(Inflación + Devaluación) = daño a los venezolanos

La incertidumbre que ha estado viviendo el país, básicamente en términos de inflación, control de precios y escasez como resultado de la baja de la producción nacional de alimentos de la dieta básica ha tenido efectos directos sobre la capacidad de compra de los hogares venezolanos. El impacto como siempre, ha golpeado con mayor fuerza a los estratos sociales más bajos a pesar del soporte dado por el Gobierno.

Según el Banco Central de Venezuela en 2012, el índice nacional de precios al consumidor aumentó en 20,1%, porcentaje menor que los aumentos suscitados desde el 2006. No obstante esa disminución, existe la creencia que la inflación en el 2013, no continuará disminuyendo, sino que probablemente se remontará y continuará siendo la inflación más alta de Latinoamérica y de las más altas del mundo.

Ese regreso a una tasa de crecimiento de la inflación mayor a la del 2012, puede ser atribuida a los siguientes 10 factores:

i) a la reciente devaluación cambiaria que ocasionará que los mayores costos de producción o importación sean transferidos a los consumidores; ii) a la alta tasa de escasez de productos que reina en el mercado y que no podrá ser disminuida de un día para otro; iii) al contrabando de productos a los países vecinos por representar mayores ganancias para los comerciantes; iv) al remarcaje de precios efectuados por los distribuidores pese haber recibido divisas preferenciales; v) a la sobrefacturación de los productos adquiridos con dólares preferenciales por agentes económicos inescrupulosos; vi) al alto nivel de liquidez monetaria o circulante en manos del público alimentado por el Gobierno, ya que cuando esta no va acompañada con incrementos de producción, la oferta monetaria empuja la inflación al alza; vii) al acaparamiento de ciertos productos como el caso de los vehículos y ciertos alimentos; viii) a la influencia del dólar paralelo en la formación de los precios especulativos de ciertos comerciantes con el cuento de los costos de reposición; ix) a la tardanza de no definir un mecanismo alternativo al suministro de divisas que anteriormente eran suplidas por el Sitme que ha sido prometido por el Ejecutivo y nada que aparece y; x) por la incertidumbre que ocasiona la presunción de que no se dice la verdad acerca de la salud del presidente Chávez.

Por todos esos factores distorsionados en la economía venezolana será muy difícil que se reduzca la inflación en el 2013.

El Gobierno ha intentado frenar el efecto inflacionario de las inyecciones monetarias con importaciones (que garanticen la disponibilidad de bienes) y controles (que detengan los aumentos de precios) y el manejo del otorgamiento de las divisas, pero los resultados hasta el momento no han surtido el efecto deseado y además existe el peligro que esa estrategia sea insostenible en el tiempo. Cabría esperar entonces, una inflación para el presente año a niveles de (25% – 27%), a pesar de la supervisión controladora que ha anunciado el Ejecutivo Nacional.

De manera que, es previsible que el poder adquisitivo de la mayoría de los venezolanos se vea disminuido este año y que el Gobierno continuará con la política de incrementar el salario mínimo y la Cesta ticket y el control de precios para emparejar el consumo especialmente de los más necesitados.

Sin embargo, continúa la preocupación que mientras el país dependa exclusivamente del desenvolvimiento de los precios del petróleo y no se materialicen los esfuerzos por estimular al sector privado a realizar inversiones e incrementar la producción local como forma de evitar los altos niveles de importación e inclusive alentar a los potenciales exportadores, los esfuerzos serán en vano y los resultados poco alentadores.