La Venezuela socialista = destrucción total (*)

A continuación, se transcribe el siguiente texto escrito por Antonio Pérez Esclarín, en donde se describe con mucha objetividad el fracaso de la gestión socialista-comunista en Venezuela en los últimos veinte años. Mientras que el título de este espacio fue redactado por el equipo humano de Gerencia en Acción.

Todos los que amamos a Venezuela tenemos la obligación de impedir que los que gobiernan sigan destruyéndola y nos sigan causando tanto sufrimiento.

Es imposible seguir viviendo sin luz, sin agua, sin teléfono ni internet, sin transporte público, sin hospitales ni medicinas, sin escuelas ni maestros, y con unos sueldos que no alcanzan para comprar comida indispensable para seguir sobreviviendo.

Llevan veinte años de fracasos y siguen empeñados en recorrer el mismo camino que sólo ha traído, destrucción, corrupción, miseria y sufrimientos. Lo más grave es que se niegan a aceptar la menor crítica, persiguen a los que las hacen, y siguen culpando de todos los males al imperio y a sus aliados de la oposición que, según sus palabras, son unos apátridas y traidores.


¡Intolerable e inhumano!

Sólo ellos aman de verdad a Venezuela, pero que amor es ese que la maltrata y la destruye. ¿No será más bien que lo que ellos en verdad aman es el poder y el disfrute de una vida sin penurias ni escasez, que el poder les permite y garantiza?

¿Cuáles son los logros de esa revolución que se empeñan en mantener e incluso profundizar, si Venezuela es el país con la mayor inflación del mundo -en toda la historia de la humanidad- que ha devorado los ahorros, y vuelve sal y agua los repetidos aumentos de sueldos y bonos? ¿Sabrán el Presidente y sus ministros lo que cuesta un kilo de carne, de pollo o de queso, el cambio de aceite de un carro, o reparar cualquier aparato eléctrico que los continuos bajones y apagones nos dañan continuamente? ¿Sabrán lo intolerable e inhumano que resulta vivir semanas y semanas sin recibir una sola gota de agua, o aguantar apagones de muchas horas e incluso varios días?

¿Alguien de su entorno se atreverá a decirles que con lo que cobran los ancianos con la nueva pensión, después de horas de colas inhumanas, no pueden comprar un kilo de queso y un kilo de papas? ¡Y no hablemos de las medicinas!

A mí me resulta una tarea cada vez más difícil conseguir las pastillas para la tensión y, si las consigo, me cuestan más que lo que me pagan por la pensión.

Sería bueno que los que nos gobiernan o sus aliados y amigos extranjeros que siguen apoyando este desgobierno tuvieran que vivir aquí un mes con salario mínimo o con la pensión, sin tener divisas u otras fuentes de ingresos. Dudo que seguirían defendiendo sus políticas como lo hacen ahora. Es muy fácil empeñarse en defender un rumbo cuando a ellos no les toca ninguno de los problemas que sufrimos las mayorías.

Estamos además, entre los países más violentos e inseguros del mundo, campea soberana la corrupción, crece inconteniblemente el bachaqueo y la especulación salvaje, el aparato productivo está destruido, aumenta la desnutrición y el hambre, los servicios públicos son una calamidad, las escuelas y universidades se están vaciando de maestros, profesores y alumnos, mueren las personas por falta de medicinas, se vende el efectivo al doble o más de su valor, volvieron enfermedades hace años erradicas, la gente está cocinando con leña, y millones de venezolanos se han marchado del país o quieren irse por no ver aquí futuro.

La tan proclamada soberanía alimentaria y el milagro económico de la revolución ha terminado dolarizando los precios y manteniendo los sueldos en bolívares sin valor. Por ello, no comprendo cuáles son los logros del modelo que los personeros del desgobierno siguen empeñados en mantener contra viento y marea.

Tampoco comprendo cómo quedan personas de buena voluntad que siguen apoyándolos y comprando sus promesas-

(*) El texto anterior fue escrito por Antonio Pérez Esclarín -@pesclarin- el cual llegó vía internet y el equipo humano de GA lo adaptó a la línea editorial y, solamente redactó el título de este espacio.

Chichi-Paez