La Gerencia del Zen

Se comenta con insistencia, que los humanos tienen el don de quedarse atrapados en la telaraña de sus propias creaciones y además, que muchas veces las organizaciones son prisiones psíquicas. En otros términos, se asocia la idea de que las organizaciones son un fenómeno psíquico, en el sentido de que están creadas y alimentadas en última instancia, por procesos concientes e inconscientes, con la noción de que las personas están realmente influidas o limitadas por las imágenes, ideas, pensamientos y acciones, a las cuales estos procesos dan alza.

El estudioso de la ciencia administrativa moderna, debe estar atento, como la gente en las organizaciones, llegan a estar atrapadas por formas inducidas del pensamiento y por causas inconscientes que proporcionan a la organización un significado oculto. Deben tomar muy en cuenta lo que Maynard Keynes (Religion and the Rise of Capitalism) señala, que entre los dirigentes y ejecutivos, reina el consenso general de que la frustración de los puestos de mando y el descontento de la vida empresarial, va cada vez más en aumento. Por su parte, DeMaría (Manager Onione) (1972), insiste, que en la sociedad industrial de hoy, altamente reglamentada, cada vez más automatizada y profundamente impersonal, no cabe duda, que el ser humano que ha encontrado un trabajo que lo satisface, puede considerarse entre los bienaventurados.

Lo cierto, es que existe en el escenario actual donde se desenvuelven las empresas, una creciente sensación de futilidad, de falta de sentido, de carencia de realización y en donde los problemas con que se enfrentan en su trabajo son mayores que nunca.

Se da el descontento e inseguridad, en el trabajador y ejecutivo, decepcionados por la amenaza en su calidad de vida, por lo bajos salarios, por las asumidas tareas que se tornan repetitivas y como lo indican H. Sheppard y M. Hernck (Where have all the robots bone?), se impone una despiadada línea de montaje o burocracia. Pareciera ser, que los hombres estuvieran ahogándose.

De aquí, que Albert Low, ante esta evidencia comenta, que es necesario apoyarse en una disciplina que ayude a enfrentar la situación y agrega que el budismo zen, debe concernirle a los directivos de empresas y ayudar a entender las estructuras en las que hay que trabajar, mientras que el Zazen, proporciona la disciplina necesaria para actuar de acuerdo con esas estructuras.

Por lo tanto, a través del zen podemos liberarnos como gerentes, como ejecutivos, personas, trabajadores, a fin de ser capaces de hacer correctamente lo que debe hacerse. Es así, como cada momento será un momento creador, y cada acto un acto de creación.

El Zen como es sabido, es muy usado por los japoneses, aunque se originó en la India con el despertar de Gautama, que buscó un sentido más profundo a la vida hasta que lo descubrió, pasando cuarenta años enseñando como conseguir la salud mental y física.

Desde la India, el budismo viajó a China. Es así, como se extendió por todo el sudeste asiático a través de Vietnam, Corea y Japón. A través del Zen, los seres humanos pueden alcanzar la autorrealización, actuar y ser de un modo completo, sencillo y natural.

Fromm, Suzuki y Martino (Zen Buddhim and psychoanalysis, Londres1969), señalan: ”Se supone que un hombre de carácter, no se deja desviar ni lo más mínimo de su camino, por los demás. Es su propio amo vaya donde vaya. Todo está de acuerdo con él”.

La base del Zen es el Zazen, que se traduce frecuentemente como meditación, aunque como bien lo señala Low, esto es incorrecto y hace necesario señalar su diferencia. La palabra meditación del griego medonao, que significa pensar en japonés. Za quiere decir sentarse y Zen es una traducción fonética de la palabra china Chan, que fue lo más aproximado que estos encontraron en la palabra Dyana, que es un término sánscrito y que aproximadamente puede traducirse en “concentración”.

