La politica es asi. Bonsái y Loto Dorado

Las repúblicas de China y Japón comparten ciertas rutinas culturales. A pesar de sus disímiles historias y reiterados antagonismos estos países han practicado usos culturales que, en cierto sentido, reproducían sus tradiciones políticas de corte autoritario. Por ejemplo, las técnicas del Bonsái y la práctica de empequeñecimiento del pie, conocida como Loto Dorado, recreaban en el plano estético, el discurso político autoritario que ha distinguido a estas dos naciones, por un largo trecho de su historia.

Doblegar la naturaleza, subordinarla a un determinado canon artístico. Sobre este principio se asentaron estas dos modalidades culturales. En el caso del Bonsái, la destreza consistía en cultivar árboles y plantas, reduciendo su tamaño mediante procedimientos como la poda, el transplante, el alambrado y el pinzado. Este arte implicaba, someter estos objetos hasta el punto que obedecieran la voluntad del esteta. Esta práctica develaba, en cierto sentido, el texto autoritario sobre el cual descansaba esta ancestral cultura política. Con el término Loto Dorado, por otra parte, se designó la costumbre de empequeñecer el pie. Hábito éste cuyo arraigo sobrevivió hasta las primeras décadas del siglo XX en la República de China. Los pies, Loto Dorado, eran aquellos que debían medir sólo siete centímetros y reunir características como ser delgados, pequeños, puntiagudos, perfumados, suaves y simétricos.

Estas técnicas, Bonsái y Loto Dorado, sirven como metáforas para ilustrar determinadas prácticas institucionales que intentan miniaturizar individuos y colectivos. Por ejemplo, la estrategia política a la cual pudiéramos adjudicarle el apelativo Bonsái, sería aquella que se propone reducir la complejidad de la vida pública a una de sus dimensiones. Expresiones de la índole “rojo-rojito” y, su correlato, la organización de un partido desde la altura del poder, constituyen formas que empequeñecen el espacio en el cual deberían crecer y florecer las diversas maneras de asumir la política. De hecho, el tamaño de esta nueva agrupación, es inversamente proporcional, al supuesto alcance de su propuesta política. Esta miniaturización, a diferencia del Bonsái, lejos de exaltar cierta calidad ornamental, sólo designa una pobreza de carácter doctrinal. Suerte de jarrón chino, ubicado en el patio trasero de nuestro historia.

Loto Dorado, calza para calificar los pies de la oposición política en Venezuela. En efecto, sus desplazamientos han sido gráciles, cosméticos, diminutos y poco efectivos. A mi juicio, dos son las carencias que tienden a empequeñecer el pie democrático de los venezolanos. La ausencia de propuesta programática y de un liderazgo orgánico. La combinación de estos factores, ha obstaculizado el desarrollo de una masa crítica, con capacidad de formular un nuevo proyecto político, con aliento hegemónico.

Bonsái y Loto Dorado constituyen, entonces, imágenes que ilustran el círculo de tiza en el cual se encuentra encerrada la vida política del país. Romper esta órbita es imperativo. Sólo así, podremos desatar la energía indispensable para construir una genuina modernidad política.