La esperanza, respuestas prácticas

La palabra esperanza es un término clave en el sentimiento de los pueblos del mundo y en especial para los Venezolanos, en los últimos tiempos, debido a la grave y profunda crisis que atraviesa el país. La esperanza es una categoría que deriva del latín “esperare” que traduce en esperar, es decir, que se espera algo bueno para el futuro. Además, quien tiene esperanza siente que algo positivo; que lo mejor está por venir.

Representa un estado de ánimo, favorable que permite encarar y resolver problemas. En este sentido, se parte de la idea de que es una cualidad que se aprende, desde muy pequeño en el núcleo familiar y a medida que pasa el tiempo se va profundizando en las escuelas, instituciones, redes sociales, amistades y medios de comunicación social.

A partir de lo anterior, Aristóteles (330 a.c.) plantea: “Que la esperanza es el sueño del hombre despierto”. Para Fromm (1960) decía: “Es el estar preparado para todo”. Verbigracia, constituye el caso de la luciérnaga que para brillar tiene que estar en constante movimiento o de la bicicleta que si deja de moverse se para. En múltiples investigaciones realizadas a grupos de atletas, jóvenes, estudiantes, enfermos con determinadas patologías, presos, los cuales cuando tuvieron la oportunidad de desarrollar la esperanza lograron obtener grandes resultados y su esperanza de vida se incremento, producto que sus emociones se aumentaron, debido al crecimiento de las células inmune, así como también,  en el caso de los deportistas se produjeron triunfos en las disciplinas deportivas.

          Estas practican ratifican que los individuos más optimistas, resilentes son aquellos que logran alcanzar sus objetivos planteados. Otros autores han señalado que la esperanza, en efecto, es la capacidad que tienen los humanos de encender una luz en plena oscuridad, sin necesidad de maldecir. Tampoco, la esperanza no es una actitud adorativa y contemplativa. Igualmente, no se trata de esperar sentado que las cosas caigan del cielo, como la lluvia. En todo caso, es trabajar sin descanso por lograr la meta.

San Agustín (399 d.c.) sostenía:¨ Ore como que todo depende de Dios y trabaje como que todo lo que voy a lograr depende de mí¨. En este mismo contexto, existe un adagio que reza: “Cuando pidas algo, hágalo con fe, sin vacilar en ningún momento, porque el que vacila, se parece a las olas del mar que están a merced del viento”.

A tal efecto, se dan a conocer algunas estrategias orientadas a encontrar pistas sobre la esperanza: uno: que exista la convicción de que algo se puede alcanzar; dos: tener conocimiento, dominio, fortalezas, de lo que deseo lograr; tres: tener una actitud proclive al cambio, si tu cambias, todo cambia y que la queja es la negación a la inteligencia. Ahora bien, todos los actos de la vida deben estar movido por sentimientos de esperanza; cuarto: es necesario eludir a toda costa a las personas toxicas; quinto: si observas y encuentras un cartel en algún lugar determinado del camino, que revele desesperanza, lo único que puedes hacer es no prestarle atención, pasar la página y seguir adelante. En fin, de cuenta, es que nunca se puede perder la esperanza, porque los milagros se suceden todos los días.

Finalmente, dejo para la consideración un ejemplo práctico que aparece en la Biblia que aborda el tema de la esperanza y nos apoyaremos en la imagen de un hombre de la zona rural. Si este agricultor está convencido que la semilla que sembró no va a producir nada, ni va a producir ni frutos, ni cosecha; bien porque no va a llover, o porque la tierra o la semilla no es buena, y mantiene una actitud pusilánime; entonces ese jornalero, por más que trabaje, será altamente improductivo. Curiosamente, cualquiera entendería que se trata, entonces de un orate, porque no se puede trabajar en algo que no se crea que producirá dividendos. De hecho, el planteamiento de la esperanza fácilmente se puede observar en el texto bíblico en el Evangelio de San Lucas (8:4) en la parábola del sembrador, donde se observa a un hombre esperanzado, el cual se esfuerza y se preocupa por producir frutos y cosecha. Por consiguiente, es vital que el ser humano recupere la esperanza, a pesar de las dificultades. En conclusión, la esperanza nunca defrauda a nadie y es un lugar que pocos exploran y por ende, logran comprender.