La Resiliencia en el Liderazgo

“Resiliencia es la capacidad de construir en la
adversidad y sobrevivir a la misma.
En un mundo en crisis, esta habilidad es
la clave para garantizar la supervivencia
de los negocios, de la estabilidad financiera
y la cordura psicológica.”

M. Grossoni

¿Qué es la resiliencia? La resiliencia es como los textos clásicos en literatura, todos escucharon hablar de ellos, pero pocos lo han leído. Todos creen saber perfectamente bien lo que significa la resiliencia hasta que se escucha a alguien más que intenta definirla.

Algunas sugerencias en cuanto a la definición de “resiliencia” son: «el poder de volver a una posición previa», “la capacidad de respuesta», y «salir fortalecidos a través de situaciones adversas». (Muchos de los líderes venezolanos –tanto públicos, como privados– deberían aprehender este concepto y tenerlo como filosofía de vida).

Fue Bowlby (1992) el primero en usar el término en sentido figurado, que corresponde a la física, con el significado de «resorte moral», para denominar la cualidad de una persona que no se deja abatir por la adversidad, mostrando así la firmeza, el aguante y la tolerancia de sus bases, principios, creencias, valores, etc., y la inteligencia para adaptarse momentáneamente a ella y sobrevivir quedando íntegra, con capacidad para re-mostrarse indemne y para hacer ulteriormente lo que se debe hacer para seguir siendo lo que se es; es decir: ser, sin suponer ser ni pretender ser. (Tremenda lección para los líderes nacionales en las actuales circunstancias).

De los conceptos básicos consensuados se puede afirmar que la resiliencia es la capacidad del ser humano individual, de un grupo, de una sociedad, de una comunidad, de hacer frente a las adversidades de la vida, aprender de ellas, superarlas, ser modificados por las mismas, y aún así salir fortalecidos. Ser resiliente no significa recuperarse en sentido estricto de la palabra (to rebound), sino crecer hacia algo nuevo (Vanistael y Lecomte, 2002) (subrayado y negritas del autor de este espacio).

La resiliencia es un proceso dinámico (potente), interactivo, entre la persona y su entorno, y abarca desde la resistencia a la destrucción, hasta el poder de desarrollar la aptitud de construir una conducta vital, positiva, socialmente aceptable.

Durante los últimos años, Casullo tratadista de este tema señala sobre la base de estudios pioneros llevados a cabo por Rogers (1951), Maslow (1954), Jahoda (1958), Erikson (1963), Vaillant (1971), Deci y Ryan (1985), Ryff y Singer (1996) -entre muchos otros; psicólogos identificados con el enfoque de la Psicología Positiva que se interesan en comprender y analizar cómo y por qué, aún frente a situaciones de máximo estrés, los sujetos pueden desarrollar fortalezas, emociones positivas, proyectos de vida etc.- que es bueno preguntarse: ¿qué factores, circunstancias y procesos intervienen para que la persona, a pesar de haber sufrido pérdidas, enfrentado conflictos, padecido enfermedades graves, considere que la vida merece ser vivida?

Los especialistas en comportamiento utilizan la noción de Capital Psíquico, para hacer referencia a ese conjunto de factores y procesos que permiten aprender a protegerse y sobrevivir, a generar fortalezas personales. Se intenta suplementar y no reemplazar lo que se conoce científicamente sobre el sufrimiento psicológico, con el objetivo de poder lograr una comprensión más equilibrada de la experiencia humana, con sus altibajos, sus momentos de éxtasis y goce y aquéllos de dolor y desesperanza.

Los especialistas en esta área del conocimiento coinciden en que al menos existen 6 áreas ligadas a la resiliencia que contribuyen a la planificación y ejecución de cambios actitudinales positivos: 1. Física (la buena salud); 2. Espiritual (tener fe, querer la propia vida; sentido de conexión con la humanidad); 3. Moral (ayudar a los demás, ser -bajo la presión- uno mismo); 4. Emocional (la regulación emocional, integrante de lo que se conoce como Inteligencia Emocional); 5. Social relacional (confianza básica, la capacidad para realizar y mantener buenos vínculos); y 6. Cognitiva (capacidad para encarar conflictos y resolver problemas; locus de control interno, la auto-comprensión).

Las personas resilientes logran mantener un equilibrio en las áreas mencionadas anteriormente. Afrontan y manejan los eventos positivos y negativos de la vida. Persisten en presencia de los obstáculos y aceptan las circunstancias que no pueden cambiar. El ser humano no nace resiliente, por lo que es importante encontrar el modo de promover esa capacidad en el individuo, en la familia, y en la comunidad.

La resiliencia les ofrece un buffer que protege de las consecuencias psicológicas y físicas durante los tiempos difíciles. Claramente, la resiliencia es una cualidad deseable y todos experimentan sus fluctuaciones a lo largo de la vida. Algunas personas nunca desarrollan resiliencia. Otros son muy resilientes, pero no son conscientes de ello, y suelen evitar los desafíos que podrían afrontar. Otras veces, la resiliencia es deteriorada por los múltiples estresores y desafíos que la vida impone.

La construcción de resiliencia puede ser un puente que va desde los desórdenes y trastornos emocionales a la salud emocional.

La idea principal que se pretende transmitir a los lectores de este espacio como líderes organizacionales o políticos, y como líder de sus propias vidas (aunque no sean jefes de equipo, manager, o empresarios), es que se adopte esta perspectiva, que -en definitiva- es un enfoque existencial: una actitud ante la vida, ante los avatares, y el destino. Los reactivos se dejan mecer por los sucesos, se quejan de su mal destino, pero nada aprenden de las circunstancias que les toca vivir. Viven a oscuras, entre la niebla de la superficialidad. Es en tiempos difíciles, como los de ahora, en los que aquéllos que afronten aquellas cosas que -por incómodas y desagradables- le permitirán superar su desgraciada situación. Proactivos que dirigen sus vidas, aunque eso sí, no espere resultados inmediatos: ¡lleva su tiempo y trabajo! (el único sitio donde “éxito” está por delante de “trabajo” es… el diccionario).

La actual cultura nacional del falso bienestar -que conviene desterrar lo antes posible- crea individuos muy vulnerables a la depresión, al estrés, y desactiva la resiliencia natural con la que nacemos.

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