La Política es así: «La Rebelión de los Náufragos»

Los filósofos del lenguaje suelen afirmar que la verdad sólo reside en el acuerdo. Traducida al plano público esta afirmación implica que es indispensable suscitar consensos para dotar de eficacia discursiva a una propuesta política. En otras palabras, los acuerdos son los que proporcionan veracidad a una oferta pública. Esta circunstancia hace obligante que la “razón” que soporta la cultura democrática posea un talante dialógico. En otras palabras, sin la participación del “otro” no es posible esta práctica democrática; la que predica el diálogo permanente con el adversario y propicia los arreglos sobre los cuales descansa una “verdad”. Cuando se disuelven estos consensos, igualmente, se licuan las certezas que estos acuerdos habían generado.

La actual coyuntura se encuentra caracterizada por la ausencia de conciertos que proporcionen viabilidad a una determinada “verdad”. Los consensos que sostenían las certezas que prevalecieron durante el siglo pasado se han disuelto. Debido a esta circunstancia es posible afirmar que en la actualidad una cierta orfandad estigmatiza las diversas verdades que retozan en el escenario político. Huérfanas. Todas ellas carecen del debido respaldo que les permitiría alcanzar grados crecientes de veracidad. Vale decir, ser consensualmente asumidas por la colectividad nacional. Esta incertidumbre se expresa en los niveles crecientes de conflictividad social y política que padece el país.

Bajo el título “La rebelión de los náufragos” la periodista Mirtha Rivero ha elaborado un relato en el cual describe minuciosamente este desencuentro entre realidades y verdades. Narra los acontecimientos que llevaron al enjuiciamiento y defenestración del Presidente Carlos Andrés Pérez. Resalta su intento llevar a cabo un novísimo programa económico y político. Se pretendía sustituir viejas “verdades” y construir un acuerdo en torno a una visión alterna de modernidad. En el plano económico, por ejemplo, destaca su voluntad de reducir los subsidios, liberar el sistema financiero, introducir desgravámenes arancelarios, eliminar el control de cambio, liberar precios, etc. En lo político subraya su visión federada de la gestión pública que hizo de la convivencia política su prerrequisito existencial. Sin embargo este ensayo fracasó. No logró concitar los acuerdos indispensables para dar piso social y político a las “verdades” que suscribía su programa económico y político. Con gran agudeza y respaldo documental Mirtha Rivero narra cómo la institucionalidad política, en especial la social demócrata, fue refractaria a estos cambios.
A tal punto que el engranaje de nuestra democracia fue puesto en funcionamiento para frustrar este intento de renovación. El 20 de mayo de 1993 Carlos Andrés Pérez fue separado de la Presidencia. Es simple, si se quiere, la enseñanza primordial que proporciona este episodio: la voluntad de líder por si sola no es suficiente para dotar de credibilidad a una verdad.

Ayer, al igual que hoy, carecemos de una sólida estructura institucional y política que proporcione veracidad a las nuevas propuestas políticas. El desacuerdo, es bueno recalcarlo, desde entonces ha caracterizado nuestra vida pública. Las viejas verdades han naufragado. A pesar de ello, no se ha podido concitar un compromiso que proporcione veracidad a nuevas certezas. El consenso, no hay que olvidarlo, proporciona sentido al futuro político. Su ausencia estimula el desamparo y, desde luego, la “rebelión de los náufragos”.

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