La gestión: determinante de la fuerza motriz organizacional (Parte I)

La sociedad moderna está inmersa en un inmenso océano de organizaciones de toda índole, acuarteladas en aquellas de carácter público y otras de carácter privado. Pero, en uno u otro esquema, su misión siempre estará cualificada por la calidad, la oportunidad y el costo del producto o servicio que provee, para satisfacer las necesidades o requerimientos del mercado.
El análisis de la estructura y funcionalidad de los diversos órganos de la empresa, solamente debe realizarse después de haber hecho un estudio global de la empresa bajo su doble aspecto económico y humano: cómo se llevan acabo las diversas funciones de personal, producción, finanzas, administración, comercialización. Diferenciando y caracterizando los productos internos de las funciones: cuando esto no se hace, lo más probable es que se sirva al jefe y no al cliente; y delimitando la responsabilidad y calificando la autoridad y, en definitiva, delimitando las competencias que se requieren.
Pero, para tener una comprensión más ligera y dinámica de lo organizacional, necesitamos inmiscuirnos en lo económico; de modo que requerimos comprender, en primer lugar, que las organizaciones económicas son entidades diseñadas y creadas por las personas, a través de las cuales se pretende alcanzar fines individuales y colectivos. La referencia económica de máximo nivel es, el sistema económico en conjunto, de forma que cada grupo social en lo local o en lo nacional, tiene «sine qua non» un Nivel de Actividad Económica. Por tanto, el sistema económico es también una creación humana, y muchos de los problemas con que se enfrentan las organizaciones más pequeñas y formales, existen en el conjunto de la economía. De acuerdo a lo expresado, y en un nivel de complejidad inferior, se sitúan las entidades que más comúnmente se consideran como organizaciones: sociedades anónimas, empresas familiares, sindicatos, instituciones estatales, universidades y el resto de organizaciones formales. Ha de subrayarse, que las personas se implican de forma voluntaria en la mayoría de las organizaciones, otorgando su confianza a aquellas que mejor sirven a sus intereses y, al mismo tiempo, tienen la posibilidad de reformar, rediseñar y abandonar la organización.
Una forma útil de considerar los límites que definen una organización es, en términos del concepto de «funcionalidad autónoma», en el sentido de que la organización no se encuentra esencialmente libre de toda intervención externa en sus asuntos y decisiones, sobre las que goza de una amplia capacidad discrecional. Dentro de la empresa, los que poseen el poder de adoptar decisiones, tienen la potestad para ordenar las actividades de la manera que consideren conveniente y para exigir que sus directrices sean cumplidas: siempre y cuando tengan la autoridad legítima refrendada en la gobernabilidad.
Ya en la connotación del sujeto empresa, es necesario introducir otro concepto: sea este el de «sistema». Un Sistema es un conjunto de dos o más elementos que satisfacen las siguientes tres condiciones:
1. El comportamiento de cada elemento tiene un efecto sobre el comportamiento del conjunto.
2. Ningún elemento tiene un efecto independiente sobre el sistema en su totalidad. Cada elemento individual es interdependiente con el conjunto. Lo que implica que el modo en que cada elemento se comporta y el modo en que influye sobre el conjunto, depende de cómo se comportan los otros elementos.
3. Los elementos de un sistema se encuentran interconectados, de modo que no pueden formarse subgrupos independientes entre ellos. Si se forman subgrupos de elementos independientes, introduce un grado de anarquía y de incertidumbre, ya que al ser considerada como variable, aumenta los grados de libertad en el sistema, porque cada uno tiene un efecto sobre el comportamiento del conjunto.

De acuerdo con lo anterior, un sistema es un conjunto que no puede ser dividido en partes independientes. De ello, se derivan dos de sus más importantes propiedades: cada parte del sistema tiene propiedades que se pierden, cuando se separan del sistema y cada sistema tiene algunas propiedades, las esenciales, que no tienen ninguna de sus partes. Las propiedades esenciales de un sistema se derivan, por tanto, de las interacciones de sus partes y no de sus acciones tomadas por separado. Por ello, cuando un sistema es desmembrado, pierde sus propiedades esenciales. En consecuencia, y éste es el punto crucial, «un sistema es un conjunto que no puede ser comprendido mediante el análisis».