La Soya y el Mercosur, el Petróleo y Venezuela

Los cuatro países fundadores del Mercosur –Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay- son países soyeros; es decir, que han hecho de la soya su principal cultivo y su principal producto de exportación.

La soya se exporta bajo varias formas diferentes: se pueden exportar habas de soya, que es la forma más primaria de exportación de este producto;  se puede exportar aceite de soya sin refinar, que implica un grado de manufacturación y de incorporación de valor agregado a ese producto primario; se puede exportar aceite de soya ya refinado, en que el grado de manufacturación es mayor, y, finalmente se venden también internacionalmente las tortas de soya, que son los residuos que quedan precisamente, después que a la soya se le ha extraído el aceite. Estas tortas son particularmente útiles para la producción de alimentos concentrados para animales –para vacunos, cerdos, pollos, etc.–, pues les proporciona el componente proteico que esos alimentos requieren.

El aceite es el subproducto de la soya que más  directamente va a consumo humano, el cual demanda una proporción pequeña del total de la soya producida mundialmente. El grueso de  la soya se destina a alimentar animales y padece, por lo tanto,  -para bien o para mal-,  las vicisitudes que presenta la producción y la demanda de ese importante ingrediente de la dieta humana.

La Pampa argentina, antes famosa por la producción de trigo, ha virado hacia la producción de soya. Las exportaciones de habas de soya, más las tortas y residuos y más el aceite refinado o sin refinar, dan cuenta del 24,3% del total de las exportaciones argentinas en el año 2013 y significan un total de 18.600 millones de dólares. Los mismos  ítems arancelarios, en Brasil, suman exportaciones por un valor total de 24.700 millones de dólares, los cuales representan el 10,2% de las exportaciones de dicho país. En Argentina, el grueso de las exportaciones en este campo, están constituidas por las tortas y residuos, mientras que en Brasil, la exportación soyera fundamental es directamente las habas de soya. Para Paraguay, el paquete soyero representa 3.886 millones de dólares -el 41% de sus exportaciones-, mientras que para Uruguay, los valores son de 1.867 millones de dólares, con un peso de 20,6% de las exportaciones totales del país.

El precio internacional de la soya, si nos basamos en el precio de la tonelada métrica en la Bolsa de Chicago, ha bajado desde los 547 dólares por tonelada, en abril del presente año –precio máximo alcanzado durante el 2014-,  a 368 dólares por tonelada en el reciente mes de septiembre. En esa tendencia a la baja, incide tanto en las perspectivas de buenas cosechas mundiales, como el menor ritmo de crecimiento de la economía china y la fortaleza reciente del dólar en los mercados cambiarios internacionales. Si, como consecuencia de lo anterior, las exportaciones soyeras argentinas disminuyesen en un 20% en el año 2014 con relación al 2013, eso significaría una menor entrada de dólares a la economía argentina, de aproximadamente 3.600 millones de dólares, lo cual es una cantidad importante para dicha economía; pero no definitoria de una situación de crisis o de bancarrota. Para Brasil, una misma caída de 20% en el conjunto de las exportaciones soyeras, debería significar un menor valor por exportaciones, cercano a  los 4.600 millones de dólares. Para Paraguay y Uruguay no es difícil hace cálculos de la misma naturaleza.

Para Venezuela -que enfrenta un problema similar de caída del precio de su principal producto de exportación-, un menor precio internacional del petróleo de  20%, significaría un menor ingreso cercano a los 15 o 16 mil millones de dólares, lo cual generaría un daño de gran significación en las ya maltrechas cuentas externas del país. Cuando llueve, todos se mojan y cuando los precios de los bienes exportables caen, todos se perjudican. Pero no todos se perjudican en la misma forma. La diferencia entre Brasil y Argentina, por un lado, y Venezuela, por el otro, radica en que estos países tienen una mayor diversificación de sus exportaciones y el principal producto de exportación no supera el 25% de lo exportado, a diferencia de Venezuela, en que el petróleo significa más del 90% del total de las exportaciones. En el caso de Brasil, además, se suma el hecho de que tiene  reservas internacionales, que permiten aguantar una mayor cantidad de tiempo las condiciones adversas que el mercado les presente. La vieja idea de que es bueno ahorrar en los años de vacas gordas, para enfrentar los años de vacas flacas, vuelve a mostrarse en toda su sabiduría, y marcará la diferencia entre los grados de sensatez de las políticas económicas llevadas adelante por los diferentes países.

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