La cultura como parte integral del Desarrollo Económico Local

El estudio intensivo de casos regionales, se ha visto acompañado de una ampliación del rango de aspectos tratados, observándose una tendencia a completar los análisis de corte económico con aspectos culturales, sociales e institucionales, dando lugar al llamado giro cultural, que ha experimentado la Geografía Económica en los últimos años (Crang, 1997; Amin y Thrift, 2000; Barnes, 2001), en consonancia con lo ocurrido en otras disciplinas humanas y sociales (Jameson, 1999). Este interés creciente de la Geografía Económica por el papel de la cultura, es interpretado a menudo como resultado de la influencia del pensamiento posmoderno (Barnes, 1995).

Una de las preocupaciones sobre las relaciones entre cultura y desarrollo, es que mientras se resalta la importancia de estas conexiones, se exige no olvidar la asimilación del desarrollo al crecimiento material y a la reducción de otros mundos de sentido, que se ven presionados por las decisiones económicas y la planeación tecnocrática.

De acuerdo con Rodríquez Pose (2001), el reto está en cómo integrar el giro cultural en el corpus teórico y empírico de la Geo¬grafía Económica, sin que la disciplina muera de una sobredosis de culturalismo, posmodernismo o excepcionalismo local.

En la nueva eco¬nomía de la información, el aprendizaje es probablemente el proceso social más importante y el conocimiento se convierte en el recurso clave. Por eso, para entender la dinámica del cre¬cimiento basado en la innovación, es preciso prestar una mayor atención a los factores del medio local que condicionan el aprendizaje y la gestión del conocimiento: esto es, la cultura (Mariussen, 2001).

Como apunta Spilling (1991) la cultura puede conside¬rarse, desde el punto de vista del desarrollo local-regional, al menos de dos maneras:

• La cultura como sector, hace referencia a todas aquellas partes de la vida social y econó¬mica que tienen que ver con la dimensión estética de la existencia: instituciones culturales públicas, o sectores comerciales basados en actividades culturales.
• La cultura como aspecto, impregna todas las facetas de la actividad y el comportamiento humano, y comprende todo aquello que un determinado grupo humano, percibe como propio y específico, incluyendo valores, ideas y normas de comportamiento.

Según Throsby (2001), la cultura influye sobre la economía en tres grandes esferas:

• La eficacia económica: los valores culturales propios puedan favorecer una toma de decisiones más eficaz, una innovación más rápida, y mejores adaptaciones a un entorno cambiante
• La equidad: la cultura local puede incluir principios morales de solidaridad y de inte¬rés por los demás
• Los objetivos económicos: los valores culturales determinan cuales son los deseos de la población y, por tanto, establecen cuales son los criterios para juzgar el grado de fra¬caso o éxito económico de una sociedad.

De acuerdo con Amartya Sen, la cultura participa en el desarrollo en tres sentidos, distintos pero relacionados entre sí. Siendo estos:

• Papel constituyente: El desarrollo, en su sentido más amplio, incluye el desarrollo cultural, que es un componente básico e inseparable del desarrollo en general.
• Papel evaluativo: Lo que valoramos y que además tenemos razones para valorar, está definitivamente influenciado por la cultura.
• Papel instrumental: Independientemente de los objetivos que valoremos, su búsqueda estará influenciada, en mayor o menor grado, por la naturaleza de nuestra cultura y ética de comportamiento.

Podemos percatarnos que a la hora de valorar el papel de la cultura, en el desarrollo económico local, surgen dos vías complementarias:

• En primer lugar, la propia existencia de una cultural local fuertemente asentada, que genera una elevada autoestima, y que contribuye a vertebrar la sociedad local, puede ser considerada como un elemento que favorece, per se, el desarrollo local. Y ello, sin entrar a considerar, si su orientación específica puede considerarse más o menos proclive a la innovación, la modernización, y el cambio.
• En segundo lugar, resulta obligado referirse a la orientación concreta de los valores, las normas de comportamiento y las ideas dominantes en cada caso, para estimar su papel en los procesos de innovación y modernización.

Finalmente, podemos mencionar que el papel de la cultura local en el desarrollo económico, puede considerarse desde dos perspectivas (Spilling, 1991): La cultura como expresión de identidad y de pertenencia a un territorio; y, la cultura como factor, que influye en el comportamiento económico de un área, en término de relaciones laborales, capacidad de iniciativa, creatividad, y dinamismo empresarial.

De tal suerte, que la cultura local debe favorecer el funcionamiento de las estructuras democráticas, la participación de todos sin exclusiones, y la toma de decisiones consensuada. Sobre estas bases, los agentes locales deben apoyarse mutuamente, y los más pasivos deben, al menos, apoyar las iniciativas de los más activos y emprendedores.

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