de su bienestar, no se le está permitiendo ejercerla.

Cabe destacar además, que en una situación de elevada concentración de la distribución comercial, las decisiones de las grandes empresas minoristas sobre la reducción de referencias y número de marcas ofrecidas de un mismo producto, como consecuencia de la búsqueda de mayor rentabilidad en los lineales, producen un inmediato y considerable efecto de empobrecimiento de la oferta final.

De manera que, por el mayor bienestar de nuestra sociedad y una mayor responsabilidad empresarial de nuestras empresas, cabría esperar que al menos parte de las ventajas en las eficiencias derivadas de la mayor concentración y el tamaño, debieran trasladarse hacia los consumidores por la vía de los precios más bajos. Tal como es el caso, de la famosa cadena americana Wal-Mart que compite ofreciéndole a sus clientes precios más bajos que su competencia.

Si las empresas establecidas en nuestro país no actúan como lo hace WallMart, el beneficio adicional de la existencia de ese poder de mercado o de ausencia de competencia llevará a que no se produzca la reducción de los precios y si un incremento en los márgenes de los que tienen el poder de concentración.
Sí esa situación no mejora, cabría entonces preguntarse ¿Cuánto nos cuestan los nuevos formatos comerciales modernos? ¿Esa conducta no es contraria a la responsabilidad empresarial?, a mi me parece que si.

Parte del menor precio de compra obtenido por las centrales de compra de los grandes formatos comerciales modernos pudiese trasladarse hacia el comprador final en un porcentaje importante, ocasionando precios más bajos y un efecto positivo en el poder de compra de un importante número de venezolanos, dándose a través de una reestructuración interna del reparto de márgenes en la cadena de valor. Si por el contrario, las economías de escalas obtenidas en las compras van en todo a incrementar el margen de los distribuidores, el ejercicio del poder de concentración en la compra no beneficia a los consumidores y si a los distribuidores.

Según Michael Cox, economista jefe de la Reserva Federal, la influencia de Wal-Mart en la economía estadounidense es cada vez mayor. “Wal-Mart es lo mejor que podía ocurrirles a los americanos de renta baja. Ahora estiran sus dólares y compran cosas que, de otro modo, les resultaría imposible de adquirir”. Su estrategia de marketing se basa en “precios realmente bajos y crear un buen ambiente de trabajo”.

Cabría preguntarse de nuevo, ¿qué papel está jugando Pro-competencia en esta problemática de concentración de poder? ¿Quien defiende a los consumidores? y que conste, no estamos hablando de regular los precios e intervenciones, pero si de controlar en parte los márgenes de ganancias desproporcionados que se están suscitando a través de este accionar. ¿Y porque no actúan como Wal-Mart? Si de aprender se trata, ahí tienen el ejemplo de esa famosa distribuidora.