La calidad de la educación de los hijos de Venezuela, es muy importante como para dejarla en manos de unos pocos.

Muchas son las cosas que se pudieran decir acerca de lo que es necesario realizar, para mejorar el rumbo de nuestro país, pero quizás ninguna sea de tanta importancia, como la que tiene que ver con la educación de nuestros hijos que son el futuro de Venezuela. Es por ello, que no podemos dejar semejante tarea a unos pocos que pretenden atribuirse haber identificado la vía para hacer un mejor país.

Es cierto que nuestra enseñanza básica y universitaria no es la mejor, (pudiera ser de más calidad), es cierto que, con intención o no, por descuido o por desconocimiento, se han excluido ciertos sectores de la población a las inmensas y casi únicas posibilidades de mejora que brinda la educación. Por lo tanto, este pudiese ser un buen momento de revisar, discutir y definir acerca de la educación que queremos.

Se percibe que el Gobierno tiene intenciones de abordar la problemática de la educación básica y ha presentado un modelo educativo nacional, cosa que no sería mala, si este fuese para discutirlo previamente antes de instrumentarlo.

Si partimos del principio, que como la educación de los hijos de Venezuela nos interesa a todos los venezolanos, la elaboración de un modelo educativo nacional más que un asunto del gobierno de turno, es un asunto de naturaleza de Estado, por lo que involucra a todos los venezolanos como nación y debería ser el resultado del más amplio consenso posible.

En la Fundación Uslar se acaba de realizar un importante encuentro de intelectuales, desde donde han salido declaraciones que, resultado del análisis técnico realizado, se resumen así: ¨la inclusión en el sistema educativo de áreas contrarias a las más actuales tendencias de la educación universal y que se pretende, de manera clara en la propuesta del Gobierno, sembrar antivalores totalmente superados por nuestro tiempo, tales como el inmenso contenido de cultura militarista en los pensa académicos, en una edad clave de formación de los adolecentes venezolanos, lo que traería graves consecuencias en nuestra cultura, tradicionalmente comprometida con la paz y la concordia entre nuestros pueblos vecinos y países del mundo entero¨

Si eso es cierto, no nos queda otra que afirmar que el Gobierno no está actuando como debería y que nos cuesta creer que, al menos la sociedad venezolana democrática, se deje pasar ese modelo inconsensuado y antidemocrático. No debería quedarle dudas al Gobierno de que este es un país democrático y que pregona su libertad, que no quiere ser comunista, marxista u otro que se les parezca. ¿Cómo es que no quieren internalizar los estudios efectuados al respecto?. Lucen torpes esas actitudes, los venezolanos queremos vivir en armonía; lo que se debería impulsar es la unión para hacer de este país una referencia internacional de paz y no de guerra.

En cuanto a la Universidad, pudiésemos señalar como se dijo anteriormente, que no es la que quisiéramos; es más, nos atreveríamos afirmar que el auge de la educación universitaria, nunca fue tan necesario para el funcionamiento normal de la sociedad como ahora.

Ya lo dijo V. Guedez (1997): “La educación es lo menos que ha cambiado a lo largo de todo un siglo y es lo que más necesita cambiar”. Por años, independientemente de la calidad de su investigación, ha estado investigando acerca de su entorno, pero no lo ha hecho a su interior.

En relación a las pretensiones de la eliminación de la Prueba de Aptitud Académica, como fórmula previa, junto con otros indicadores para entrar a la universidad, yo quiero formular la siguiente pregunta:

¿Quién no desea una educación universitaria de calidad?

Nadie desea una Universidad mediocre. Ni los estudiantes, ni los profesores, ni sus autoridades y la sociedad que ha cifrado sus expectativas de desarrollo científico-tecnológico y/o social y humanístico en ella, menos. Y en especial, nosotros los padres, estamos sumamente interesados que nuestros hijos dispongan de una buena educación, es decir, de calidad.

Visto de esa manera: La búsqueda de la excelencia, como grado máximo de la calidad, es un argumento inatacable.

Es, por esa razón, que la sociedad venezolana en general, no puede estar de acuerdo con un potencial desmantelamiento de la educación superior en nuestro país; por el contrario, el Estado lo que debe hacer, es disponer de mayores recursos físicos, monetarios y humanos para fortalecer la escuela básica, media y superior, si de verdad se quiere orientar al país por caminos de excelencia y superación.

De lo que se trata, no es de retroceder; se trata de dar pasos hacia adelante, no de involución y menos hacer de la Universidad un lugar, para buscar un espacio político, como lo argumentan los críticos a las acciones planteadas por el Ministerio de Educación Superior.

De manera que, la búsqueda de fórmulas para incluir socialmente a la población de menores recursos y de ofrecerles oportunidades, a través de la educación superior, no pueden estar sujetas a la búsqueda de fórmulas de entrar a la Universidad, sin ningún criterio de evaluación e ir en desmedro de la calidad que tenemos, la cual debe ser mejorada. Tiene que ser por otras vías, para lo cual las mismas universidades están ganadas al efecto.

Es más, la calidad en la educación superior es, hoy día, un propósito común en el mundo, (EE.UU., América Latina, Europa, Asia, Australia, Nueva Zelandia). Por esta razón, la calidad asumida como una nueva función universitaria, pasa a representar uno de los retos más trascendentales de cara al nuevo milenio. Por esa y por otras razones, no podemos sucumbir a propósitos que no sean los de elevar ésta.