La hipoteca del chavismo-giordanismo

(*) José Guerra – El chavismo-giordanismo es una forma de practicar con la economía venezolana. Consiste en un conjunto de ideas desordenadas, desarticuladas, sin ningún principio rector que le confiera cierta coherencia. Esas ideas son, en primer lugar, la ampliación del rol del Estado en la economía y la degradación del sector privado.

Segundo, que Venezuela debe ser una factoría petrolera que produzca petróleo e importe todo los demás bienes, lo cual lleva a lo tercero que es el anclaje del tipo de cambio, para intentar bajar la inflación y promover importaciones baratas. Cuarto, que el BCV debe convertirse en una especie de caja chica del Gobierno con el propósito de financiar el desbalance del presupuesto nacional y finalmente, que el endeudamiento público no acarrea ningún problema y por tanto el país puede seguir hipotecándose.

He sostenido que el endeudamiento contemporáneo de Venezuela comenzó inequívocamente en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP), donde a un ritmo vertiginoso el país contrató una deuda que luego su pago se hizo oneroso.

Se trató de apuntalar el crecimiento del Estado en su rol empresarial y todo acabó en una crisis de balanza de pagos en febrero de 1983, potenciada por un manejo muy torpe de la economía entre 1979 y 1983, que propició salidas de capital.

Lo que llevó al elevado endeudamiento de CAP ayer, hoy se repite al pie de la letra en Venezuela cuando el dogmatismo y la visión estatista del chavismo-giordanismo han pretendido conformar un sector público macrocefálico que está devorando los ingresos fiscales de Venezuela y que es responsable de gestiones fiscales persistentemente deficitarias. Cuando el Gobierno tiene déficit en sus cuentas, el mecanismo expedito de financiamiento es una doble vía, cada una de ellas tan peligrosa como la otra.

Así, por una parte, puede el Gobierno recurrir a la emisión de deuda comprada por el sector financiero externo o interno y por la otra, forzar al banco central a que emita dinero para enjugar el desequilibrio fiscal. Durante el segundo gobierno de Chávez, especialmente entre 2009 y 2012, se están empleando ambas modalidades y el resultado es una deuda que crece sin límites y una inflación reprimida por sendos controles de precios y cambio.

Bajo el chavismo-giordanismo se ha empleado dos modalidades de endeudamiento nunca antes vistas en Venezuela. La primera se refiere a la emisión de deuda en dólares pagadera en bolívares y la segunda se refiere al uso de PDVSA como agente financiero para completar la deuda que el fisco no se atreve a colocar.

En el primer caso, el absurdo del giordanismo no pudo ser mayor: los venezolanos compran obligaciones en dólares que emite el Gobierno y pagan por esos bonos el dólar a Bs. 5,30. Un verdadero regalo cuya contrapartida es la acumulación de deuda cara en cabeza del sector público. Para que esa deuda puede ser colocada en Venezuela y luego negociada en las plazas financieras internacionales, Venezuela debe cancelar una tasa de interés de alrededor de 12,0% anual, casi el doble del de la deuda que emite España, un país en situación de literal bancarrota.

Similarmente, PDVSA coloca deuda no para financiar su gastos de inversión, sino más bien para proveerle caja al gasto cuasi fiscal que encara esa seudo empresa petrolera. Pero al unísono de ese endeudamiento en forma de bonos, se ha incrementado otro de características peculiares: la deuda flotante que no está documentada. Se trata de un endeudamiento tan real como el descrito. Consiste en que el Estado, y en particular PDVSA, no paga a sus contratistas y proveedores acopiando de esta manera pasivos que en algún momento habrán de cancelarse.

Igualmente, tiene PDVSA una deuda enorme con empresas petroleras socias suyas en la Faja del Orinoco. Es típico de compañías y gobiernos maulas la práctica de deberle a todo el mundo a la espera que una devaluación y la inflación, pulvericen el valor de la deuda interna contraída.

El apuro fiscal del Gobierno lo está llevando al desespero. Recientemente comisionó el presidente Chávez a Rafael Ramírez y a Asdrúbal Chávez, su primo, para que realizaran una gira turístico-administrativa por la nueva meca de las finanzas mundiales, Beijing, China, con el objeto de levantar más empréstitos con los asiáticos. Vinieron ambos con las manos vacías porque los chinos, duchos ya en el oficio de lidiar con políticos sin credibilidad, exigieron una mayor participación en los negocios y asociaciones estratégicas de la Faja del Orinoco.

Los chinos están a la espera de la firma Chávez para desembolsar más dólares. En cualquier caso, en 2012 la deuda consolidada del sector público venezolano trepará hasta la astronómica cifra de US$ 180.000 millones, seis veces mayor que los US$ 30.000 millones con los que debutó Chávez como presidente en 1999.

(*) Economista.

Fuente: http://www.noticierodigital.com/2012/07/la-hipoteca-del-chavismo-giordanismo/#more-106516