La carta de Luis Vicente León a Pérez Abad sobre el cochinito.

Por Luis Vicente León en Prodavinci

Hola, Miguel. Tiempo sin verte.

Te tengo aprecio y pese a nuestras diferencias en la forma de ver la economía y las soluciones a la crisis, siempre digo que es mejor discutir estos temas contigo que con quienes andan más perdidos que señora en farmacia pidiendo Eutirox y creyendo que hay.

Confieso que me había comido las uñas y hasta los pellejitos para evitar la tentación de batearte la chapita que tiraste cuando le pediste a los empresarios romper sus cochinitos en dólares para mantener la producción de sus empresas. Y no te la quería batear porque, sinceramente, uno no puede pasarse la vida en Venezuela bateando chapitas. Sin embargo, hay que escoger alguna de las millones que tu gobierno tira a diario y no me pude resistir, dado que este planteamiento ha sido también utilizado por algún diputado chavista y hasta por el propio Presidente como un argumento para desprestigiar a los empresarios que han tenido que cerrar sus plantas debido a la ausencia de insumos, el impago de deudas comerciales, la eliminación de los créditos de proveedores y el colapso de la producción de materias primas, muchas provenientes de las empresas expropiadas por el Estado, ese mismo Estado que hoy tiene el tupé de amenazar a quienes no pueden producir por su culpa.

Coincidimos en algo clave: lo normal, lo deseado, lo adecuado, es que todos los empresarios usen sus dólares, sus bolívares y su patrimonio completo para financiar sus empresas, sus inversiones, su capital de trabajo y, por supuesto, sus importaciones. De eso se trata la inversión privada, ésa que el gobierno espanta a pesar de que es la base del desarrollo de todos los países exitosos del mundo.

El tema es que quienes impiden que los empresarios usen sus dólares para importar son ustedes y sus políticas de control cambiario.

Me permito recordarte, Miguel, que en Venezuela no se pueden cambiar divisas fuera del control estatal. ¡Supongo que no estás invitando a los empresarios a romper la ley! Así que eliminemos, entonces, de este análisis la posibilidad de que estés planteándole que coloquen sus divisas en el mercado paralelo, vendan sus productos en bolívares de acuerdo con los costos de ese dólar alternativo y vuelvan a comprar divisas libremente en ese mercado para poder importar de nuevo productos y así seguir operando. Porque si éste fuera el caso, entonces tu planteamiento sería lógico y racional y estaríamos hablando de un mercado abierto, que sinceraría la economía y permitiría que fluyeran dólares privados al mercado sin tener que pasar por el primitivo sistema cambiario y sus divisas restringidas, entregadas de manera ineficiente y corrompible.

Pero lo que tú estás planteando, Miguel, es que las empresas traigan las divisas, propiedad de sus accionistas, y las metan en un mercado cerrado que luego impide que las puedan sacar otra vez. Es decir: invitas a los inversionistas privados a encarcelar sus dólares. Los obligas a que valoren esas divisas al precio del dólar oficial, pero no porque pretenden reconocerles luego la posibilidad de recomprar los dólares a ese precio para poder volver a importar los insumos necesarios y seguir su ciclo de producción.

Y así no, Miguel.

¿Les dices que hagan bolívares y luego les niegan los dólares oficiales para poder importar de nuevo? ¿Y entonces? ¿Y después? ¿Les vuelves a decir que traigan más dólares propios para seguir operando? ¿Se supone que para producir en Venezuela hay que meter y meter y meter dólares que nunca podrás sacar y que, cuando se te acaben todos los dólares, entonces sí cierras la fábrica y ustedes la expropian?

Chico, Miguel, me encantaría oírte una conferencia invitando a los inversionistas a invertir en Venezuela y usar este argumento. No me perdería la cara de la audiencia por nada del mundo.

Saludos, viejo. Nos vemos por ahí.