La mala imagen sale cara

El entorno financiero internacional no tiene confianza en la política económica de Chávez

Venezuela tenía en julio una tasa de riesgo país de 1.089 puntos y Chile a principios de junio de 167 puntos.

PDVSA emitió bonos por US$3 mil MM pagando interés de 9,75 % mientras Codelco de Chile colocó papeles al 5%.

En el mes de mayo recién pasado la empresa estatal petrolera venezolana PDVSA realizó una emisión de bonos en moneda extranjera por un monto de 3 mil millones de dólares. Esa colocación de bonos se hizo ofreciendo una tasa de interés de 9,75 %.

En los primeros días de Julio la empresa estatal cuprífera chilena Codelco realizó una emisión de bonos por un monto de 2 mil millones de dólares. Una parte de esos bonos se colocaron a 3,5% y la otra a 4,3%.

¿Cuál es la diferencia entre estas dos emisiones? En ambos casos se trata de empresas 100% estatales, productoras de materias primas de alta demanda internacional. Pero los Estados que son propietarios de esas empresas tienen grandes diferencias entre sí. En junio de este año el Banco Central de Chile tenía en sus arcas reservas internacionales por un monto de 40.344 millones de dólares, que son en alguna medida el respaldo de la deuda externa contraída, y que están imposibilitados de ser traspasados generosamente al Gobierno. En Venezuela, las reservas internacionales del Banco Central fluctúan alrededor de los 28 mil millones de dólares, y ellas están sujetas a la obligación de ser traspasadas al Ejecutivo nacional cada vez que sobrepasan un determinado umbral. A ello se suma el hecho de que el Estado venezolano tenía, en la primera semana de julio, una tasa de riesgo país -medida a través del indicador EMBI- de 1.089 puntos. Hace un año atrás esa tasa estaba en 1.119 puntos.

El Riesgo

En Chile, en cambio, la tasa riesgo país, a principios de junio, medida con el mismo indicador, estaba en 167 puntos. Hace un año atrás esa tasa estaba en 127 puntos. Como se sabe, la tasa riesgo país se mide por la diferencia entre la tasa de interés que tiene que pagar un país por sus emisiones de deuda externa, y la tasa de interés que pagan los bonos del Tesoro norteamericano. Se asume que ese diferencial es un indicador de la posibilidad de que un país no pueda cumplir con sus compromisos de deuda externa. Es decir, la comunidad financiera internacional -con razón o sin ella, con buena o con mala fe, con buenas o con malas intenciones, con buenas o con malas informaciones– asume que Venezuela tiene altas posibilidades de no pagar sus deudas externas y que, por lo tanto, comprar sus bonos es altamente riesgoso, y que ese riesgo debe compensarse con una tasa de interés más alta.

Ese punto de vista internacional significa que Venezuela debe pagar, en la emisiones de deuda soberana que coloca en los mercados internacionales, una tasa de interés que supera en más de 6% a la tasa que pagan otros países latinoamericanos. Esa mala imagen que proyecta el Estado venezolano contagia también a sus empresas estatales, y en particular a su barco insignia que es PDVSA. Colocar 3 mil millones de dólares y pagar 4% anual de interés significa pagar 120 millones de dólares anuales. Pagar un 10% implica un pago anual por concepto de intereses de 300 millones de dólares. Ciento ochenta millones de dólares adicionales por concepto de mala imagen.

Otro aspecto interesante de destacar en esta comparación internacional entre la situación de Codelco y de PDVSA es que la primera se dedica –bien o mal- a la explotación y comercialización de cobre y sólo a eso. No construye caminos, no financia escuelas ni misiones sociales, ni constituye un Estado dentro del Estado que haga ver su presencia en todos los ámbitos de la vida nacional. Trata de que sus ganancias sean las mayores posibles y le traspasa fondos al Gobierno por la vía de regalías, utilidades e impuestos, los cuales entran en forma transparente en las arcas de Tesorería nacional.

Sin Transparencia

En ese sentido la situación de Codelco, en cuanto a especialización productiva y en cuanto a transparencia de sus operaciones y de sus finanzas, es similar a la que presenta la petrolera brasileña Petrobras. La situación de PDVSA en cambio es radicalmente distinta en cuanto a su eficiencia, especialización y transparencia y en cuanto a su relación con el Gobierno. No es de extrañar, por lo tanto -por razones propias de la empresa, y por razones del Estado al cual pertenece- que sus bonos tengan que pagar altos intereses en el mercado internacional para poder colocarse.

Tener mala imagen termina teniendo un alto costo comercial y financiero en el mercado internacional, incluso para una empresa petrolera.

Blog: sergio-arancibia.blogspot. com