Las exportaciones no petroleras

Las exportaciones no petroleras de Venezuela presentaron en el 2012 -último año sobre el cual el Instituto Nacional de Estadísticas publica antecedentes– niveles que corresponden a menos de la mitad de los valores que ese indicador económico presentó en el año 2005, que fue el mejor año en esta materia, a lo largo del presente siglo.

En el año 2012 las exportaciones no petroleras –que no son una y la misma cosa que las llamadas exportaciones no tradicionales– alcanzaron a 2.566 millones de  dólares. En el año 2005 habían alcanzado un valor de 7.200 millones de dólares. Los niveles del 2012 corresponden a un 36% de lo que se exportaba en estos rubros en el año 2005.

Las exportaciones no petroleras incluyen las exportaciones de hierro y acero (capítulo 72 del arancel) así como las exportaciones de aluminio y sus manufacturas (capítulo 76 del arancel) que son exportaciones que ya relativamente tradicionales en Venezuela. Si restamos estas dos cantidades del total de exportaciones del año 2005 –2.285 millones de dólares y 1.088 millones de dólares, respectivamente-   queda un restante de 3.827 millones de dólares.

Si restamos lo exportado en esos mismos rubros de las exportaciones del año 2012 –687 millones de dólares y 138 millones de dólares, respectivamente-  quedan 1.741millones de dólares.

En esa modesta cantidad de exportaciones no petroleras y no hierro ni aluminio, se incluyen las exportaciones de algunos rubros derivados de la industria petrolera, pero que no son exactamente petróleo, tales como el gasoil, los fertilizantes y una buena cantidad de petroquímicos de diferente naturaleza. Esos rubros se incluyen fundamentalmente en los capítulos 27 y 28 del arancel. Si restamos todas las exportaciones que corresponden a esos capítulos –250 millones de dólares en conjunto- de la cantidad a la cual habíamos llegado anteriormente, quedan para el año 2012 solo 1.491 millones de dólares. Las empresas que están detrás de esos rubros de exportación son los verdaderos héroes del comercio exterior venezolano. Han logrado mantener una presencia comercial -aun cuando modesta y decreciente- en ciertos mercados externos, luchando contra todas las condiciones adversas. Casi se podría decir que luchando contra una política económica que pretendía derechamente hacerlos desaparecer. Luchando, por ejemplo, contra una tasa de cambio obligatoria que implica una clara y sistemática revaluación de la moneda nacional, lo cual deriva del hecho de que los costos crecen aceleradamente en bolívares, como producto de la inflación interna, mientras que las divisas que se obtienen de las ventas externas tienen que liquidarse a una tasa de cambio oficial artificialmente congelada. Tampoco hay devolución de impuestos por concepto de los productos exportados, ni apoyo del aparato de relaciones exteriores, ni agilización de trámites aduaneros, ni agilización de la permisología, ni nada.

Esta situación no es obra de la naturaleza, ni es un castigo de los dioses. Es la consecuencia inevitable de la ausencia de políticas de promoción de exportaciones. Es la consecuencia de pensar que con el petróleo basta y sobra para mantener a flote al país y para enriquecer a unos cuantos de sus dirigentes y amigos. También, de pensar que el petróleo basta y sobra para ser considerado un país importante –económica y políticamente- a nivel internacional. Es la consecuencia de pensar que la preocupación por la competitividad y la productividad– y por la innovación tecnológica que está directamente relacionada con estas variables -son cosas de los burgueses y los capitalistas-, pero que no deben preocupar a los revolucionarios que tienen otras cosas más importantes en las cuales pensar.

No solo la entrada al Mercosur, sino todo el fluir de la economía y del comercio internacional contemporáneo obligan a  modificar esa concepción. Los datos del año 2005 muestran que Venezuela puede vender el doble de  mercancías no petroleras en los diferentes mercados internacionales. Los datos del año 2012 muestran que a pesar de las dificultades se han logrado conservar ventas de muchos productos en muchos mercados, todos los cuales se  podrían potenciar y aumentar, si hubiesen los estímulos y las políticas correspondientes. Es enteramente posible. Es absolutamente necesario.

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