La formación de Recursos Humanos en la búsqueda del desarrollo económico local

Los cambios que ocurren en el mundo, en los ámbitos económico, político, social, laboral y tecnológico exigen rápidas transformaciones en la formación de recursos humanos capaces de desempeñarse en forma eficiente y productiva. Lo que significa que la capacitación deje de ser un factor accesorio ligado al adiestramiento técnico, para enfocarse al desarrollo cognitivo del participante y al de sus capacidades, dando así respuesta a los imperativos del crecimiento económico, elevar la productividad y alcanzar mejores niveles de competitividad.

La óptica con que se aprecia la formación de los recursos humanos, ha cambiado sustancialmente, convirtiéndose en una variable estratégica fundamental en los modelos de políticas de desarrollo. Así pues, en la concepción sistémica de una estrategia de desarrollo, se inserta como componente clave, y funcional al sistema, la formación de recursos humanos (Banco Mundial, 1999; CEPAL, 1990).

Entre los diversos mecanismos para elevar la competitividad, se destaca la formación de los recursos humanos. Necesidad que lleva incluso a la nueva concepción de considerar los recursos destinados a esta función como inversión, y no como gasto. (IMCO-CIDE, 2006)

Vázquez Barquero (1993) sostiene que las estrategias de formación pueden plantearse desde un punto de vista:

 Defensivo, el objetivo es reciclar la mano de obra limitando de esta manera la destrucción de empleo.
 Ofensivo, estas tienen como objetivo formar para crear empleo de manera tal que mejore la competitividad territorial. De esta manera la formación de los recursos humanos, está vinculada a la propia estrategia de desarrollo que tiene el territorio.

La formación de los recursos humanos, es una respuesta a los imperativos del crecimiento económico para elevar la productividad y obtener un adecuado nivel de competitividad de los trabajadores, las empresas y sus países; así como de su efecto sobre el empleo y los salarios.

La constante renovación de los procesos tecnológicos, ha modificado la concepción de la formación, considerándola un proceso de formación permanente, que le permita relacionarse con una tecnología, en cambios progresivos basada en los avances de la ciencia y la técnica. (OIT, 1999)

Las tendencias de los cambios en el entorno tecnológico, tienen una gran importancia, caracterizándose por hacer de la valorización del conocimiento, su principal fuerza productiva. Sin embargo, el desarrollo del conocimiento científico, no sólo se refleja en la importancia de su aplicación tecnológica, también modifica las estructuras del pensamiento e influyen en el funcionamiento de la sociedad en general. (Ordóñez, 2004)

En ese sentido, la experiencia de formación, representa un esfuerzo de construcción de un nuevo paradigma de formación, cuyos rasgos distintivos son su orientación metodológica y su búsqueda de un mejor desempeño profesional, que deberá reflejarse en una mejor inserción en el entorno de las unidades productivas o empresas, productores y agentes económicos. Esto tiene implicaciones sobre:

 Calidad y pertinencia de los programas y vinculación de la capacitación con las transformaciones de la estructura productiva, desarrollando en los individuos, las capacidades de innovación, adaptación y aprendizaje continuo.
 Como instrumento del desarrollo, debe enfocarse a consolidar las capacidades del factor humano, con las tecnologías y los procesos productivos, e impactar en el desarrollo social y cultural del sector rural, desarrollando las potencialidades de los individuos.

Bajo este enfoque, se asume la noción trabajo-aprendizaje, como punto de partida del proceso de formación, y se activa una serie de conocimientos conceptuales, derivados de un conjunto de resultados de ciencias, relacionadas con el aprendizaje (Antropología Social, Epistemología, Psicología del Aprendizaje, Neurofisiología, Semiótica y Didáctica). El resultado es, una propuesta metodológica, que a partir de situaciones de trabajo establece los contenidos didácticos a emplear, los cuales están orientados a lograr aprendizajes significativos que se reflejen en las aptitudes de los individuos.

La oferta (pública, privada o mixta) de los servicios de formación, se clasifica según su organización, en formal y no formal. La educación formal, está a cargo del Estado y se desarrolla en institutos tecnológicos, universidades y centros de formación, que ofrecen carreras y postgrados de diferentes niveles, en una amplia gama de especialidades, dirigidos a la obtención de títulos y diplomas. La educación no formal, es heterogénea, se realiza en un amplio abanico de modalidades e instituciones, prevaleciendo la capacitación para el trabajo, en cursos de corta duración, talleres, seminarios y otras actividades. También se desarrollan programas de mayor duración de capacitación y asistencia técnica específicos, que con frecuencia son componentes de programas o proyectos de desarrollo más amplios. (Duch, Garibay y Quesnel, 2005)

Las tendencias marcadas por los cambios sociopolíticos y económicos, han tenido un peso abrumador, en la transformación de todas las modalidades de instituciones de formación. Pero es el desarrollo científico-técnico, el que se manifiesta en los cambios en el entorno, el que plantea el mayor reto en la transformación de las instituciones, en términos estructurales, organizativos, metodológicos, de contenido, de recursos didácticos, etcétera.

Se necesitan instituciones e individuos, que puedan generar la capacidad de adaptarse con competencia, flexibilidad, creatividad y rapidez, adecuadas a los cambios tecnológicos, las nuevas condiciones y circunstancias del trabajo y de la producción, por tanto, que desarrollen sus capacidades de aprendizaje para desenvolverse con autonomía y competencia en el ámbito laboral.

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