Las personas están en el centro del éxito de la organización

Sin lugar a dudas, que las corporaciones mundiales exitosas están muy conscientes que su triunfo está directamente centrado en la capacidad y la conducta de los miembros con talento de su estructura informal; entre las organizaciones que se pueden mencionar figuran: Glaxo Wellcome, Hewlett-Packard y Motorota.

Sin temor a euivocaciones, no se trata de mencionar estas tres organizaciones solamente, valdría la pena hacerse la siguiente pregunta: ¿Cómo saber si las consecuencias del comportamiento del factor humano en el éxito organizacional puede extenderse a otras empresas? Referirse y relacionar al factor humano con la “salud organizacional” ha sido un acto de fe de varios tratadistas del desarrollo organizacional, entre los que vale la pena citar están: Richard Sykes o Lew Platt de las dos primeras empresas mencionadas anteriormente.

En los últimos cinco años, las investigaciones acerca de cómo influye la calidad de la gente en la gestión empresarial se han profundizado tanto en Europa, como también en los Estados Unidos de América. Los mismos han reafirmado el efecto positivo de la conducta de los trabajadores en la organización, asociándolos a los factores que tienen mayor incidencia en la conducta individual.

Las corporaciones exitosas –de alto rendimiento– lo han logrado haciendo un gran énfasis en determinados objetivos estratégicos organizacionales, claramente formulados y aceptados, los cuales se traducen en un escenario adecuado donde las personas trabajan altamente motivadas. Los trabajadores están totalmente identificados con dichos componentes filosóficos básicos estratégicos y, por tal motivo, se sienten –por una parte– identificados y –por la otra– totalmente comprometidos con el éxito de la gestión. Esa relación armónica hace que los empleados estén satisfechos y el nivel de satisfacción de sus expectativas individuales esté por encima del promedio.

En las organizaciones que han gestionado el cambio exitosamente (por ejemplo: acercarse más al mercado y lanzar más rápidamente sus productos) lo han logrado debido a que sus trabajadores también han cambiado su estilo actitudinal. Se rediseñaron las responsabilidades y deberes de cada posición, con la participación directa de los ocupantes de dichos cargos; se reestructuraron los niveles de las jerarquías de los niveles estratégicos y de los sistemas de compensación, se crearon e implementaron programas de capacitación y desarrollo para garantizar las multi-habilidades de las personas. Todas estas transformaciones en donde estuvieron comprometidas las personas influyeron positivamente en la conducta de ellas y esto medió –a su vez– en la capacidad de respuesta de la organización, en los aspectos de comercialización y de rentabilidad.

Otros de los resultados significativos –cuando las personas están en el centro del éxito organizacional– es que se comprobó cómo las actitudes de confianza y orgullo han sostenido un crecimiento de la gestión en un 20% por encima de las metas establecidas. Lo más característico de dichos resultados es que ubican a la conducta de cada uno de los trabajadores en el centro de la creación de riqueza.

Los investigadores desarrollaron un modelo en donde se establece claramente la relación entre la conducta individual y la gestión exitosa organizacional. La arquitectura del mismo está diseñada de la siguiente manera: objetivos estratégicos corporativos; contexto humano; identificación y cambio de conducta y actitudes personales; rendimiento de la empresa y rendimiento comercial y financiero. Este modelo que ha sido administrado exitosamente en las empresas mencionadas en el párrafo inicial, también ha tenido éxito en corporaciones financieras como Citibank –quien vinculó los objetivos corporativos al contexto– y Philips (que explica cómo ésta creó una estrategia para el contexto personal). Es decir, que en los últimos años se ha hecho mucho énfasis –a través de investigaciones a gran escala– al respecto del efecto que ejerce el contexto donde trabaja la gente y su repercusión sobre su conducta y sus actitudes en el rendimiento empresarial. Todos los resultados obtenidos demostraron fehacientemente que es verdad que las personas son la clave del rendimiento de las organizaciones. Cuando las empresas adoptan e implementan ciertas prácticas donde están comprometidos sus trabajadores, los resultados de la gestión experimentan aumentos significativos. Existen cada vez más pruebas del efecto de las actitudes personales de los empleados en el rendimiento de sus respectivas empresas. También como producto de los resultados obtenidos de estas investigaciones, se ha podido explicar una cantidad significativa de cambios a lo largo del tiempo sobre la cultura de la organización y el compromiso personal de los empleados hacia ella.

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