Hacia la Europa de los Seis

Pérdida del protagonismo internacional de la UE: Europa atraviesa un período muy convulso, pues la crisis financiera está poniendo todavía más difícil el proceso de construcción europea (imprescindible para que pueda competir como potencia mundial) y el colapso económico que se está haciendo visible en los países periféricos y emergentes, previsiblemente acabará generando tendencias proteccionistas muy serias.

Todo ello se podría agravar, a partir del 2012, caso de lograr Sarkozy ser reelegido Presidente de Francia y de superar su evidente falta de empatía con Angela Merkel, podríamos asistir en el horizonte del 2013 al inicio de la desmembración de la actual Unión Europea y su sustitución por una constelación de países satélites dentro de la órbita de la alianza franco-alemana (la llamada Europa de los Seis).

Ello podría conllevar un notable distanciamiento en política exterior con EEUU, pues tras la constitución en Israel de un Gobierno poco proclive a las tesis palestinas, no sería descartable que -a medio plazo- la UE se viera obligada a revisar los acuerdos económicos preferenciales con el Estado de Israel, siendo previsible asimismo una tardía reafirmación de la soberanía francesa, que se plasmaría en la salida de las tropas francesas de Afganistán antes de las Presidenciales del 2012 y en la posterior salida de las estructuras militares de la NATO. (emulando a De Gaulle) y un acercamiento a Rusia.

De la default a la quiebra en Grecia: La deuda pública griega supera ya los 340.000 millones de euros y agrava la situación económica del país, con un déficit del 10,3% de su Producto Interior Bruto (PIB) en 2010 y según medios de comunicación griegos. Atenas consultará a la Unión Europea (UE) y al Fondo Monetario Internacional (FMI), que vigilan la puesta en práctica de un plan de austeridad con vistas a tal reestructuración, existiendo el temor de que podría incumplir sus pagos.

Se denomina suspensión de pagos o cesación de pagos (en inglés default), a la situación concursal en la cual un empresario o una sociedad mercantil se encuentra, cuando no puede pagar la totalidad de las deudas que tiene con sus acreedores por falta de liquidez. . Es un procedimiento que tiene por objeto llegar a un acuerdo entre el deudor y los acreedores, bajo supervisión judicial, sobre el modo en que se pagará. La diferencia con la quiebra se encuentra, en que en la suspensión, el deudor tiene suficientes activos para hacer frente a sus deudas, pero sus activos no son lo suficientemente líquidos, por lo que la suspensión de pagos es una situación concursal temporal, mientras que la quiebra es definitiva.

La troika que comprenden la UE, el FMI y el BCE, llevan tiempo presionanado a Grecia con un riguroso programa de privatizaciones, debido a su desorbitante Deuda Pública (de 340 mil millones de euros) y y ha obligado a todos los partidos políticos a aprobar más medidas de austeridad y reformas, que han provocado protestas violentas en las calles, pues la troika sólo propone la vía de las privatizaciones que serán tuteladas por un organismo de nueva planta profesional e independiente y afectará a ferrocarriles, puertos, aeropuertos, bancos, y compañías de agua y electricidad.

Por otra parte, las reformas estructurales y fiscales para modernizar la Administración pública y la sanidad, mejorar el mercado laboral y adaptar la presión fiscal a las circunstancias (rebajar el IVA situado en la actualidad en el 23%), son principios genéricos que se traducirán en subidas de impuestos, reducción de funcionarios, supresión de organismos públicos, recortes salariales y flexibilidad en el mercado laboral.

Los expertos de la llamada «troika» habrían concluido, según un documento secreto publicado por la web italiana Linkiesta y recogido por el diario ABC, que: » Atenas no sólo no podrá hacer frente a sus obligaciones financieras, sino que, además, sufrirá una «fuerte devaluación interna», una significativa caída de precios y de salarios en los próximos años».

Hacia la Europa de los Seis: Finalmente, podríamos asistir -en el horizonte del 2013- al inicio de la desmembración de la actual Unión Europea y su sustitución por una constelación de países satélites dentro de la órbita de la alianza franco-germana (la llamada Europa de los Seis), debido a las exigencias del BCE de cumplir con el límite marcado para el déficit público del 3% para el 2013, empresa harto complicada para países como Portugal, Italia, Grecia, España, Reino Unido e Irlanda y que superan con holgura el primitivo listón fijado por el BCE, (3%).

