La muerte del líder bolivarista abre un escenario de incertidumbre

El presidente venezolano, Hugo Chávez, de 58 años, perdió su batalla contra el cáncer el pasado 5 de marzo, sumergiendo al país en un incierto futuro. Había ingresado al hospital militar venezolano el 18 de febrero para continuar con la quimioterapia después de permanecer dos meses en Cuba, donde había sido sometido -en diciembre pasado- a una cuarta cirugía por el cáncer que padecía desde junio de 2011.

Falleció cinco meses después de haber ganado la reelección en octubre, superando a una oposición resurgente y a la frustración pública por el aumento en los índices de homicidio, las censuras habituales y la elevada inflación.

El 10 de enero pasado no pudo asistir a la ceremonia de juramento para un nuevo período de seis años, pero el Tribunal Supremo aprobó una demora indefinida. Conforme a la Constitución de Venezuela se deben realizar elecciones dentro de los 30 días del fallecimiento de un presidente.

Hasta la designación de Nicolás Maduro, de 50 años, como su heredero político, el Presidente de Venezuela y del Partido Socialista Unido de Venezuela nunca había permitido el surgimiento de otros líderes dentro de dicha organización. Solía utilizar las urnas para consolidar su poder e impulsar políticas destinadas a presionar a la sociedad venezolana, enajenar a la población de mayores recursos con expropiaciones, a la vez que seducía a los más pobres mediante subsidios sociales.

Sus catorce años de gestión estuvieron marcados por un creciente intervencionismo económico, con una oleada de nacionalizaciones en sectores estratégicos como cemento, acero, alimentos, electricidad, telecomunicaciones y bancos.

Fuentes consultadas por expertos en el área económica aseguran que en el marco socio-económico venezolano como consecuencia de la muerte del máximo exponente del Socialismo de Siglo XXI y en el escenario de futuras elecciones presidenciales se impulsará el gasto público y se intentará controlar la escasez de divisas. Es el entorno que dejó el mandatario fallecido.

La economía venezolana comenzará a recorrer su propio camino. «Aunque el oficialismo no lo quiera reconocer aún, el país vuelve a entrar en campaña y se necesita generar sensación de bienestar», dijo a Infobae Asdrúbal Oliveros, economista y Director de la consultora Ecoanalítica. Este experto considera que este año será de desaceleración económica, con un crecimiento del producto bruto (PIB) de 1,5 % en el escenario más optimista. Además, se presentará un apogeo de la inflación por lo que el indicador podría cerrar por el orden de 25 por ciento.

«Éste debería ser el accionar de las próximas semanas», aseguró el economista mencionado anteriormente. El Gobierno posee 30 días para convocar a elecciones y hasta unos 90 días más para que se lleven a cabo.

Este régimen estaría elaborando un plan para inyectar más dólares en la economía y así frenar la caída del bolívar, que se devaluó un 46,5% en enero. Uno de los rumores más fuertes es que se podría permitir a las compañías y a las personas comprar dólares de manera legal por encima de la tasa de cambio oficial. «Los dólares ya no se encuentran ni en el mercado paralelo. El índice de escasez es alto y está creciendo, mientras la inflación se acelera», especificó un comunicado de Bulltick Capital Markets, con sede en Miami. Para dicha acreditada organización, el entorno económico en Venezuela es terrible en estos momentos. En otros tiempos, la carrera sería mucho más competitiva.

Los herederos políticos del difunto optarían por profundizar la revolución: más nacionalizaciones y expropiaciones, controles de precios y de capitales más amplios, junto a un fuerte estímulo fiscal a la economía, tal vez suscrito por el Banco Central.

Con estas realidades, los inversores ahora estarán atentos a cómo reaccionan los mercados y cuáles serán las próximas decisiones que concebirá y adoptará el régimen en la arena económica. Una arena marcada por la incertidumbre política que genera en Venezuela y en el mundo la muerte del mandatario bolivariano.

El sucesor, el que fuere, debe buscar el apoyo suficiente para hacer tolerables los enormes desequilibrios económicos, la escasez cotidiana, la extendida corrupción y la violencia urbana.

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(*) Algunas de las ideas expresadas en este espacio fueron tomadas de los escritos de L. Thomet de Agence France-Presse y de J. do Rosario de Infobae