Las vicisitudes del pequeño Uruguay

Uruguay es un país pequeño, enclavado entre Brasil y Argentina, en la ribera norte y oriental del rio de La Plata. Su población es de solo 3,4 millones de habitantes y se le considera un país de clase media, con larga tradición democrática y con un alto nivel de institucionalidad. Aun cuando goza de una cierta imagen positiva a nivel internacional, no es mucho lo que se conoce de sus actuales problemas económicos. Intentaremos en este artículo exponer algunos antecedentes al respecto.

Uruguay exportó, en el 2013,  bienes por un monto de 9.015 millones de dólares pero importó bienes por un  monto de 11.642millones de dólares.  Hay un déficit global de 2.627 millones de dólares en la cuenta comercial, cantidad que se incrementa hasta los  3 mil millones de dólares cuando le sumamos el saldo en servicios, en renta y en transferencias, para obtener el saldo en cuenta corriente de la balanza de pagos.

Un déficit de esa magnitud en la cuenta corriente exige, en el corto plazo,  que el país  capte inversión extranjera, que se endeude o que reduzca sus reservas internacionales. Las dos últimas de estas alternativas no son buenas como recetas permanentes, y la primera parece hacerse cada vez más difícil en el contexto internacional actual de cierto decrecimiento y/o reversión de los flujos de capital. En el mediano o largo plazo, la solución pasa por incrementar sus exportaciones o reducir sus importaciones. Sin embargo, en el caso uruguayo, este déficit en cuenta comercial no se presentó por primera vez en el año recién pasado. Ya en el 2012, se presentó un déficit en cuenta comercial por  un monto de 2.942 millones de dólares –que se repitió en el 2013 con un déficit de 2.627 millones de dólares- y se teme que se vuelva a repetir en el 2014, lo cual generaría una situación que no se podría calificar ya como coyuntural, sino como estructural, y que exigiría, por lo tanto,  soluciones más radicales.  

Pero los problemas en el comercio exterior de Uruguay no son con todos los países, o por lo menos no son con todos en la misma medida. El problema principal es con Argentina.

Uruguay tiene a Brasil como su principal socio comercial y presenta con ese poderoso vecino -y socio en el Mercosur- un déficit comercial  que asciende, en el año 2013, a 129 millones de dólares, que resultan de exportaciones por 1.705 millones de dólares e importaciones por 1.835 millones de dólares.  Brasil es sin duda, su principal socio comercial. A  Argentina, en cambio –que es el  segundo socio comercial en el contexto del Mercosur  y del conjunto de la América del Sur-se le venden bienes por un modesto monto de 492 millones de dólares y se le compran bienes por un monto de 1.656 millones de dólares.  Se exhibe, por lo tanto, un déficit comercial de 1.163 millones de dólares. Es decir el déficit comercial de Uruguay con el mundo se explica en más de un 40% por lo que sucede con el comercio con Argentina. Solucionar los problemas comerciales con Argentina y aumentar sus ventas en ese mercado, es por lo tanto, una cuestión vital para Uruguay.  El tercer socio comercial de Uruguay en el contexto regional es Venezuela, país hacia el cual se canaliza un volumen de exportaciones no muy diferente de lo que se exporta a Argentina, pero como compra en Venezuela un volumen más reducido, sus cuentas externas con ese país están prácticamente equilibradas.  Uruguay necesita, por lo tanto, en el contexto regional, conservar y/o aumentar su relación comercial con Brasil y con Venezuela y tratar de reducir tanto como se pueda su déficit con Argentina. Esa situación comercial condiciona en alta medida las coordenadas políticas y diplomáticas de Uruguay en el ámbito regional.

Al mismo tiempo, Uruguay canaliza  el 4% de sus ventas externas hacia Estados Unidos, el 12% de sus exportaciones hacia Europa y el 15% hacia China. El mercado europeo es más importante, por lo tanto, para Uruguay que el mercado norteamericano. De allí la significación que para este país tiene el poder negociar, como Mercosur, un tratado de libre comercio con la Unión Europea, para poder consolidar y eventualmente aumentar sus ventas en ese mercado, pero en esa negociación nuevamente choca con Argentina, que es el país del Mercosur más reticente a esos acuerdos. El viejo problema de la nacionalidad de Gardel pasa a ser un problema absolutamente secundario al lado de estos relevantes problemas económicos que presiden hoy en día las relaciones entre los dos países ribereños del Rio de la Plata. 

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