La Contabilidad en Jaque

Hace unos años atrás se supo en Wall Street del quiebre de la empresa Enron y luego, de Worldcom, sin contar con diversos problemas contables en empresas como Xerox, y Vivendi en Italia, entre otras, aduciéndose que se trataría de “maquillajes contables”: Capitalizaciones de costos como activos, políticas cuestionables de depreciaciones, transferencias de activos de corto a largo plazo, etc., concluyéndose que, deberían establecerse mayores controles y el problema se superaría.
Craso error. El problema de inicio pareciera ser sólo eso, pero la verdad es que el tema da para mucho más.

La discrepancia mayor en las empresas, en temas contables en el siglo XXI, ocurre por un motivo simple: los activos más importantes de esas organizaciones, ya no son las fábricas o máquinas declaradas como patrimonio en el balance. Ahora, lo importante y relevante, son las marcas, la capacidad emprendedora de los ejecutivos y funcionarios, el desarrollo de nuevas tecnologías, la creatividad, valores que la contabilidad tradicional no permite registrar. Las reglas contables de la era industrial fueron muy útiles, cuando las empresas producían bienes tangibles; pero ahora, se producen servicios, inteligencia y consiguientemente, bienes intangibles.

Por ejemplo, la mayor industria de calzado deportivo del mundo, Nike, no tiene fábrica. La mayor librería, Amazon, no tiene un metro cuadrado de tienda. La Lotus fue vendida a la IBM, por 15 veces su valor patrimonial. La filial americana de Nokia vende 200 millones de dólares, con cinco empleados. Microsoft vale en bolsa, ochenta veces el valor de sus activos tangibles. O sea, casi el 80% del valor de una de las más importantes empresas del mundo, no está regido por los padrones tradicionales contables.

Por consiguiente, los valores intangibles de las organizaciones adquieren mayor importancia con relación a los valores tangibles, lo que exige nuevas formas para registrar estos valores, a lo mejor en estados de capital intelectual, que midan el fluido neuronal que nos impone la era del conocimiento.
De acuerdo con los criterios tradicionales, una marca o un software no pueden ser contabilizados, pero poseen un gran valor de mercado.
Aquí está el gran problema de la contabilidad tradicional, aplicada a empresas basadas en lo intangible: ¿Cómo registrar en el balance aquello que el mercado más valoriza?

La relación entre el valor real de una empresa y el contabilizado en el balance, puede llegar a ser dramático. Un estudio realizado en Estados Unidos, señala una relación de 6 a 1, entre las mayores compañías de ese país.
Si lo llevamos eso a Chile, un 15% del valor total, está controlado por un ejército de profesionales, contadores, auditores, SII, Superintendencias, Colegio de Contadores y de auditores, etc…….. ¿Y el 85% restante?….. Pues no hay nadie que lo controle ni lo registre.

En realidad, actualmente no tenemos idea cuáles empresas grandes o pequeñas, nuevas o antiguas poseen capacidad organizacional sustentable.
Son las primeras armas sustanciales, en la batalla por convencer a las organizaciones, de que sus más valiosos recursos permanecen sin medirse ni administrarse. Vivimos todavía la “Edad de la artesanía mental”. El valor del contenido material de todos los bienes y servicios, está eclipsando rápidamente ante el valor del contenido mental. Sin embargo, seguimos ciegamente midiendo mal, manejando mal y evaluando mal a las instituciones, como si la mente no importara y nada hubiera ocurrido

Peter Drucker, señala: “La verdadera revolución de la información que se impondrá será liderada por quienes practiquen una contabilidad diferente. Élla va a incorporar el real valor de las empresas, que vendrá de afuera, no de dentro, como es hoy”.

Cuando tengamos información real, tendremos una contabilidad basada en actividades. Analizaremos el valor de los procesos integrados y no costos de tareas específicas. Sabremos identificar cuáles actividades agregan valor y cuales no. Sabremos el costo de no hacer, no sólo el de hacer. Sabremos cuánto vale una empresa para el mercado y no sólo para sus contadores o auditores.

El juicio ya se está haciendo y las personas están cuestionando los balances y la contabilidad tradicional. Como las reglas continúan basándose en un modelo de la época del horno a leña, continuarán los trucos contables para hacer más seductores y atractivos los balances cartesianos a los ojos del mercado accionario.

Según los expertos, la partida doble contable de Luca Pacioli, creada hace cerca de 500 años, es el resultado del matrimonio entre las matemáticas árabes y el uso del papel en Europa en la Edad Media, mientras que el Capital Intelectual es hijo del matrimonio entre las redes electrónicas globales y el pensamiento.