La rusodependencia energética china

Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), la producción de petróleo en Rusia alcanzó su máximo histórico (11,41 millones de barriles diarios) en el año 1988 cuando todavía formaba parte de la Unión Soviética, pero tras el declive provocado por la crisis económica del 2008, la producción ha ido in crescendo. Así, según el diario ruso Vedomosti, la producción petrolera rusa se incrementó un 1,3% en el 2013 hasta alcanzar los 10,59 millones de barriles por día (bpd) y el principal motor para el alza fue el nuevo campo petrolero Vankor, que desarrolla Rosneft, la mayor productora petrolera del país. Éste alcanzó una producción de 18,3 millones de toneladas en el 2013 y espera alcanzar los 25 millones de Tm en el 2014, lo que le convierte en la principal fuente de la exportación rusa por oleoducto a China (conexión Siberia Oriental-Océano Pacífico (ESPO) y asimismo, los suministros de crudo ruso, conocido en los mercados internacionales como ESPO, podrían convertirse en un referente de precios regionales (principalmente para China, Japón y Corea del Sur) a partir de 2015 y pasar a ser el estándar absoluto del mercado mundial, sustituyendo a los actuales petróleos de referencia (Brent y Texas), lo que incrementaría los beneficios de las petroleras rusas.

Putin habría iniciado además una política de diversificación de las ventas energéticas para no depender en exclusiva de la UE, pues la estructura económica rusa controla solo 2,5% de las exportaciones mundiales y adolece de una excesiva dependencia de las exportaciones de gas y petróleo (el 70% de los ingresos provienen de estas vías), la devaluación del rublo respecto al dólar (un 20% desde que comenzara la crisis de Ucrania), una inflación galopante (7% en marzo del 2014) y un severo recorte de los superávits (un exiguo 0,3% del PIB en el 2014) y la obsoleta planificación estatal, pues el complejo militar, los proyectos espaciales y las subvenciones a la agricultura, siguen acaparando la mayoría del presupuesto ruso condenando a la inanición financiera a la industria ligera y la producción de alimentos.

Así, según la agencia Reuters, Rusia y China habrían sellado un estratosférico contrato petrolero que se convierte en uno de los mayores de la historia de la industria energética por el que la empresa rusa Rosneft, (la mayor petrolera del país), suministrará petróleo al gigante asiático durante 25 años por valor de 270.000 millones de dólares (unos 205.000 millones de euros), lo que aunado con el megacontrato gasístico firmado por la rusa Gazprom y la china CNPC, por el que Rusia suministrará al país asiático 38.000 milones de metros cúbicos de gas natural por un monto aproximado de 400.000 millones US$ y con una vigencia de 30 años a través del gaseoducto Sila Sibiri (La Fuerza de Siberia), sentaría las bases económicas de la futura Unión EuroAsiática, que iniciará su singladura el 1 de enero del 2015 como alternativa económica y militar al proyecto de Obama, de crear una Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), pieza central de EEUU en su política de reafirmación del poder económico y militar en la región del Pacífico, aunado con una posible ofensiva ruso-china junto con los demás países BRICS para cambiar de patrón monetario mundial y sustituir el papel del dólar como moneda de referencia.

China, por su parte, habría asumido el reto de construir un nuevo canal en Nicaragua (Gran Canal Interoceánico) similar al canal del istmo de Kra, que tiene proyectado entre Tailandia y Birmania para sortear el estrecho de Malaca, convertido “de facto” en una vía marítima saturada y afectada por ataques de piratas; e inauguró en el 2010el gasoducto que une a China con Turkmenistán y que rodea a Rusia para evitar su total rusodependencia energética, al tiempo que diversifica sus compras Así, México apuesta por duplicar sus exportaciones de petróleo hacia China y aumentar los embarques hacia la India en el 2014, con el objetivo de lograr que 1/5 de los 1,1 millones de bpd que exporta México sean destinadas a mercados asiáticos y la petrolera estatal venezolana Pdvsa intenta redireccionar sus exportaciones hacia China e India para suplir la drástica reducción de ventas de crudo a EEUU. Así, el acuerdo chino-venezolano por el que la empresa petro-química estatal china Sinopec invertirá 14.000 millones de dólares para lograr una producción diaria de petróleo en 200.000 barriles diarios de crudo en la Faja Petrolífera del Orinoco, (considerado el yacimiento petrolero más abundante del mundo), sería un misil en la línea de flotación de la geopolítica global de EEUU (cuyo objetivo inequívoco sería secar las fuentes energéticas de China), por lo que tras el golpe de mano del Ejército en Tailandia, asistiremos a sendos golpes de mano de la CIA en Venezuela y Nicaragua para defenestrar a Maduro y Ortega.

Triunfo de las tesis de Brzezinski sobre las de Kissinger

La “doctrina Kissinger” abogaba por la implementación del G-2 (EEUU y China) como árbitros mundiales. Así, en un artículo publicado por el New York Times, titulado “La ocasión para un nuevo orden mundial”, Kissinger considera ya a China una gran potencia (felow superpower), desaconseja el proteccionismo o tratar a China como enemigo (lo que llegaría a convertirla en verdadero enemigo) y pide que se eleven a un nuevo nivel las relaciones entre Estados Unidos y China sobre la base del concepto de destino común, (siguiendo el modelo de la relación trasatlántica tras la segunda guerra mundial), con lo que asistiríamos a la entronización de la Ruta Pacífica (América-Asia) como primer eje comercial mundial, en detrimento de la Ruta atlántica (América- Europa).

Sin embargo, el objetivo inequívoco de Brzezinski, ex-asesor de Carter y cerebro geopolítico de la Casa Blanca, sería la confrontación con la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), fundada en 2001 por los Cinco de Shanghai (China, Rusia, Kazajistán, Kirgistán, Tajikistán) más Uzbekistán y convertida junto con los países del ALBA e Irán en el núcleo duro de la resistencia a la hegemonía mundial de Estados Unidos y Gran Bretaña, teniendo al Tibet y a Xinjiang como escenarios para sus operaciones desestabilizadoras (el Turquestán oriental o Xinjiang (“Nueva Frontera”), fue incorporado al imperio chino en el siglo XVIII y representa el 17% de la superficie terrestre del país y el 2% de su población).

La etnia uigur de Xinjiang (de origen turco-mongol y con un total de 8,5 millones de habitantes), conserva características étnicas e islámicas que les situarían muy próxima a sus parientes de Asia central y Turquía, por lo que sería el caldo de cultivo ideal para implementar la estrategia brzezinskiniana del “choque de civilizaciones”, consistente en lograr la balcanización de China y su confrontación con el Islam (cerca de 1.500 millones de seguidores), así como secar sus fuentes de petróleo de los países islámicos del Asia Central. Así, según F. William Engdahl, en el artículo titulado “La agenda oculta tras la violencia en Xinjiang” y reproducido por China Daily en el 2009 varios de los más importantes gasoductos de China pasan por Xinjiang en procedencia de Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán y Rusia, lo que explicaría la importancia estratégica de dicha provincia, dentro de la estrategia brzezinskiniana de lograr la total rusodependencia energética china para, en una fase posterior, acabar enfrentándolas entre sí y, finalmente, someterlas e implementar el nuevo orden mundial bajo la égida anglo-judío-estadounidense.

(*) Analista

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