La causa principal de nuestros males económicos

El déficit fiscal. He allí «el agujero negro» de nuestra economía. Precisar correctamente su origen, así como el modo en que pervierte el desempeñó de variables macroeconómica claves, es fundamental a los fines de eliminarlo y diseñar el cuerpo de políticas alternativas.

¿Qué es? Simple: un exceso de gastos sobre los ingresos públicos obtenidos. Un principio fiscal de validez universal dice que en tiempos de bonanza debe ahorrarse a fin de contar con recursos cuando el ciclo cambie de dirección, que siempre en algún momento cambia. Racionalidad económica aplicada al manejo de los flujos de ingresos que por diversos motivos entran a las arcas del tesoro público. Práctica tan cierta cómo vieja, que fue el consejo que José, bisnieto de Abraham, el patriarca judío, le dio al faraón egipcio, hace varios miles de años atrás. Claro, también está sabía norma la ignoró el chavismo.

Cuándo observamos la relación ingresos/gastos públicos en los últimos 12 años, constatamos que el gobierno «Bolivariano» gasto mucho cuando, esencialmente por aumento del precio del petróleo, le ingresaron ingentes recursos financieros, pero también, gasto bastante cuando aquellos disminuyeron.

Una precisión conceptual.

Tanto los ingresos fiscales, como el gasto, se miden en proporción al Producto Interno Bruto, esto es, al tamaño de la economía. Es la forma más objetiva de hacerlo. Aclaremos esto último para los no entendidos en los asuntos económicos y financieros.

Por ejemplo, sean A y B los nombres de dos países, cada cual tiene un PIB de 100 unidades monetarias (UM) y 200 UM respectivamente; asumamos además, que el gobierno del país A gasta 20 UM, e igual el del país B.  A primera vista los gobiernos de ambas naciones gastan exactamente lo mismo, esto es, 20 UM. Pero he aquí el detalle: el país A, su gasto fiscal se hace sobre una economía que produce 100 UM, es decir, se gasta el equivalente al  20% del PIB; y, en el caso del país B el gasto fiscal se hace sobre un PIB de 200 UM, es decir, gasta solo el 10% en relación a lo que produce, o lo que es lo mismo, la mitad respecto al gasto fiscal de A. Sea uno u otro caso, tal situación tiene inmensas implicaciones tanto en términos del diseño de la política macroeconómica, cómo de los efectos de la misma. Por cierto, siguiendo esta misma línea argumentativa es por lo que en economía el desempeño de las variables más importantes se hacen en relación al Producto Interno Bruto.

Veamos el comportamiento de los ingresos y el gasto público, como porcentaje del PIB en el período 2006-2017.

El gráfico representa nítidamente la naturaleza del gobierno que tenemos: manirroto, populista, gastivo, imprevisivo. Gasta muy por encima de lo que le ingresa, traduciéndose en un resultado deficitario en el balance fiscal del país ininterrumpidamente desde el 2006, alcanzando un promedio de 17,5% del PIB entre 2012-2017.

¿Qué significa 17,5% del PIB de déficit fiscal?

La teoría económica estándar enseña que todo déficit fiscal que se financie sin necesidad de emitir dinero inorgánico -técnicamente se llama hacer uso del señoreaje-, es asimilable por una economía sin desatar profundos desequilibrios macroeconómicos; claro, siempre que su recurrencia no sea por una serie de tiempo extensa. Estamos hablando de déficit entre 1-3% del PIB. Cuándo se llega a niveles de 5-6% del PIB, es obvio que esa economía está en serias dificultades y requiere con urgencia un programa de estabilización fiscal; en ausencia de un programa de tal naturaleza y escalar el déficit a tasas de 10-12% del PIB  durante, por lo menos 2 a 3 años, de seguro se desencadenará un proceso hiperinflacionario. Venezuela presenta un déficit promedio de casi 18% del PIB desde hace 6 años. En consecuencia: ¿Porque extrañarnos de este asfixiante dislocamiento en el sistema de precios internos que se expresa en tasas actuales de incrementos mensuales del INPC de 140%? Es la consecuencia obvia de tamaña imprudencia fiscal.

El comportamiento del déficit en el período 2003-2017  se representa en el gráfico siguiente:

Financiación del déficit fiscal

¿Cómo los gobiernos pagan sus excesos de gastos?

Las vías clásicas para financiar un déficit son:1) mediante emisión de deuda pública;2) operaciones de cambio, que involucran la compra y venta de divisas y,3) mecanismos que implican modificaciones de la base monetaria, donde destacan fundamentalmente, la emisión inorgánica de dinero.

Un círculo infernal

En todo lugar y tiempo, cuando los desórdenes fiscales se hacen crónicos, abultados déficit se alimentan a sí mismos, incrementando en el tiempo la diferencia entre lo que gasta respecto a cada vez más menguados ingresos. Un círculo perverso, púes.

El mecanismo que une, en sucesión de etapas tal proceso es como se describe a continuación.

