La ira

Hay momentos en que, por razones de estímulos externos e internos que afloran, se manifiesta un desequilibrio emocional, que da paso a la ira y que de no sabérsele manejar, los resultados pueden ser negativos, tanto para la salud, lo psíquico, nuestras relaciones con los demás.

¿Qué la origina? ¿Qué hacer al respecto? ¿Por qué no nos podemos controlar cuando la ira se empieza a manifestar?, son algunas preguntas que deberíamos tener las respuestas para determinar el alcance, las causas que se pueden derivar de la ira y dar paso a acciones que nos permitan manejarlas, no ella a nosotros.

De ahí que se diga, que la ira le señala al cuerpo, que debe prepararse para luchar. Cuando uno se enoja, el cuerpo manda adrenalina y otras hormonas a la corriente sanguínea. La presión de la sangre, el pulso y la frecuencia de la respiración aumentan.

La ira es una reacción normal, a acontecimientos cotidianos. Es la respuesta adecuada a cualquier situación que presenta una amenaza. Uno puede dirigir la ira, de modo que se convierta en un impulso positivo para las acciones.

Hay una leyenda sobre la Ira que señala:

‘Había una vez un niño que siempre estaba de mal genio. Su padre le dió una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que se enojara, tenía que clavar un clavo en la parte de atrás de la cerca de su casa. El primer día clavó 37 clavos en la cerca.

En las próximas semanas, según aprendía a controlar su mal genio, diariamente clavaba menos clavos. Entonces descubrió que era más fácil controlar su mal genio, que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó el día en que el niño no se había enojado por nada. Se lo dijo a su padre, el cual le sugirió que ahora, por cada día que no se enojase, sacara un clavo de la cerca.

El tiempo pasó y llegó el día en que le pudo decir a su padre, que había sacado todos los clavos. El padre tomó a su hijo de la mano, lo llevó hacia la cerca y le dijo: «Hijo, haz hecho muy bien, pero mira los huecos que han quedado en la cerca. La cerca nunca será igual. Cuando uno dice cosas con ira, dejan cicatrices como éstas. Puedes clavarle un cuchillo a un hombre y sacárselo; no importa cuantas veces le pidas perdón, la herida permanece. Una herida verbal es tan mala como una física. Los amigos son joyas preciosas, nos hacen sonreír y nos animan al éxito. Nos escuchan, comparten palabras de halago y siempre nos abren el corazón.»’

Por último, vidahumana.org nos recuerda, que el mantener dentro de nosotros la ira, no sólo acarrea consecuencias psicológicas como la depresión y espirituales como el pecado, sino que también tiene dañinas consecuencias físicas: ataques al corazón, todo tipo de enfermedades debido a un sistema inmunológico debilitado y según algunos estudios, predisposición al cáncer.

Inclusive, la ira reprimida causa depresión y hasta podría llevar al suicidio o al homicidio. Afirma el Dr. Frank Minirth, quien es psiquiatra: «La ira es, probablemente, el mayor riesgo a la salud y la principal causa de muertes.

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