La deteriorada calidad de vida del docente universitario venezolano

Es un hecho cierto, que la calidad de vida del docente universitario venezolano deja mucho que decir, en donde el salario que percibe producto de su desempeño, no está ajustado a su realidad, más, en un escenario turbulento, inflacionario como el que actualmente afronta Venezuela, en donde cabe vez la incertidumbre, el riesgo se acrecienta.

Ello es un hecho tan cierto, como lo comenta (Aziel Figueroa Betancourt – Maracaibo – 04/10/2010) cuando señala, que un profesor de la Universidad del Zulia ( LUZ) gana al mes 60% menos que un taxista. Un taxista promedio que trabaja desde las 6.00 de la mañana, durante 12 horas gana míni¬mo 300 bolívares fuertes dia¬rios que equivalen a dos mil bolívares fuertes semanales. En un mes, suman ocho mil bolívares fuertes. No están su¬jetos a un horario estricto ni se les exige mayor esfuerzo inte¬lectual.

En cambio, un profesor universitario de la máxima ca¬tegoría, que alcanza ese esta¬tus después de mínimo 15 años de servicio en su institu¬ción, hacer trabajos de ascen¬so, maestrías, doctorados y publica artículos en revistas científicas arbitradas, y que además debe cumplir funcio¬nes de investigación y exten¬sión universitaria, apenas de¬venga un sueldo de cinco mil 166 bolívares fuertes mensua¬les. La diferencia es significati¬va, considerando la relación esfuerzo-remuneración. Ni hablar de la categoría más baja del escalafón, el auxiliar do¬cente a medio tiempo, que gana 766 bolívares fuertes al mes, como aparece en la tabla de sueldos vigente a partir de enero de 2008 y aprobada por la Oficina de Planificación del Sector Universitario (Opsu)

La capacidad de compra del profesorado en 2010 es cinco veces menor a la que tenían hace 26 años. Gastos se incrementan.

Lo cierto, que el Gobierno Nacional, ha descuidado seriamente lo que representa el rol del docente, la relevancia de este actor en la formación, capacitación formación de los profesionales que el país requiere, que el mismo gobierno necesita para alcanzar sus objetivos, cumplir con sus compromisos y más un gobierno que se declara socialista, garantizando equidad, justicia social, respeto a los derechos de sus ciudadanos.

Es preocupante como lo manifiesta Figueroa, que hoy el poder de compra de los profesores, es la quinta parte del poder de compra que tenían en 1984. Para recuperar el sala¬rio real de hace 26 años, un profesor titular a dedicación exclusiva, tendría que ganar un salario nominal estimado en 25 millones de bolívares o 25 mil bolívares, su equiva¬lente en bolívares fuertes. De enero a julio de 2010 la infla¬ción acumulada sumó 18 por ciento pero el año todavía no acaba, así que es probable que el deterioro salarial siga ascendiendo.

Con la realidad de un bajo salario que se percibe un profesor universitario, no se diga los que son titulares, máximo escalafón y de dedicación exclusiva, no les alcanza para cubrir sus necesidades básicas, comprar la cesta familiar que garantice los alimentos para un grupo familiar de cuatro personas y más si no cuenta con habitación propia, si tiene que arrendarla, además de los gastos del servicio de agua, luz y gas. Mucho menos para todo lo concerniente a la salud, aspecto que deja mucho que decir y que debe ser analizado a fin de conocer la triste realidad en este sector.

Lo cierto de todo ello, cuando uno hace el análisis comparativo de los salarios de un docente con otros países de la región, se vislumbra grandes diferencias, además de la ausencia de homologaciones eficientes, justas, que ayuden a minimizar el serio problema de ingresos y garanticen la calidad de vida a la que se tiene derecho.

En su análisis, Figueroa Betancurt, nos aporta, que un profesor en Ecua¬dor tiene un salario de tres mil 500 dólares al mes; en Co¬lombia de cinco mil; y en México de cuatro mil 500.

Agrega además, que por experiencia propia, Karelis Fernández, presiden¬ta de la Asociación de Profe¬sores de LUZ (Apuz), sabe que en Panamá un docente de la máxima categoría, gana dos mil 300 dólares. En Venezue¬la, haciendo la conversión al régimen cambiario oficial de 4.30, los profesores ganan en¬tre 178 y mil 200 dólares, de acuerdo al mínimo y al máxi¬mo escalafón.

La gremialista aseveró, que los docentes universitarios ya no se cuentan ni siquiera en¬tre la clase media. “Vivimos agobiados con las tarjetas de crédito hasta el tope que nos subvencionan las deudas que agarramos en enero hasta ju¬lio, cuando nos llega el bono vacacional y podemos hacer un abono grueso, y arranca¬mos de nuevo en agosto has¬ta diciembre que nos dan los aguinaldos”. En los recibos de pago, sufren deducciones co¬mo cualquier empleado: préstamos de vivienda, vehí¬culo, asistencia médica, far¬macia, Instituto de Previsión Social y Caja de Ahorro. “Con lo que nos queda no vivi¬mos”.

Desde luego, esto es una aseveración cierta, que afronta todo profesor universitario venezolano, en donde cada día afronta la triste realidad del deterioramiento de su calidad de vida y el de la familia, más cuando no ofrece una homologación de salario acorde a la realidad inflacionaria del momento y en donde los productos básicos están constantemente incrementados de precios, manifestándose una ausencia seria, rigurosa del Estado a fin de evitar estas alzas de precios sin control ,que afecta la calidad de vida del venezolano.

Es muy difícil para el promedio de los docentes, para quienes todavía no alcanzan el último escalafón de titular poder cubrir los gastos de la canasta básica de alimentos que hasta abril de 2010, rondaba alrededor de los cuatro mil 360 bolíva¬res mensuales, según datos del Centro de Documenta¬ción y Análisis para los Traba¬jadores (Cenda). A eso hay que sumarle, como lo cita Karélis Fernández, el hecho que muchos do¬centes costean los gastos de sus postgrados, libros de tex¬to actualizados -que en las bibliotecas de la universidad brillan por su ausencia-, In¬ternet y cursos de mejora¬miento profesional

Ante esta triste realidad, es muy interesante la pregunta de Figueroa Betancourt:

¿Quién querría ingresar y permanecer en la carrera do¬cente universitaria en estas condiciones de trabajo?. Ca¬da día es mayor la cantidad de profesores que buscan re¬bajar su carga horaria -de de¬dicación exclusiva a medio tiempo o tiempo completo-, para asegurar otro trabajo fuera de la universidad que le genere más ingresos.

Que motivación se genera de todo ello, ninguna, simplemente lo que se está originando es el no incorporarse a ninguna universidad, a no ejercer la noble tarea que un docente ejerce, más cuando no hay garantía alguna en su calidad de vida.

Ojala el presidente Hugo Chávez evalúe lo que todo esto significa para sus aspiraciones, compromiso con el país que lo eligió y les haga valer sus derecho a los docentes y garantizar un nivel educacional óptimo para una Venezuela que lo requiere.

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