La Perspectiva de Género en el Desarrollo Económico Local

En los países latinoamericanos, el desarrollo económico local representa un logro y, al mismo tiempo, un enorme desafío. Es, en los espacios locales, donde se realiza la vida cotidiana de la gente, se activa la participación social y ciudadana, donde el cambio de las relaciones jerárquicas de poder entre los géneros, potenciaría directamente las fuerzas sociales del desarrollo económico local integral. (Aghón et. al., 2001)

Como medida y fuente del desarrollo, en las décadas de 1950 y 1960, la tendencia predominante fue la del crecimiento económico, que suponía la filtración de beneficios para toda la sociedad. Sin embargo, mientras los hombres se integraban en las corrientes principales del desarrollo, las mujeres permanecían excluidas.

En consecuencia, la integración de la mujer al desarrollo que dio lugar a una importante influencia en políticas, programas y proyectos realizados entre los años setenta y ochenta. Esta influencia se ve enmarcada en tres importantes enfoques:

 El primero destacó la importancia del papel productivo de las mujeres, y abrió la perspectiva a la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo, enfatizando la independencia eco¬nómica de las mujeres como sinónimo de igualdad. (Tamayo, 2003)

 El segundo fue el antipobreza, que vincula la desigualdad económica entre hombres y mujeres a la po¬breza y no a la subordinación. Destaca el rol productivo de la mujer bajo el supuesto de que dispone de más tiem¬po libre. (Zebadúa y Pérez, 2002)

 El tercero fue el de la eficiencia, derivado de las políticas económicas de ajuste y de la crisis de financiamiento público. El énfasis se trasladó de la mujer al desarrollo, reconociendo que ellas son esenciales para el esfuerzo del desarrollo en su conjunto. (Martínez, 2000)

Los proyectos dirigidos a mujeres se realizaron, considerando la evaluación de eficiencia y de costo-beneficio sobre sus capacidades. Por tanto, al introducir el concepto de género, el enfoque de Género y Desarrollo señala, la construcción cultural e histórica de los roles femenino y mascu¬lino, las relaciones asimétricas entre hombres y muje¬res y su impacto en el desarrollo, las relaciones de poder y la organización social de la desigualdad. (Tamayo, 2003)

La posición y los intereses estratégicos de las mujeres representan los mayores desafíos al desarrollo lo¬cal, que supone la articulación entre actores con capa¬cidad de iniciativa, la construcción de un sujeto colec¬tivo del desarrollo local, la participación ciudadana, la concertación y la elevación de la calidad de vida.

De tal suerte, que la equidad de género debe ser una de las bases del desarrollo local, porque significa equivalencia en tér¬minos de derechos, beneficios, oportunidades y obli¬gaciones; también supone el disfrute equitativo de los bienes sociales por hombres y mujeres, las oportunida¬des de los recursos y las recompensas. Por ello, la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres responde al imperativo de corregir y revertir las des¬igualdades y desventajas existentes. (Barreiro, 2000)

La perspectiva de género aporta, al desarrollo local, una manera diferente de mirar y pensar la vida social, las necesidades y demandas, los objetivos y beneficios del desarrollo. Es una perspectiva guiada por el princi¬pio de equidad y no discriminación o subordinación de las mujeres. Reconoce las necesidades y demandas de la población, teniendo en cuenta las de las mujeres y los hombres. Busca el empoderamiento individual y colectivo para superar los obstáculos que impiden la equidad entre géneros. (Molyneux, 2003)

La dimensión de género es constitutiva del desarrollo económico local e implica reconocer y entender, que la división sexual del trabajo y las relaciones jerárquicas de poder entre los géneros, asignan a las mujeres un lugar inferior en el ámbito privado y a los hombres un lugar superior en el público.

A través de las experiencias de desarrollo económico local, la identidad y posición que logran las mujeres como actoras y protagonistas, representan transgresiones y riesgos que pagan altos costos, como la violencia de género y la descalificación de la sociedad.

La participación es un componente fundamental para la creación de una ciudadanía activa, informada e influyente; es indispensable para sostener procesos de desarrollo económico local, que exigen compromisos y acuerdos sólidos.

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Referencias

Aghón G., Alburquerque F. y Cortés F. (2001). Desarrollo Econó¬mico Local y Descentralización en América Latina: Un análisis comparativo. Chile: CEPAL/GTZ.

Barreiro F. (2000). Desarrollo desde el Territorio. A propósito del Desarrollo Local. Documentos sobre Teoría del Desarrollo Local, El Sitio del Desarrollo Local en América Latina.

Martínez B. (2000). Género, Empoderamiento y Sustentablidad. Serie PEMSA 2. México: GIMTRAP.

Molyneux M. (2003). “Gender and the silences of social sapital: lessons from Latin America”. Ponencia presentada en el Taller Interna¬cional Feminist Fables and Gender Myths: repositioning Gender in Development Policy and Practice. Institute of Development Studies, University of Sussex.

Tamayo G. (2003). “Género y desarrollo en el marco de los derechos humanos”. En Género en la cooperación al desarrollo: una mira¬da a la desigualdad. ACSUR-Las Segovias, Madrid.

Zebadúa V. y Pérez M. (2002). Género, Pobreza y Presupuestos: conceptos iniciales y experiencias internacionales. México: Fundar/Indesol.