La época de los Sunamis

El Ministro de Hacienda de Colombia, en recientes declaraciones de prensa, ha anifestado que América Latina se encuentra en el medio de dos sunamis: por un lado el sunami monetario proveniente de Europa, de Estados Unidos y de Japón, y por otro lado, el sunami comercial proveniente de China y de algunos otros países asiáticos. En otras palabras, capitales abundantes y baratos, por un lado, y por otro mercancías igualmente baratas y abundantes.

Hace algunas décadas atrás, una avalancha de capitales hacia América Latina, proveniente de los países desarrollados, hubiera sido recibida como un auténtico maná caído del cielo. Hoy en día el problema es la abundancia de dichos capitales, pues eso hace bajar el precio del dólar, expresado en moneda nacional – es decir, una revalorización de la moneda nacional- con lo cual se desincentivan las exportaciones que tan necesarias son para generar una inserción positiva y sostenida en los circuitos del comercio internacional contemporáneo.

La abundancia de mercancías baratas provenientes de Asia se convierten también, al mismo tiempo, en una bendición y en un problema, pues generan opciones y alternativas en los mercados internacionales de bienes anufacturados -antes dominados sólo por los países desarrollados- pero arruinan también a productores nacionales en los países en desarrollo y hacen difícil la competencia internacional.

POLÍTICA MONETARIA

Si estos problemas obedecieran única y exclusivamente a la baja productividad o al mal desempeño de las economías de los países en desarrollo el problema podría ser entendido, al menos por algunos, como un castigo de los dioses frente a lo cual no queda sino la resignación. Pero la realidad de las cosas muestra que estos fenómenos que mencionamos son consecuencia de las políticas económicas tomadas por otros gobiernos del mundo, en defensa de sus intereses nacionales, y sin que les importe mayormente las consecuencias negativas que las mismas puedan tener sobre terceros países.

El sunami financiero y monetario es consecuencia de la política monetaria de Estados Unidos, de Inglaterra y de Japón, fundamentalmente, que buscan insuflar a sus economías, y a la economía mundial, la liquidez que sea necesaria como para poder revitalizar sus economías. Esos capitales, que salen del sistema bancario a tasas de interés cercanas a cero, no se quedan en sus países de origen, sino que salen a recorrer el mundo en busca de inversiones rentables. Los países en desarrollo -y en particular los países de América Latina- necesitan de esos capitales, pues aportan desarrollo productivo y tecnológico, e inserción en los canales comerciales internacionales, pero su recepción en grandes volúmenes trae las consecuencias que hemos mencionado.

El problema radica, entonces, en cómo aprovechar la presencia de esos capitales, minimizando o eliminando sus eventuales consecuencias negativas. Eliminar éstas últimas por la vía de impedir o inhibir la entrada de capitales extranjeros, es muy fácil, pero al mismo tiempo muy torpe, pues implica cerrarse a los aspectos positivos que puede tener la actual coyuntura económica internacional. Pero las medidas individuales o colectivas, en el campo internacional, para impedir que la situaciones cambiarias minen la productividad de los países en desarrollo, es un tema que está abierto, y en el cual es necesario el más amplio debate. En todo caso, los países desarrollados no son inocentes ni indiferentes en el desarrollo de esta situación.

El sunami comercial tiene a China y a varios otros países asiáticos, como protagonistas fundamentales. No se puede impedir que las mercancías provenientes de esos países sean generadas con salarios más bajos que los que se pagan en otras regiones del mundo. No se ve posible establecer ni postular hoy en día una homologación universal de salarios. Pero lo que sí es posible y deseable es impedir los subsidios privados o estatales a ciertas mercancías –es decir, el dumping, la venta por debajo del costo- para penetrar mercados y arruinar competidores a nivel internacional.

DESLEALTAD

Esa es una práctica desleal de comercio condenada en la Organización Mundial de Comercio, pero frente a la cual, desgraciadamente, es difícil tener los controles adecuados. Pero es también un problema que debe ser analizado y enfrentado en forma tanto individual como colectiva en el seno de la comunidad internacional. Los sunamis monetarios y comerciales tensan y amenazan, hoy en día, la disciplina y el esfuerzo económico que ha realizado América Latina en el transcurso del siglo XXI.

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