La perniciosa especie de los «Ni-Ni»

Asdrúbal Aguiar: En el caso de los Ni-Ni mal cabe siquiera referirse a un espectro central dentro de la polaridad nacional corriente, pues se trata, antes bien, de un grupo que por omisión se declara extraño a la realidad política o al destino de toda una nación, en la que medra pero no vive, ni de la que se siente doliente pero a la que le reclama su derecho para usufructuarla. Y lo hace, como quien le quita a un pobre su pedazo de pan y la conciencia no se le remueve.

Las encuestas dan cuenta de ese sector y le atribuyen un importante significado. Lo refieren, en lo particular, como un núcleo dentro del que cabe o es imprescindible morder -así lo piensan algunos candidatos- para que las próximas elecciones generales de 2012 se definan en uno u otro sentido, a favor de la democracia o por la permanencia de la dictadura.

Al mismo me refiero en esta columna para identificarlo cuando menos, e intentar describirlo en su aparente naturaleza y a fin, eso sí, de confrontarlo. Es una especie irresponsable e inmadura que sigue allí presente y nos impide a los venezolanos mostrarnos como una colectividad digna de serlo, pretendiente de su modernidad. Es un núcleo asocial que se niega al sentido de su propia dignidad y es quizás el más responsable de nuestro acontecer. Vive del lance y expolia a los otros sin sentido de trascendencia; por ende es peor que el mismo dictador junto a los suyos y la dictadura.

El Ni-Ni es el personaje quien antes de la dictadura desprecia al político y a la política por considerarlos actividad y oficio innobles, hechos para vagos; pero quien a la vez reclama de este incompetente profesional de la cosa pública su deber de darle un país de primera. Y quien, sin aprender lo que significa su postura precedente, hoy reincide y voz en cuello afirma que nadie -ni gobierno ni oposición- es digno de conquistarlo; o que no intenten conquistarlo ni pierdan el tiempo en ello pues poco le importa lo que le pase al país o a su gente o por convencido de que nada tiene remedio, salvo sobrevivir.

El Ni-Ni, por ende, nada aporta ni es en sí mismo, una alternativa, justamente por no ser nada o por ser Ni-Ni.

El grupo o conjunto integrado por los Ni-Ni ni siquiera califica de anarquista. Es el peor derivado de nuestro siglo XX, como país petrolero. Es un subastador de oficio, a quien poco le importa que Venezuela y sus bienes morales o materiales se los lleve o secuestre el primer rufián de ocasión. Y si llega el caso está dispuesto a dejar su condición de tal para ofrecerse como objeto de subasta y al mejor postor. No tiene lealtades ni consigo ni con los otros.

Cabe advertir que el Ni-Ni es distinto de nuestro indígena o criollo, ese a quien los viajeros europeos califican de indolente, perezoso o apático, y que mejor destaca Alejandro de Humboldt -narra así Axel Capriles- como un ser ambiguo o extraño, quien a la par de quejarse del trabajo y querer descansar de este las más de las veces posible, no obstante es capaz de «remontar una canoa contra la más rápida corriente remando durante catorce o quince horas continuas seguidas, porque desea retornar a su familia». Y tampoco expresa a nuestro Juan Bimba, encarnación de nuestro pueblo llano y fatalista o expresión de nuestra gente más necesitada, presa de los traficantes de ilusiones. Es algo peor, incluso, que nuestro típico pájaro bravo.

Creo, por ende, que el esfuerzo de convicción y la tarea por la conquista del voto de los venezolanos cabe dirigirlo, responsablemente, a los venezolanos, quienes, en uno u otro bando, por haber decidido adoptar una opción por el país y defenderla, como seres racionales o movidos por las necesidades, a lo largo de la jornada electoral bien pueden cambiar de alternativa.

La lucha electoral, si cabe, es una lucha polarizada, entre distintos -en nuestro caso, entre la dictadura y la democracia, la Venezuela tribal y primitiva y su modernidad, el gendarme de nuestra tradición histórica y la civilidad- y ante lo cual la indiferencia o los indiferentes no cuentan ni deben contar. Ello, como lo creo, debe ser así si acaso el desafío, visto desde la perspectiva democrática, es purgar las causas que han dado origen a nuestra actual dictadura, e incluso, por cuanto que, desde la perspectiva del mismo autócrata, un Ni-Ni no mueve un dedo para salvarle su pellejo y al verlo caído es el primero quien le da una patada. Así de claro.

Fuente: http://www.el-carabobeno.com/impreso/articulo/t301111-b10/crnicas-de-facundola-perniciosa-especie-de-los-ni-ni