(*) José Manuel Vecino – El camino que nos lleva a la meta suele estar lleno de alegrías, triunfos y celebraciones, pero también de dificultades, dudas y momentos donde sentimos que lo mejor es claudicar lo cual pone a prueba nuestro carácter y capacidad de mantenernos en la ruta, que en algún momento visualizamos como la más adecuada para alcanzar nuestros propósitos personales, profesionales y empresariales.
La turbulencia de una cotidianidad llena de afanes y de tareas que nunca terminan, puede hacernos caer en la tentación del cortoplacismo y de creer que hacer mucho es sinónimo de resultados, nos esforzamos por cubrir las tareas del día y, cuando creemos que estamos próximos a terminar, descubrimos un nuevo cúmulo de cosas pendientes que requieren nuestra atención. En ese sentido cobra valor la frase que dice “el trabajo nunca termina”, adicionalmente tampoco es una encomienda que debamos finalizar.
La función gerencial tiene muchas implicaciones relacionadas con la capacidad de descubrir y valorar el aporte de los colaboradores a la productividad de la organización, se trata de reconocer los que se obtiene pero también la tarea, como decía nuestro profesor de matemáticas “no importa solo el resultado, también el procedimiento”. Es muy común encontrar el error que descalifica todo antes que apreciar el tiempo y los esfuerzos dedicados a una tarea compleja que permite agregar valor a la gestión.
Durante mucho tiempo nos han enseñado que no se debe trabajar para la tribuna, sin embargo la evidencia nos dice que la miopía gerencial puede llevar a los jefes a reconocer e identificar únicamente a quienes sobresalen sobre los demás (así apoyándose en sus espaldas), dejando a los demás como inocuos paladines del aplauso robado. Arrastrar el equipo de trabajo al éxito es una responsabilidad del líder, de quien ha sido puesto como guía y orientador de las capacidades de quienes entregan en su tarea su habilidad y conocimiento. Se trata de valorar el triunfo como un logro colectivo, como una experiencia que se consolida en la colaboración y no en la competencia.
Ser gerente es un reto que nos obliga a reconocer en la organización el medio para que las personas encuentren espacios de realización profesional mediante el desarrollo de tareas orientadas a la producción de productos y servicios que benefician a diferentes comunidades de consumo. Se trata de hacer que cada colaborador descubra en su gestión cotidiana una oportunidad para crecer y para aprender, un espacio donde consolida sus vínculos y relaciones con quienes son sus aliados en la búsqueda de la meta propuesta por la organización. La gerencia es una actividad que implica múltiples responsabilidades, pero quizá una de las más importantes tiene que ver con identificar las competencias de las personas para ubicarlas en los puntos donde pueda brillar su talento natural.
Para finalizar esta breve reflexión, quiero invitar a quienes desempeñan cargos gerenciales para que lleve a sus equipos de colaboradores a construir espacios de compromiso organizacional que vayan más allá de la mera participación contra actual.
(*) Filósofo, Especialista en Gerencia de Recursos Humanos y Diplomado en Gerencia de Recursos Humanos, Docente Universitario, Gerente de Gestión Humana, Gerente de Desarrollo Humano y Consultor empresarial en temas relacionados con Direccionamiento estratégico, Identificación de procesos e Indicadores de Gestión. Experiencia en el diseño, ejecución y coordinación de eventos de capacitación y desarrollo organizacional. Habilidades de dirección, seguimiento, trabajo en equipo y liderazgo. Conocimiento y experiencia en el desarrollo y entrenamiento de equipos de trabajo. País de residencia: Colombia Enlace: http://www.degerencia.com/jmvecinop
Fuente: http://www.degerencia.com/articulo/la-gerencia-como-reto-organizacional