En otros términos, el estado concentrado del Zazen es una condición natural de la mente, que se produce como consecuencia de un dilema no resuelto. En el Zazen se evitan los modos automáticos acostumbrados de enfrentarse al dilema.

Justamente, de entre esos medios, el que usamos con mayor persistencia es la rendición a una cadena automática de conocimientos o concienciaciones. Eso impide la concentración, porque es básicamente una corriente continua de pensamiento, destinada a consumir la energía que se genera, naturalmente del dilema primordial. Esto es precisamente, el extremo opuesto del Zazen. Así, Low agrega, que la concentración del Zazen, difiere de otras formas de concentración, en que un individuo no se concentra en algo, y se distingue de la meditación en que no se emplea el pensamiento conceptual. El que lo practica debe mantener la mente despierta, sin descansar en nada.

Un maestro de Zen, busca despertar en el practicante, la integridad y totalidad, y al mismo tiempo el dilema. Un verdadero maestro, se vale de toda su destreza para despertar y avivar esa profunda perplejidad, esta condición en la que la mente es incapaz de llegar a una conclusión reconfortante, e igualmente incapaz de conformarse con un pensamiento que la distraiga.

El valor del Zen reside, en que no permite emplear el sufrimiento, que es una parte tan real y esencial de nuestra vida, que llega a integrarse en ella como un todo. Cuando humilla, el maestro de Zen no hace más que repetir lo que nos hace continuamente la vida, pero lo lleva a cabo en un contexto en que podemos aferrarnos a ello y hacerle frente.

Hubert Benoit (Supreme Doctrine, Londres, 1950), señala: ”Careciendo de una preparación especial, la humillación y nuestro enfrentamiento a los enigmas de la vida deben ser evitados, mantenidos a distancia, suprimidos, proyectados o usados de todos los modos en que acostumbramos a valernos de ellos, para descubrir, que vuelven a dar contra nuestro propio rostro, igual que la saliva lanzada al viento. Mediante este entrenamiento especial, la humillación, que procede básicamente de la importancia provocada por nuestras condiciones internas, se convierte en antorcha que quema los sedimentos que cubren nuestro estado original, y mediante esta purificación alcanzamos mayor claridad, fuerza y humildad”.

El gerente que practica el Zen sabe, que la creación no es posible sin una destrucción anterior, mientras descansemos en la seguridad de nuestro firme convencimiento, no puede sucedernos nada nuevo. Pero la humillación si puede abrirnos a nosotros mismos, bajo la dirección de un maestro, o el cuidado desinteresado de un colega o supervisor, siempre que se cuente con la fuerza y el valor necesario para permitir que se produzca una apertura. La enseñanza del Zen es, por lo tanto, el adiestramiento a la vida creadora, al arte de la vida. A través del Zen podemos conseguir, dicen los maestros, la fuerza y el valor necesario para abrirnos al mundo.

No se debe olvidar que, para penetrar en las profundidades de la propia naturaleza de cada uno y para obtener una vitalidad válida en todas las ocasiones, nada puede superar a la práctica del Zen en medio de la actividad. El poder o la sabiduría conseguidos practicando el Zen en el mundo de la acción, es como una rosa que se alza entre las llama, es mucho más bella y fragante cuanto más cerca de ella ruge el fuego, tal como expresara P.B.Yampolsky ( The Zen Master Hakuin, 1971)

Por último, considere, que la meta más alta del Zazen es la liberación, eso significa “liberarnos para poder vivir totalmente de acuerdo con la naturaleza de las cosas y con el cambio” Existe un vacío, que es un cambio constante. Cada existencia es una forma momentánea, que aparece según las condiciones que prevalecen, pero sin poseer forma propia.

El buen gerente ante su compromiso con su entorno, si practica el zazen,en función de su misión dentro de la organización, ayuda a los miembros que la integran no solo el objetivo establecido, sino a mantener el clima armónico que hoy más que nunca el comportamiento organizacional venezolano necesita. 

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