La oposición no democrática

Se han silenciado las perversiones antidemocráticas, que se cometen desde la oposición, con el cuentito de que, con la crítica a otros factores opositores, se le hace el juego al Chavismo.

Esa práctica para lo único que ha servido, ha sido para descalificar, ante los ojos de la gente, a toda la oposición: han estado pagando los justos por los pecadores.

Si queremos ganarnos la confianza de los ciudadanos, debemos estar dispuestos a marcar distancia, de quienes no pueden ser definidos como demócratas, por sus conductas, por los hechos, que es lo que en definitiva, define a la gente.

En el Chavismo, no destacan los dirigentes más vinculados a las comunidades, sino los aduladores y obedientes ciegos a la voluntad del Jefe. Ellos son escogidos para ocupar los cargos más relevantes. Pero el pueblo ve igual conducta en importantes sectores de oposición, y en aras de la unidad, estas prácticas se silencian.

En Anzoátegui, era seguro el triunfo de la oposición en las elecciones de Gobernador y Alcaldes, dado el triunfo del NO en el sufragio del 2 de diciembre. Pero, a algunos dirigentes se le abrieron las agallas, pretendieron repartirse los huevos, antes de que la gallina los pusiera. Trataron de buscar un consenso y repartirse el Estado entre los cogollitos de los partiditos; pero la ambición fue tan grande que no pudieron. Algunos se presentaron con el vergonzoso pacto de mi papi, mi mami, mi mujer y mi hijo. Y otros apostaron a las famosas encuestas. Todos, pero casi todos, ignoraron al hecho democrático: la consulta a través del voto a los ciudadanos. Y el pueblo los ignoró a ellos, porque lo que es igual, no es trampa.

Eso no fue un error político, como algunos de sus protagonistas pretenden hacer ver. Eso fue una grave falta de fe democrática, de falta a los principios y valores, que se supone están defendiendo.

La unidad es necesaria para derrotar las fuerzas comunistas que nos amenazan. Pero la unidad debe ser entre los demócratas y debe girar en torno a prácticas democráticas, para que el discurso pueda ser creído. Este país no es bolsa.

Todos cometemos errores y perdonemos a los que se arrepienten. Lo importante es rectificar: el futuro de Venezuela está en juego. El pasado, en el pasado está; pero debemos estar vigilantes y enfrentar con total contundencia, a quien pretenda incurrir en esas prácticas perversas y corruptas.

Hay que enfrentarlos, denunciarlos y apartarlos de inmediato, sin contemplación alguna, para que no seamos juzgados, por el inteligente y bravo pueblo venezolano, como iguales de antidemocráticos y de bandidos.

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