La crisis económica en Venezuela ¿Sin escapatoria?

Venezuela actualmente se encuentra en una grave crisis socioeconómica, marcada en gran medida por la conflictividad política, y en medio de políticas económicas inconsistentes ejecutadas desde el gobierno nacional.

Lo que hace que en el corto plazo no emerjan perspectivas positivas para la nación, generándose una situación desalentadora para el país, ante el escenario de no encontrarse una salida a la severa crisis política, dilatándose de esta forma cualquier avance en la renegociación de la deuda pública que se encuentra en default.

A su vez, cualquier intento que busque imponer algún tipo de alivio o recuperación económica al margen de la lógica económica y sin un plan articulado con los diferentes sectores de la sociedad, estará destinado al fracaso, dado la falta de un ambiente propicio de cooperación y generación de confianza para el devenir de los agentes económicos.

Por el contrario, este tipo medidas unilaterales según la experiencia pasada, buscan generar incentivos para burlar la trasparencia y suelen beneficiar solo a unos pocos, siendo por tanto instrumentos para el provecho individual y no social.

Aunque el tecnicismo es primordial al momento de diseñar un plan económico, la confianza basada en el consenso social juega un factor clave y determinante en su ejecución, porque más allá de la eficiencia y eficacia técnica del hipotético programa de recuperación económica, si carece de la gobernabilidad política mínima, estará condenado a fracasar, generando en el mejor de los casos nuevas distorsiones en el mercado.

Por otra parte, ante las condiciones impuestas por la pandemia y el inexistente margen de maniobra fiscal, el financiamiento externo deja de ser una opción y pasa a ser una necesidad imperante, pues en caso contrario, la continuación del financiamiento vía emisión monetaria no hará más que profundizar los desequilibrios macroeconómicos de la economía.

En este sentido, el gobierno posee dos opciones: 1) negociar con la oposición venezolana, incluida la facción dirigida por Juan Guaidó, en busca de ayuda de los multilaterales, opción que ha estado cerrada por la falta de legitimad de la administración de Maduro; y 2) buscar financiamiento por parte de bilaterales, como lo es el gobierno de China y Rusia, no obstante, esto último se dificulta dado que Venezuela ya posee altos niveles de deuda con estos acreedores. En términos de financiamiento, la política de endeudamiento desarrollada especialmente desde el gobierno de Hugo Chávez resultó en un arma de doble filo: si bien el endeudamiento fue concebido para financiar el desarrollo productivo, finalmente se convirtió en una pesada carga para las finanzas públicas.

A partir de 2004, con el alza extraordinaria de los precios internacionales del petróleo se generaron expectativas favorables sobre la capacidad de crecimiento de la economía. Esto derivo en el aumento sostenido del gasto público, superando los ingresos generados a través de la renta petrolera, lo que a su vez profundizó el endeudamiento y comprometió tanto la sostenibilidad de la deuda como la estabilidad del crecimiento económico.

La elevada concentración de los ingresos derivados de los hidrocarburos observada en la economía venezolana se puede evidenciar en la pérdida de competitividad mostrada en el Índice de Complejidad Económica (ECI), el cual mide la complejidad de las actividades presentes en las economías en medición, en la cual Venezuela descendió del puesto 63 en el 2004 al 113 en el 2019 (de 151 países en medición), perdiendo 50 casillas en los últimos 15 años.

Actualmente, ante la poca capacidad de maniobra que tiene Venezuela frente a los compromisos con sus acreedores, en términos de capacidad de pago y las sanciones, han generado altos niveles de incertidumbre respecto a la recuperación de sus inversiones.

De esta forma, cualquier potencial proceso de reestructuración de la deuda pública, que plantee el actual gobierno con los mercados financieros internacionales, debe ofrecer garantías bajo un marco de ajuste macroeconómico, con asistencia de organismos multilaterales que garanticen su cabal cumplimiento.

Cabe destacar que, la nación caribeña aun tendría bajo la maga algunas opciones de negociación, dado los altos niveles de reservas petroleras disponibles. En este sentido, bajo un hipotético escenario de reestructuración, el país podría emitir bonos indexados o respaldados a la producción petrolera, lo cual podría permitirle inyectar capital para reactivar la economía y en especial la industria petrolera, y con esto afianzar su capacidad de pago.

No obstante, mientras persista la crisis política, cualquier escenario de recuperación económica, así como la reestructuración de la deuda, lucen inalcanzables, concluye Torino Economics en su informe sobre Venezuela.

18 de Junio de 2021, Torino Economics en informe sobre Venezuela.