La Política es así: cien por ciento políticos

Candidaturas como las de Arturo Uslar Pietri, Renny Ottolina e Irene Sáez abrieron camino a, lo que en la época se denominó, como la antipolítica. Es decir, un desprecio por las estructuras de intermediación entre la sociedad y el estado. Esta percepción de corte minimalista estuvo acompañada por una exaltación utilitarista de la actividad pública del tipo que cobija consignas como “todo vale”, “dalo por hecho”; “lo que hay que hacer es hacer”. Hubo situaciones, inclusive, que propiciaron un ambiente enrarecido semejante al que condujo a un sector de la sociedad argentina a exclamar “que se vayan todos”.

Dos son las vertientes sobre las cuales ha desembocado este frenesí de la antipolítica. Por un lado, el autoritarismo chavista y, por el otro, la exaltación en negativo de la llamada sociedad civil. Sobre el primer aspecto, ya hemos escrito algunos breves comentarios en este medio. En relación al segundo, podríamos acotar que este sesgo negativo se deriva, de una definición de sociedad civil, en términos contrapuestos al ámbito de lo público y la actividad política organizada. Podría parecer contradictoria, pero ambas posiciones coinciden en su desconfianza, hacia las instituciones mediadores en la distribución del poder y subestiman las estructuras que en el campo público articulan esta instancia. Comparten, sin duda, la semilla del autoritarismo.

La anterior reflexión viene a cuento, en relación a las venideras elecciones. Tener experiencia en el mundo privado y ser hombre exitoso de negocios, sin duda alguna, constituyen credenciales meritorias para aspirar a desempeñar cargos de elección popular, como son los de alcaldes y gobernadores. Sin embargo, la racionalidad predominante en el ámbito de los negocios, no es transferible ni compatible con el mundo público. Esta incongruencia se profundiza al satanizar el indispensable juego democrático que supone la formulación de políticas públicas. El gerente heroico es muy parecido al líder mesiánico. Ambos son proclives a “borracheras autoritarias”.

.El país y la región requieren de “cien por ciento políticos”. No son exclusivamente municipales o regionales los problemas que deberán enfrentar el gobernador o alcalde electo. Las dificultades serán de orden político y estratégico. Estarán en juego, ciertamente, los brocales, la recolección de basura o la inseguridad creciente, etc. Pero estos temas deberán ser asumidos en el marco de una lucha política que tendrá como adversario, al poder central y de cuyos resultados dependerá el futuro de la democracia.

La democracia debe vestir su traje. Sin luces, ni adornos. Cien por ciento política.

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