¿Existen empresas estratégicas en Venezuela?

Lo primero que tiene que quedar absolutamente claro en relación a este tema es que ninguna empresa puede ser calificada como estratégica si no hay una estrategia de desarrollo económico y social que presida el desarrollo del país. Si existe una estrategia de ese tipo, entonces las empresas serán o no estratégicas en la medida que sean o no fundamentales como para que aquella pueda desarrollarse y llegar a ser exitosa.

Veamos un ejemplo. A mediados del siglo XX – años más, años menos – los países de la América Latina decidieron caminar por la vía de la industrialización sustitutiva. Para que pudieran existir, desarrollarse y llegar a ser rentables y exitosas las muchas empresas industriales que se tenían en mente, se necesitaba de un grupo de empresas que pudieran proporcionar los bienes y servicios que esas empresas nacientes requerían.  Se imponía, por lo tanto, en el ese contexto, el desarrollo, por parte del estado, de empresas de electricidad, de comunicaciones, de puertos, de siderurgias, y de metales básicos. Esas empresas merecían sobradamente el calificativo de empresas estratégicas, pues sin ellas el plan de industrialización no podía ser exitoso.

La empresa privada no podía asumir esas inversiones, pues los capitales requeridos eran muy elevados, y por cuanto esas empresas llegaban a ser plenamente rentables solo cuando las empresas industriales que requerían esos bienes o servicios – y que constituían la demanda correspondiente – estuvieran en plena producción. Antes de ello, esas empresas denominadas estratégicas requerían del apoyo multifacético del Estado.

Se necesitaba también de ciertas empresas exportadoras que pudieran proporcionar las divisas necesarias como para adquirir en el exterior los bienes de capital, insumos y   materias primas que ese modelo de industrialización requería. Por ello, las nacionalizaciones de los recursos naturales en diferentes países de América Latina, – cobre, estaño, petróleo – y la apropiación de las rentas correspondientes, fue también un paso cónsono con la estrategia de industrialización sustitutiva.

Las empresas que nacen con ese status de empresas estratégicas no conservan ese calificativo durante toda su vida. Son estratégicas – y deben ser apoyadas como tales – durante una determinada etapa de su desarrollo, pero posteriormente, cuando ya han dado origen a empresas industriales, pueden y deben convertirse en empresas ya plenamente integradas en un sistema industrial, en el cual cada empresa requiere de las demás, pero todas son rentables y pueden subsistir sin apoyos estatales directos.

Pero, si no se tiene estrategia alguna, si nadie sabe hacia dónde camina el país, si todo funciona bajo el lema de “cómo se vaya dando vamos viendo”, entonces no hay empresa estratégica alguna.  Las empresas estratégicas de antaño perduran en manos del Estado como fuente de privilegios y de rentas, pero sin estar al servicio de un proyecto determinado de nación.