Heterodoxias Argentinas

Un crecimiento económico de más del 8 %, no obstante contrasta con alta inflación y el riesgo país

El crecimiento de la economía argentina, medido a través del crecimiento del PIB, amenaza estar durante el año 2011 por arriba del 8 %, lo cual, de concretarse, sería la tasa más elevada en el contexto latinoamericano y una tasa elevadísima a nivel internacional, sólo comparable con la de China. Ya en el año anterior, la economía argentina había crecido a una tasa de 9,2 %.

La economía peruana también creció a tasas aceleradas durante el período presidencial de Alan García, pero éste –o su partido- no pudieron traducir ese éxito económico en éxito político. El Presidente Piñera en Chile también ha puesto a crecer a la economía por sobre las tasas del período presidencial anterior, pero ha cosechado los menores índices de apoyo ciudadano que se conozcan en los últimos 20 años de democracia. Parece deducirse, por lo tanto, de estos dos casos cercanos, que no hay una correlación directa o mecánica entre el éxito económico de un país y el éxito político del gobernante correspondiente. La Presidente Fernández, sin embargo, parece ser un ejemplo de la tendencia contraria: cabalgando sobre el éxito económico, se acerca a una cómoda reelección presidencial.

A presar de esta situación caracterizada por estabilidad política y crecimiento económico, la tasa riesgo país de Argentina –medida por el indicador correspondiente de la banca J.P. Morgan- era, al 19 de septiembre, de 868, cifra sólo superada en América Latina por Ecuador (911) y por Venezuela (1310). ¿Por qué esta mala imagen y este alto riesgo de la economía argentina?

Hay algunos elementos que se pueden mencionar, para buscarle respuesta a dicha pregunta. En primer lugar, la deuda externa bruta total de Argentina, supera los 130 mil millones de dólares, volumen que ocupa el tercer lugar en América Latina, después de la deuda de México y de Brasil. En segundo lugar, mucho del crecimiento económico de Argentina de estos últimos años descansa, en el crecimiento de las exportaciones y en el aumento de los precios de ciertos productos básicos que Argentina le vende al mundo. Esas exportaciones, tienen como principales clientes a China y a Brasil y los dos países -si bien no están en absolutos cercanos a una situación de crisis- parece que tendrán necesariamente que ralentizar sus niveles anteriores de crecimiento, lo cual afectará al comercio exterior argentino. Un ejemplo de ello son las ventas de soya a China, que en el período enero-agosto de este año, se redujeron en un 50% con respecto a los volúmenes del mismo período del año anterior. Otro problema que pesa en forma amenazante sobre la economía argentina, es el problema de la inflación.

En el año 2010 el índice de precios para Buenos Aires aumentó en un 10,9 %, lo cual se suele tomar como indicador de la inflación en todo el país, aun cuando hay muchas voces que argumentan que en el interior, la inflación es mucho más elevada. En los ocho primeros meses de este año ese indicador capitalino muestra un valor de 6,4 %, lo cual refleja que el problema se mantendrá más o menos en los mismo términos que el año anterior. Tasas de inflación de dos dígitos se consideran ya universalmente como una situación que afecta negativamente el crecimiento económico. De allí que las previsiones del FMI y de otros organismos internacionales calculan en 4,3 % el crecimiento que mostrará la economía argentina en el próximo año -la mitad de la tasa de este año– lo cual tampoco es una tasa ni económica ni políticamente preocupante, máxime cuando las elecciones ya habrán pasado.

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