La pandemia acelera los cambios de la IV revolución industrial

“La pandemia del coronavirus nos plantea desafíos enormes no sólo en el campo específico de la salud, sino también sobre la organización económica, social y hasta política de las sociedades occidentales.

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El Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada con sede en España, ha analizado cómo puede ser el mundo después del coronavirus y ha detectado algunas tendencias que, “aunque en este momento sólo estén en fase de mínima percepción”, pueden dar una idea de a cuáles escenarios habrá que enfrentarse a mediano plazo.

Este Instituto, a través del grupo de análisis de opciones para evitar el colapso económico, pone de manifiesto que el impacto del Covid-19 está siendo de tal magnitud que ya hay pocas dudas de que va a transformar en el mediano plazo el mundo social, político y económico.

“Se va a vivir”, señala, “cambios sustanciales que conducirán inexorablemente a nuevas concepciones de los elementos de poder y de soberanía de los países, con una interpretación completamente novedosa de conceptos clásicos, la defensa, la seguridad, como biopoder por poder digital, que ahora se va a conectar aún más.

Augura cambios en el sistema financiero y bursátil, “espacio en el que el concepto de pánico campa a sus anchas y obliga a intervenciones del dinero público y no cabe sino esperar cambios radicales en el escenario geopolítico, con nuevos puntos de fricción entre superpotencias como China y loa Estados Unidos” o replanteamientos de las figuras supranacionales desde las más globales como la ONU, el FMI, el Banco Mundial y “la muy cuestionada OMS”, a los espacios de cooperación regional como la UE o Mercosur, “cuando las fronteras reaparecen, y populismo y nacionalismo pesca en aguas revueltas.

La crisis sanitaria es global, pero las respuestas han sido nacionales o incluso locales. La soberanía sigue siendo fragmentada en este mundo multipolar, ante la carencia de un poder supranacional o una superpotencia que tenga suficiente poder sobre el resto. Estados Unidos ha aparecido reticente a ejercer el liderazgo global (y, es más, Donald Trump ha sido reacio a asumir el liderazgo nacional para combatir la ‘Covid-19’). Tampoco hubo otro país o región que quisiera o pudiera tomar el liderazgo, aunque China está aprovechando políticamente la situación para acrecentar su soft power en el mundo ofreciendo expertise sanitario, ayuda y crédito internacional.

Mucho se está hablando de un nuevo paradigma del capitalismo, aunque nadie está en condiciones de esbozarlo siquiera. Ciertamente, la mayoría de los estados, especialmente en Occidente, ha tenido una respuesta inadecuada y lenta frente a la expansión del virus. La solución en la emergencia ha sido recurrir a la misma medida que se tomaba en el Medioevo frente a las pestes: la cuarentena, aislando a las personas en sus casas. Así, los estados han decidido el cierre de fronteras, la limitación de la producción sólo a industrias consideradas clave, la atención reducida de servicios públicos y privados, restricciones a la atención al público en los comercios; todo lo cual está generando una crisis económica mundial como no se daba desde la caída de Wall Street en 1929.

La pandemia de la Covid-19 es, de esta forma, un enorme jaque a nuestra sociedad porque la globalización había llevado precisamente la interacción humana (material y virtual) a su máximo nivel; el que permitió, concretamente, la muy rápida propagación del virus por todo el planeta. Pero, parafraseando a Karl Marx, el capitalismo revoluciona continuamente las relaciones de interacción humana, y también, por tanto, las de producción. Es un sistema que se apoya básicamente en la expansión e innovación constante de las formas de esas relaciones humanas y de éstas con las cosas. Aunque la respuesta de los estados ha sido anacrónica, los actores de la sociedad civil están explorando y aplicando modos de comunicación e intercambio que salten las barreras a la interacción social cara a cara.

La emergencia de un nuevo paradigma de organización social y económica aparece como un tema recurrente, pero nadie se anima siquiera a esbozarlo. Es la sociedad la que ha echado mano a tecnologías e innovaciones que ya estaban implementadas y funcionando, aunque su uso no se encontraba ampliamente difundido. Ellas son las que caracterizan a la Cuarta Revolución Industrial, descripta por Klaus Schwab (fundador del Word Economic Forum) como “la fusión de los mundos físico, digital y biológico a través de nuevas tecnologías”; por ejemplo, el “Internet de las Cosas”, drones, nanotecnología, conexión de redes, impresión 3D, etcétera.

Lo que hace la pandemia, más que generar un paradigma novedoso, es turbo-acelerar y catalizar los cambios que caracterizan a la Cuarta Revolución Industrial. Éstos se están expandiendo a una velocidad incluso mayor que la Covid-19, relacionando cada vez más, y de formas novedosas, a las personas y organizaciones, que encuentran así el modo de compensar su aislamiento.

Empezando por el sector sanitario, la concentración de los recursos económicos, materiales (como camas y respiradores) y médicos en el tratamiento de los pacientes graves que saturan los hospitales, ha tenido como consecuencia la adopción de métodos de telemedicina ya existentes en otros países y también nuevos como, por ejemplo, recurrir a un primer filtro automático antes de derivar a pacientes a centros de atención para casos graves. Esta metodología se está incorporando rápidamente a los seguros de salud, donde personal sanitario, no necesariamente médico, e incluso algoritmos se encargan del primer contacto con el paciente por medio de aplicaciones en los smartphones, páginas web o telefónicamente, para tratar o derivar casos que no sean de emergencia o, al menos, proporcionar una solución temporal a problemas de salud. Esto alivia la sobrecarga de trabajo en los médicos y reduce errores y la carga burocrática.

El trabajo remoto por home office se ha viralizado globalmente (con perdón de la palabra) y como una forma de complementar la cuarentena con la actividad económica. Las plataformas de videoconferencias se están usando masivamente. Son cambios que llegan para quedarse y multiplicarse.

Como correlato obvio, la expansión de las aerolíneas, víctimas desde hace unos años de crisis, recibirá su golpe de gracia. La pandemia, y las prevenciones y temores ante una nueva, hará que no se restablezca el flujo de ejecutivos que poblaban la clase business, ya que a muchos de ellos les resultará más seguro y más confortable encontrarse virtualmente, mientras que las empresas priorizarán la productividad y el ahorro de recursos como tiempo y dinero.

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