Un gobierno comienza vendiendo títulos de deuda para cerrar la brecha entre ingresos y gastos, que cuando se acumulan en cantidades importantes, enfrentará dificultades para obtener préstamos adicionales, sean internos o externos, debido a las dudas respecto a su capacidad para servir dicha deuda.

Por lo común -Venezuela, es evidencia empírica al respecto- un gobierno en estas condiciones también ha agotado su stock de reservas de divisas después de un periodo prolongado de fuertes déficits fiscales. ¿Como?

En la medida que los gobiernos gastan mucho más de lo que ingresan, parte de ese exceso de oferta monetaria se dirige a la compra de activos financieros externos, esto es divisas, puesto que los agentes económicos previendo una futura devaluación, en ánimo de proteger su patrimonio, transforman sus activos en bienes refugio, siendo en nuestro caso, el dólar americano uno de los preferidos. Es así como, la tasa de cambio se devalúa continuamente, pues no hay oferta de divisas que soporten una presión permanente de demanda, impactando hacia el alza el sistema de precios internos. Por ejemplo entre el 17A día del anuncio del programa de maduro y hoy -31/08- la devaluación de nuestro signo monetario se ubica en 42%. ¡En 12 días! Y continuará la tendencia devaluacionista.  Y otro lado, en lo absoluto debe sorprendernos la caída aparatosa habida en las reservas externas en posesión del Banco Central, puesto que el gobierno en aras de mitigar el efecto que sobre los precios tiene el tipo de cambio que se deprecia in crescendo hace fluir, en las cantidades que su stock de divisas lo permite, dólares para vía importaciones combatir la inflación interna.

Por supuesto, que la disminución del precio del petróleo desde julio del 2014 ha jugado un papel estelar en el comportamiento de las variables macroeconómicas que estamos considerando, pero su rol en todo caso, explicaría las magnitudes asumidas por ellas, más no su direccionalidad.

Agotada la capacidad de endeudamiento del sector público y situadas las reservas internacionales en niveles mínimos, el gobierno acude al negro expediente de cerrar la brecha fiscal, esencialmente, a través de la emisión inorgánica de dinero, aumentando la liquidez monetaria en valores nominales a niveles jamás vistos y multiplicando con creces los graves desequilibrios que en todos los órdenes presenta la economía nacional.

Entre la semana del 01/06 y la del 03/08 del año en curso la liquidez monetaria aumento 200%. Hablamos de una tasa de 12,5% semanal de crecimiento de la masa monetaria. Colombia, por ejemplo, requiere poco más de un año para ver incrementada su oferta monetaria en esa cantidad.

Resulta obvio el mecanismo perverso trasmisor de los desequilibrios económicos que nos afectan.

Un abultado déficit, consecuencia de una dislocada política de gasto público, hace crecer la liquidez monetaria a cotas increíblemente altas, que respecto a un flujo de bienes y servicios producidos en franco descenso desde 2013, genera un exceso de oferta monetaria que presiona sobre el mercado de divisas, determinando la caída de las reservas internacionales y la disparada de la tasa de cambio en el mercado no regulado, que en una economía, netamente importadora, como la nuestra, impulsa hacia el alza los precios, convertida en hiperinflación desde octubre del año pasado. A su vez, la inflación crónica, pulveriza el sistema impositivo público, al reducirse la capacidad de compra de los ingresos obtenidos por cobro de impuestos e, igualmente obliga al gobierno a aumentar la emisión de dinero inorgánico para continuar financiándose, lo cual aumenta el déficit y, se reinicia el perverso círculo.

Déficit fiscal cero.

Así lo anunció el presidente Nicolás Maduro el 17A. Solo que simultáneamente, decretó un aumento del salario mínimo de 5.900%, además el compromiso de sufragar el diferencial salarial del sector privado por tres meses, que en la práctica significa asumir el costo de toda la masa laboral del país, en momentos que PDVSA, la única empresa pública que en teoría genera ganancias ve descender su producción en casi 80.000 barriles diarios cada mes desde octubre del año pasado, comprometiendo seriamente su propia viabilidad financiera. Gamelote, pues. Demagogia de la más burda que por insípida no merece más comentarios.

Conclusión.

La emisión inorgánica de dinero continuará constituyendo la fuente más importante de ingresos públicos. El programa anunciado el 17A además que, le inyectará más vigor a la necesidad de financiarse con dinero sin respaldo, generará un estado de paralización económica de proporciones épicas, al optarse por una política de congelamiento de precios que obligará a cerrar a buena parte de las industrias y comercios que todavía se mantienen en pie, en razón de determinar rentabilidad negativa en las empresas productoras de bienes y servicios.

Este cuadro de financiamiento inorgánico del déficit fiscal, acompañado de una caída del PIB (producción de bienes y servicios) que de seguro será mayor al  -18% previsto por FMI, ex- ante del 17A, fortalecerá más aún la carrera alcista de los precios, que actualmente se ubica en la elevada tasa de 140% de crecimiento mensual.

¡Que oscuro pinta el inmediato futuro nuestro!