Hoy más que nunca: moral y luces

(Nota del Editor: El presente artìculo se reproduce, debido a su pertinencia en las circunstancias actuales que vive nuestro paìs.)

 

ANTONIO RIVAS |  EL UNIVERSAL – martes 30 de julio de 2013  12:00 AM – Pueden ustedes escoger cualquiera de los problemas que como sociedad tenemos: delincuencia, corrupción, desabastecimiento, inflación, deficientes servicios públicos, etc. Todos sin excepción, tienen su raíz en aquello que El Libertador llamó nuestras primeras necesidades: moral y luces. El único e innegociable camino para salir del hueco donde estamos.

En Venezuela, la palabra "corrupción" está a la par de "comida" y "agua" por la frecuencia con la que se usa. Sin embargo, moral no es algo de lo que solo carecen los ladrones de cuello blanco, nosotros somos expertos en películas piratas, en robarnos la señal de cable, en abultar y desinflar facturas, en usar los bienes de las empresas en las que trabajamos para fines personales, en matraquear al fiscal de tránsito para evitar la multa. Somos muy enérgicos en señalar la corrupción e indignarnos, de palabra, ante ella, pero la cruda verdad es que ningún país llega adonde estamos en carencia de principios con solo diez, o cien, o mil corruptos. Esta triste realidad la formamos millones. A distintos niveles, con distinta frecuencia, pero de una manera u otra todos hemos sido partícipes.

No pretendo extenderme en discursos moralistas que puedan sonar a prédica de plaza. Ni quiero tampoco ser absolutista. Existen personas de una conducta ejemplar en nuestro país. Mas me refiero a nosotros, en general, como sociedad. Todo cambio inicia con un análisis y una reflexión, así que sin ánimos de querer señalar ni esconder, sabemos bien dónde estamos fallando y sabemos cómo corregirlo. Falta querer hacerlo.

Por otro lado, el término Luces se refiere, como sabemos, a nuestra educación. A mi juicio, la educación es algo integral que se construye en dos pilares: conocimientos y hábitos, muy firmemente ligados entre ellos y, por cierto, al aspecto moral que rige, o debiera regir, nuestro comportamiento.

Creo firmemente en el poder de la educación, porque el conocimiento es la única forma de energía que cuando se transmite se duplica. No solo no es agotable, sino que se multiplica, podemos decir infinitamente. Si tenemos cien albañiles y cada uno forma a uno nuevo, pues tenemos 200 albañiles. Sencillo ¿no? El poder de una nación está en la educación de sus habitantes, ni más ni menos. No tiene que ver con riquezas, ni recursos, ni petróleo, sino con educación. Pero una educación completa no son solo estudios, son también hábitos de vida positivos, como lectura, conservacionismo, buenos modales, disciplina, responsabilidad, etc. De nada vale tener un doctorado en física y botar papeles en la calle, manejar borracho y no ceder paso al peatón en un cruce ¿verdad?

La buena noticia es que trabajar en nuestra conducta ética, educar y ser educado, y adquirir hábitos de conducta positivos no depende del gobierno. Ni de Maduro, ni de Capriles. Es una decisión individual, y se fomenta en casa. Claro está que gobernantes y pueblo tenemos un rol distinto que jugar, pero ambos son importantes. En la medida en la que el pueblo lo considere importante, los gobernantes lo harán, y viceversa.

La no tan buena noticia, es que transformar estos elementos a un nivel notorio en una sociedad, pues, toma años, quizás generaciones. Pero no llegamos aquí de la noche a la mañana, nos fuimos acostumbrando poco a poco a ser permisivos en nuestra conducta y a restarle importancia, como sociedad, a la educación y a la cultura, así que nos tomará años corregir. Pero los que tienen hijos entenderán que por ellos vale la pena empezar a andar el camino. Si no somos la generación que vea esa Venezuela íntegra, por lo menos seamos la que tomó la decisión de cambiar el rumbo para llegar allí.

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