La nueva Europa de los Seis (Francia, Alemania, Bélgica, Luxemburgo, Holanda y Austria) estará dirigida por líderes locales de fuerte carisma y personalidad, que derivarán en la práctica en poderes presidencialistas con claros tintes autocráticos. Dicho período vendrá marcado por Ratificación de la Política de Buena Vecindad con Rusia, mediante la firma de acuerdos preferenciales con Francia y Alemania, para asegurarse el suministro de gas y petróleo rusos e incrementar los intercambios comerciales, debido a la dependencia energética europea (21% de las importaciones de petróleo y 40% de gas proceden de Rusia) y a que el 40% del comercio exterior ruso se realiza con la UE, frente a un exiguo 5% con EEUU, por lo que no sería descartable una tardía reafirmación de la soberanía francesa, que se plasmaría en la salida de las tropas francesas de Afganistán, antes de las Presidenciales del 2012 y en la posterior salida de las estructuras militares de la NATO.

Los países periféricos (Italia, Grecia, Portugal, España, Irlanda, Malta y Chipre), deberán retornar a sus monedas nacionales y sufrir la subsiguiente depreciación de las mismas, regresión a niveles de renta propias de la década de los 90 e inicio del éxodo al medio rural, de una población urbana afectada por la asfixia económica, embargo de viviendas e ingreso en las listas del paro, con la consiguiente revitalización de extensas zonas rurales, rejuvenecimiento de su población y regreso a escenarios ya olvidados de economía autárquica.

Mientras, Finlandia pasará a integrarse en la Federación Escandinava (Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia e Islandia) y los países bálticos (Letonia, Estonia y Lituania), quedarán abandonados a su suerte una vez más, siendo finalmente fagocitados por el abrazo del oso ruso.

En el caso de Grecia, asistiríamos a escenarios de devaluación de su moneda (dracma griego); alta inflación, galopante tasa de paro y deuda desbocada, radicalización de los otrora aburguesados y sumisos sindicatos de clase, (Confederación General Griega del Trabajo GSEE), la ruptura del diálogo social con la patronal, frecuentes estallidos de conflictividad laboral, el auge de partidos como el Partido Comunista Griego (KKE) y la aparición mediática de los grupos antiglobalización que, utilizando tácticas de guerrilla urbana, pondrán en jaque a las fuerzas de seguridad. Ante esta situación y sin el paraguas protector de la UE, no sería descartable la reedición del golpe de los Coroneles (1967), (que sería un episodio local dentro de un nuevo escenario de Guerra Fría entre EEUU y Rusia) y que contaría con el apoyo encubierto de EEUU dentro de su objetivo de anular los esfuerzos de Rusia para fagocitar países europeos.

El resto de países no integrados en dicha órbita (Países de la Europa Emergente) se verán obligados a devaluar sus monedas, a sufrir masivas migraciones interiores y a retornar a economías autárquicas, debiendo proceder a la reapertura de abandonadas minas de carbón y obsoletas centrales nucleares, para evitar depender energéticamente de una Rusia que -conjugando hábilmente el chantaje energético- irá fagocitando a la mayoría de los países desgajados de la extinta URSS.

Mención especial merece el caso del Reino Unido en el que convergen una mayor exposición a los activos tóxicos (hipotecas subprime), a los activos inmobiliarios y una libra revalorizada, que ha estancado sus exportaciones, por lo que se verá obligado a realizar sucesivas bajadas de tipos de interés, implementar medidas cuantitativas (Quantitative Easing) para incrementar la base monetaria, depreciar repetidamente su moneda para estimular sus exportaciones y a aplicar medidas proteccionistas. Además, tras retornar al poder los conservadores liderados por David Cameron y fieles a su política euroescéptica, (nula voluntad británica de embarcarse en un proyecto en decadencia en el que la soberanía británica estaría supeditada a los mandatos de Bruselas), podrían abandonar la UE y pilotar finalmente la nave capitana de una revitalizada Commonwealth.

Dirección-E: [email protected]