La familia, tenemos que gerenciarla

Hay que gerenciar desde todo punto de vista. El dinero, tenemos que colocarlo y distribuirlo, lo mejor posible, sino tendremos serios problemas, de inmediato y para el futuro; recordemos que no seremos jóvenes siempre. Esto va con los adultos y los jóvenes también; a estos últimos se les olvida que lo que se despilfarra hoy, no se tiene mañana. Aún naciendo en “cuna de oro”, como lo indica bien el dicho, hay que saber administrar; son muchos los casos de personas y familias enteras arruinadas, por no haber administrado sus bienes, como debió ser.

Los hijos: Allí tenemos que negociar. Yo te doy, y tú me das. Si vas bien en tus estudios, se te recompensará con algo, y esta recompensa no tiene porque ser un carro, un viaje o cualquier otro objeto suntuoso, hay demasiadas cosas que compartir y disfrutar, que a la gente se le está olvidando. Ser un buen hijo, no es sacar la mejor nota siempre, todo tiene que ir acompañado del quehacer diario, del comportamiento diario, de ese calor familiar, que se está perdiendo, se nos va de las manos y no podemos ni siquiera negociar.

El matrimonio: Es un negocio que hay que cuidar; así como a las plantas hay que cuidarlas para que puedan dar frutos o florecer, es el matrimonio. La pareja es un bien, que no podemos descuidar. Si no la atendemos, se acaba, y es un bien, casi siempre irrecuperable. Es cierto, que hay rompimientos necesarios; pero no lo son la mayoría. Sólo, que la nueva generación no está muy dispuesta a sacrificarse por el negocio, a trabajar duro para sacarlo adelante, a dedicarle tiempo extra para obtener mejores resultados. Procurar averiguar, ¿por qué no va bien el negocio, cuál es el problema, se puede recuperar?, o nos declaramos en quiebra.

Aún con la familia negociamos: Este diciembre te toca a ti y el otro a mi. Este cumpleaños lo celebramos aquí y el otro con mi familia, ¿estamos todos de acuerdo para reunirnos en la playa? Bueno, esta vez vamos a la playa, la próxima a la montaña. Yo le pongo el nombre al niño, si es varón; tu si es hembra, y ¿quiénes van a ser los padrinos? Y es así hasta el matrimonio, ¿quién es la dama de compañía? Yo escojo las tarjetas y tú la música. En todo momento estamos negociando; claro, en el devenir diario, no se nota así; pero lo es.

La familia es como un negocio, y como tal, hay que cuidarla, para que crezca, se multiplique, sana y próspera.

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