Historia de superación personal

Había un país de América del Sur que tenía dentro de su hermosa geografía una selva inmensa, la cual estaba habitada por animales de todo tipo de especies, algunas de ellas raras e inimaginables. Se encontraban elefantes, jirafas, rinocerontes, cebras, leones, tortugas, mautosas, escóndilas, recodiaz y por supuesto monos.

Lo interesante es que habían empresas, universidades, colegios, hospitales, mercados, todos ellos administrados por los propios animales y al servicio de la selva. Era común encontrar elefantes diseñando puentes, leones enseñando inglés, cebras ejerciendo medicina, tomacoros administrando hospitales y monos en la gerencia general de grandes empresas públicas y/o privadas.

Lucky, un joven mono de 28 años de edad, ejercía la Gerencia General de la empresa Nuestra Selva SA la cual se dedicaba a la construcción de Hospitales y Clínicas. Él había cursado dos Maestrías y un Doctorado; practicaba muchos deportes siendo su preferido la natación. Se pasaba constantemente indicando que era un genio y el mejor nadador de la selva; que nadie en toda la historia selvática tenía mejores recursos que él. Sus conductas de ególatra y egoísta no le permitían ver ni escuchar ni evolucionar.

Era el mes de febrero, en esos días había llovido torrencialmente, de modo que el principal río de la selva estaba en el mayor caudal de la historia. Reunió a todos los trabajadores de Nuestra selva para que vean su capacidad de pasar el rió nadando hasta la otra orilla. Todos los trabajadores salieron a verlo, algunos de ellos trataron de desanimarlo y fue inútil por qué no escuchaba a nadie.

Lucky se lanzó al río dispuesto a demostrar su competencia y comenzó a cruzar con rapidez la tercera parte del río; sin embargo como a la naturaleza y fuerza de las aguas del río, no le interesa lo que hombres o animales opinen de ella, empezó a arrastrar sin lástima al animal hasta una violenta, enorme y mortal cascada. El mono gerente luchaba con energía contra la fuerza de la corriente y aún seguía siendo arrastrado hacia la muerte segura. El esfuerzo por sobrevivir decayó por el cansancio y el animal se resignó a su fatal destino.

De pronto apareció de las aguas un tronco de un árbol, el cual quedo atrapado entre dos piedras salvadoras. El animal se trepó rápidamente y logró salvarse, saltaba de alegría y no lo podía creer. Consideraba que ello era un milagro, un mensaje divino, la gran oportunidad que Dios le enviaba y prontamente pensó: “tengo que cambiar mi forma de ser”, “debo ser más bondadoso”, “seré servicial con quienes lo necesiten”, “daré lo mejor de mí para ayudar”.

Esa noche reflexionó en cómo brindar servicio a los demás y encontró la primera actividad a realizar: “empezaré a ayudar a los peces”, se dijo.

Al día siguiente, se levantó muy temprano y empezó su misión de servicio a los demás. Se acercó a las orillas del río caudaloso y empezó a mirar entre las rocas. Cada vez que veía pasar nadando un pez, lo sacaba rápidamente del río, para que no le pase lo mismo que a él, es decir no sea arrastrado por la corriente y no muera ahogado en la enorme cascada.

Con el afán de seguir sirviendo, se prometió realizaba esta actividad todos los días y así lo hace hasta el día de hoy. ¡Hay que tener cuidado!, ya que en nuestro mundo existen muchos más Luckys que consideran que lo que es bueno para ellos, tiene que ser bueno para todos. A veces olvidamos que el servicio exige motivación clara, metodologías adecuadas y capacidad real. De lo contrario podemos estar ayudando a aumentar el dolor o malestar de los demás.

Fuente: http://www.gestiopolis.com/organizacion-talento-2/historia-superacion-personal.htm