La Biblia y el mundo

No se trata del gobierno de una iglesia en particular, ni siquiera de un gobierno de cristianos, se trata -eso si- de promover los valores y las enseñanzas bíblicas para todos, creyentes y no creyentes.

Nuestra fe impone el amar al prójimo como a nosotros mismos, sin ningún tipo de distingos y ese amor pasa necesariamente por interesarnos y ocuparnos de su bienestar.

El ser humano y su destino no puede sernos indiferentes y, mucho menos, el desarrollo de los valores de nuestra fe. En Romanos 12,2 se nos dice: “No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

La visión cristiana ha venido, desde hace 2000 años, perfeccionando la forma de vida del mundo occidental, en la misma medida que la fe se ha venido consolidando a través del accionar protagónico de los cristianos.

Hoy en día, en Turquía, sede de las siete iglesias, en su época de mayoría abrumadoramente cristiana, hemos sido relegados a una ínfima minoría. Con 17 millones de habitantes, de mayoría musulmana, apenas hay 3 mil cristianos, en buena medida debido a la indiferencia de algunos cristianos, de ayer y de hoy.

El gobierno de Turquía aspira hoy ser miembro de la Unidad Europea y ese pedido ha sido rechazado, por incumplimiento de cláusulas democráticas, entre las cuales figura, increíblemente, la prohibición de predicar el cristianismo en ese país. El presidente Obama aboga por que se le permita su entrada, pero los cristianos de todo el mundo debemos rechazarlo, y reclamar que de la misma forma que entre nosotros se permite la predicación de creencias diferentes a las nuestras, nuestra fe también tenga garantías, para poder predicar con libertad plena, por todos los rincones de ese país, como condición previa para ser aceptado como miembro pleno, de la UE.

En nuestra fe, el hombre es libre por definición, disfruta del libre albedrío, y es el mayor don dado por Dios. La adoración y obediencia ciega sólo a Él, la debemos. Entre nosotros, nuestros lideres no se enseñorean sobre nosotros, ni tienen potestades especiales, sino que son servidores y sus poderes limitados. Esta visión del mundo se ha demostrado, donde prevalece, como garantía del mayor número de felicidad posible para sus ciudadanos: con libertad, prosperidad y abundancia. Los cristianos tenemos el compromiso de la inconformidad con lo que pasa en el mundo, y ser activos en la construcción de un mundo cada día más agradable y perfecto para todos: por amor a nuestro prójimo y a nosotros mismos.

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